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Por: María Mercedes Armas (Psicóloga)

La licenciada María Mercedes Armas Barrios es psicóloga. Egresada de la Universidad Central de Venezuela. Es integrante del Observatorio Venezolano de los DDHH de las Mujeres y del Centro de Investigación Social Formación y Estudios de la Mujer.
@psico.mm.armas
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Se ha determinado que hay factores de riesgo y factores protectores de la salud mental. Entre los factores de riesgo se encuentran varios elementos, entre ellos el estrés y la frustración.

Vamos a iniciar diferenciando ambos términos y de cómo producen deterioro en la salud mental cuando no se manejan de manera adecuada. La relación entre el estrés y la frustración es que, la última, es una reacción emocional al estrés producido por un resultado desfavorable, no esperado ni deseado.

Haciendo una diferenciación entre ambos términos, tenemos que:

El estrés:

  • Es la respuesta fisiológica ante algún estímulo o situación del entorno, el cual puede ser positivo o negativo, aunque comúnmente se usa el término estrés para denotar algo negativo.
  • Es una respuesta adaptativa a las exigencias del entorno.
  • El estrés positivo, también denominado eustrés, es aquel que nos moviliza cuando la demanda del entorno consiste en un desafío estimulante y potencia los recursos internos que tenemos, generando una respuesta saludable y productiva. Aunque reviste un reto, su resultado es sentirnos más fortalecidos y con una sensación victoriosa.
  • Se torna negativo cuando se experimenta desventaja en la capacidad para afrontar la exigencia del ambiente, generando sensaciones y reacciones desagradables, entre ellas la frustración.
  • Asimismo hay que diferenciar entre el estrés puntual como respuesta a una situación determinada y pasajera, y el estrés crónico que se ha instalado como una pauta de respuesta más perdurable, que se ha ido profundizando gradualmente y puede generar un estado de inadaptación con repercusiones psicológicas y fisiológicas.

La frustración:

  • Es el sentimiento que se experimenta cuando no se logra alcanzar algo deseado y no se cumplen las expectativas positivas que teníamos acerca de un objetivo o relación en articular.
  • Se experimenta como una sensación desagradable, afectando el estado de ánimo y se manifiesta a nivel físico, emocional y psicológico.
  • Aunque cada persona reacciona de manera diferente, es frecuente que se manifieste con ira, irritabilidad, contrariedad, ansiedad, tristeza, sentirse abrumado e incapaz de disfrutar o relajarse, con pérdida del autocontrol.
  • El nivel de frustración que se experimenta está asociado a la importancia que se le ha otorgado al deseo o meta no cumplido.
  • Hay que diferenciar un sentimiento de frustración eventual, de corta duración, asociado a algún evento específico, de aquella que es constante y generalizada, porque allí si estaríamos hablando de un cuadro de mayor complejidad.

Algunos de los mecanismos fisiológicos que se activan con el estrés son:

  • Excesiva producción de cortisol y catecolaminas.
  • Como consecuencia hay aumento de la glucosa a nivel sanguíneo.
  • Tiene repercusión a nivel cardiovascular y provoca inflamación.
  • Respuesta del corazón por lo cual suele haber aceleración y mayor intensidad en su función.
  • Hay sintomatología variada dependiendo de la persona pero se ha asociado con alteraciones menstruales, disfunción eréctil, hipertensión arterial, problemas gastrointestinales, entre otros trastornos de la salud física.
  • Afecta la función respiratoria.
  • El estrés crónico afecta el funcionamiento del sistema inmunológico, por lo cual nos hacemos más vulnerables a contraer enfermedades.
  • Cuando el estrés elevado es prolongado en el tiempo, todos estos efectos se reproducen constantemente, generando un cuadro crónico que va afectando paulatinamente nuestra salud física, emocional e incluso mental.

Para lidiar con el estrés y la frustración, en primer lugar es importante comprender lo que estamos experimentando, sus causas y las consecuencias que implica para nuestra salud integral, con el objetivo de tomar las decisiones adecuadas que nos permitan disminuir o eliminar los factores que nos hacen experimentar malestar y aumentar aquellos que nos producen bienestar y estabilidad emocional para restablecer el equilibrio antes de que estas tendencias se hagan crónicas.

Por: María Mercedes Armas (Psicóloga)