En contextos de alta exigencia, como la investigación clínica, una respuesta impulsiva —o el silencio prolongado— puede escalar rápidamente una situación crítica

Por: Magíster Nathalie Carrasco, abogado, especialista en Neurocomunicación y Comunicación Científica

En ciencia, el tiempo lo es todo: cuándo se publican los datos, cómo se presentan los hallazgos, qué controles se han aplicado, quién los comunica y bajo qué marco regulatorio.
Pero en la era de la inmediatez digital, ese orden puede desmoronarse con un solo clic. Basta con que alguien —parte del equipo de investigación, un proveedor externo, un becario entusiasta o incluso un miembro del comité científico— comparta en redes sociales un gráfico, un hallazgo prometedor, una conclusión aún sin peer review… y el algoritmo hace el resto.
Lo que debería haberse comunicado en una publicación validada o una conferencia científica se transforma en ruido viral, especulación pública y presión institucional.
La pregunta no es si puedes evitarlo, sino si estás preparado para responder. La filtración que cambia el rumbo del estudio En la Fase III de un ensayo clínico sobre una nueva terapia combinada en oncología, un miembro del equipo comparte en su LinkedIn personal un adelanto sobre la tasa de respuesta observada. No lo hace con mala intención. Lo hace por orgullo profesional. La publicación se vuelve viral. Los medios la replican. La comunidad científica se divide. Y la empresa patrocinadora debe decidir si callar, desmentir, confirmar o reaccionar en tiempo real. Todo esto antes de haber enviado los resultados a revisión formal.
¿Por qué es clave una mirada comunicacional integral? En contextos de alta exigencia, como la investigación clínica, una respuesta impulsiva —o el silencio prolongado— puede escalar rápidamente una situación crítica.
Desde la intersección entre el derecho, la comunicación científica, la neurocomunicación y el liderazgo organizacional, he tenido la oportunidad de colaborar con equipos y organizaciones científicas en el desarrollo de respuestas comunicacionales claras, éticas y sostenidas.
Esta mirada integral permite abordar la crisis no solo desde la técnica, sino desde la responsabilidad de sostener la confianza en momentos clave.
Errores frecuentes ante este tipo de filtración
● No responder de inmediato y dejar que el silencio valide el rumor
● Emitir un comunicado con tono defensivo
● Confirmar o negar sin haber validado internamente los datos compartidos
● Usar mal los canales de respuesta
Cuatro estrategias para gestionar una filtración de resultados preliminares
1. Célula de respuesta rápida con roles definidos
2. Mensaje institucional que delimite lo filtrado
3. Comunicación que eduque desde la ciencia
4. Formación interna y protocolo de publicación responsable
No puedes evitar el clic, pero sí puedes controlar el contexto
En un mundo donde las redes sociales a menudo van más rápido que los comités de revisión, la comunicación científica requiere una capa más: la anticipación estratégica. Tu organización no puede esperar a que un resultado filtrado te obligue a improvisar. Y si ya te ocurrió, tu próximo paso debería ser institucionalizar el aprendizaje. Nos leemos el próximo miércoles como de costumbre. Compárteme tus comentarios y hagamos de este espacio un encuentro entre la sociedad y la ciencia.
La autora es abogado, comunicadora y Business Process Manager, enfocada en gestión empresarial con tres maestrías en Comunicación: Máster en Comunicación Estratégica y organizacional, Máster en Neurocomunicación, Máster en Comunicación Científica. Vive en Canadá.