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Diversos estudios clínicos revelan que la falta de afecto por parte de la madre produce en el niño un estado psicológico caracterizado por miedo, abandono, inseguridad y puede provocar la búsqueda y reafirmación continua de afecto

Por: María Mercedes Armas (Psicóloga)

La licenciada María Mercedes Armas Barrios es psicóloga. Egresada de la Universidad Central de Venezuela. Es integrante del Observatorio Venezolano de los DDHH de las Mujeres y del Centro de Investigación Social Formación y Estudios de la Mujer.
@psico.mm.armas
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La carencia afectiva se define en el contexto de una relación en la cual los niños han sufrido privación de la atención, estimulación, protección, cuidados y expresión de amor, necesaria y suficiente para garantizar su adecuada maduración  psicoemocional, generando trastornos que se expresan a nivel afectivo, somáticos y/o conductuales.

La carencia afectiva puede estar generada por diversas causas, entre ellas la ausencia de las figuras parentales por separación, muerte o abandono, por el desempeño inadecuado de sus roles, por maltrato y abuso de diversa índole, por conductas adictivas a alcohol o sustancias, por padecimiento de trastornos o enfermedades mentales, que dejan al niño  desatendido a nivel afectivo y de atención para cubrir sus necesidades básicas.

Tomando en cuenta los cuatro tipos de apego y sus repercusiones psicológicas, se encuentra que:

  • El tipo de apego seguro tiende a producir personas más resilientes, con mayor capacidad para afrontar el estrés y que derivan mayor satisfacción en las relaciones.
  • El tipo de apego ambivalente tiende a generar personas con altos niveles de ansiedad y con temor al abandono, con tendencia a ser personas muy autocríticas, con un nivel de ansiedad y sobre exigencia elevado.
  • El tipo de apego evitativo influye en la tendencia a tener dificultades para establecer y mantener relaciones cercanas, sentir miedo a la intimidad emocional y al manejo de patrones de evitación de la cercanía.
  • El tipo de apego desorganizado impacta en la generación de dificultades emocionales y de salud mental más severas, como síntomas de estrés postraumático, trastornos disociativos, trastornos de la conducta alimentaria o trastornos de la personalidad.

Diversos estudios clínicos revelan que la falta de afecto por parte de la madre produce en el niño un estado psicológico caracterizado por miedo, abandono, inseguridad y puede provocar la búsqueda y reafirmación continua de afecto. El apego temprano,  que se establece entre la madre y el hijo, comienza desde el nacimiento con los cuidados y, en particular, con el proceso de amamantar, que no solo consiste en alimentar sino también dar una nutrición emocional que vaya de la mano con la afectividad.

Tomando en cuenta que el proceso de desarrollo del niño es complejo y continuo, e implica tanto el aspecto físico como el emocional, su desarrollo cognitivo y de personalidad; proceso que requiere ser alimentado también desde el punto de vista afectivo con expresiones físicas y verbales de amor incondicional que estimulan un adecuado desarrollo, crecimiento y maduración cerebral. La carencia de estas impacta negativamente y hace que el niño no se desarrolle adecuadamente en el plano afectivo, físico y mental; provocando una sensación de soledad y vacío por  necesidad afectiva no cubierta y la búsqueda de aprobación constante para satisfacer esa necesidad.

Algunas conductas de los niños pueden ser indicadores de la carencia afectiva infantil, con base a la observación de casos que atienden, los especialistas advierten tienden a presentar algunos de estos síntomas, entre otros, incluso desde bebés:

  • Irritabilidad y llanto excesivo.
  • Trastornos del lenguaje.
  • Infecciones frecuentes (Por déficit del sistema inmunológico)
  • Retraimiento social.
  • Hostilidad.
  • Dificultad para expresar sus emociones.
  • Baja tolerancia a la frustración.
  • Miedos e inseguridad.

Las carencias afectivas durante la infancia pueden generar que, en la vida adulta, seamos vulnerables y nos veamos inmersos en relaciones abusivas y destructivas, de las cuales se hace difícil salir; entrando en círculos viciosos de búsqueda de afecto y aprobación por compensación de dichas carencias. De allí la importancia de auto revisarnos emocionalmente, evaluar el tipo de relaciones que establecemos y, en caso de ser necesario, buscar el apoyo profesional para trabajar nuestra autoestima y aquellas situaciones infantiles no resueltas.

Por: María Mercedes Armas