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Amigos lectores:

La edición ampliada de Rómulo histórico. La personalidad histórica de Rómulo Betancourt vista en la instauración de la República popular representativa y en la génesis de la democracia en Venezuela (Editorial Alfa, 2013), el fundamental libro de Germán Carrera Damas, fue publicada el año pasado en Estados Unidos y en inglés: Rómulo Betancourt: His historical personality and de genesis of modern democracy in Venezuela (University of Florida Press, 2021).

En medio de sus exigentes ocupaciones -a sus 92 años, está avanzando en la escritura de cinco libros de forma simultánea- Carrera Damas dedicó parte de su tiempo a responder a mis preguntas: “En ningún momento me dispuse a intentar un enfoque biográfico del personaje. Esbocé una visión de su desempeño histórico. Nunca crucé palabra con él, si bien cuando lo saludé personalmente, presentado por esa insigne dama Mercedes Fermín, le escuché decir, refiriéndose a nuestra correspondencia y valiéndose de una práctica popular, que “nuestros amores son de papelitos”.

Quise estudiar su personalidad históricamente, vale decir en su determinación traducida en actuación socialmente válida, y no pude menos que valorar altamente el hecho de que, dada su pública y reconocida ejecutoria socio-política, aun fuese capaz de preguntarse si era un hombre histórico”. Está en la página 1.

Gehard Cartay Ramírez ofrece una valoración personal, política y como gobernante de Luis Herrera Campíns, presidente de Venezuela en el período comprendido entre 1979 y 1984. Su texto arranca así: “Político e intelectual, con sólida formación ideológica y conocedor profundo de la idiosincrasia del venezolano, abogado de profesión, periodista por vocación y parlamentario por largos años, Luis Herrera Campíns fue elegido Presidente de la República a los 53 años de edad, en su segundo intento por llegar a ese destino. Había nacido el cuatro de mayo de 1925 en Acarigua, estado Portuguesa. Hombre de vasta cultura y lector incansable, a pesar de una cierta imagen pública de líder popular en apariencia rústico y dado a los refranes y la simplicidad que algunos han afirmado cultivó intencionalmente. Nunca se vanaglorió por hablar y leer varios idiomas y, probablemente, por una excesiva modestia muy pocas veces lo hizo público. Tal vez esta sea una de sus facetas desconocidas”. Ocupa las páginas 2 y 3.

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Luego de leer la recensión que Miguel Ángel Martínez Meucci escribió de Andrés Bello. Libertad, imperio, estilo (Editorial Roneo, 2019, Chile), el brillante libro de Joaquín Trujillo Silva, lo encontré disponible sin costo en la red. A ningún lector interesado en la cuestión debería inhibir que el libro tenga 860 páginas: el Bello que nos ofrece Trujillo Silva fluye, se presenta bajo un prisma personalísimo y magnético y, lo fundamental, vuelve a la figura para interpretarlo con los recursos de las tres categorías mencionadas. Dice Martínez Meucci: “Como indica el título, libertad, imperio y estilo son los tres ejes de interpretación que propone Trujillo Silva para comprender a Bello. Si en la magnífica biografía escrita por Iván Jaksic (Andrés Bello. La pasión por el orden) es el concepto de orden el que sintetizaría de algún modo el espíritu del gran caraqueño, haciendo girar en torno al mismo sus principales sensibilidades, anhelos y desvelos, Trujillo Silva encamina su interpretación hacia el concepto de gramatocracia, aproximándose progresivamente a él mediante esos tres principios vertebradores. Principios que, como dice el autor en la introducción del libro, equivalen a «soltura, firmeza y flexibilidad».

Julio Rodríguez Berrizbeitia, jurista, investigador, docente universitario, autor de varios libros de vocación filosófica e Individuo de Número de la Academia de Ciencias Políticas y Sociales, ha publicado El mapa del Derecho en el análisis de Thomas Kuhn (2022). Dice Gerardo Vivas Pineda, en la página 6: “El libro bajo reseña comprende 15 capítulos de variada extensión, más una introducción donde el Julio indagador recuerda sus primeras aproximaciones a la relación entre el pensador y el hombre de leyes. Sus acercamientos a la obra kuhntiana motivaron un monitoreo posterior más profundo del norteamericano, cuyas novedosas perspectivas acerca del paradigma en el campo de la Ciencia renovaron el pensamiento filosófico, lo rociaron con pimientas de desacuerdos, críticas y censuras, y pusieron a pensar a propios y extraños. Con todo y los desencuentros, una catapulta de reconocimientos académicos elevó a Kuhn hacia las alturas de Harvard, Berkeley, Princeton y MIT, e insertaron en Rodríguez el objetivo prioritario del nuevo libro”.

Una herencia de la pandemia, que cada día adquiere más consistencia y proyección, es la de los encuentros virtuales. Se presentan libros, se hacen foros y hasta se realizan programaciones consecutivas, a lo largo de días, como congresos, ferias literarias y más. Sorprende la acogida y la difusión que algunos de estos eventos logran, con los accesibles recursos de la tecnología. Aunque no reemplazan las emociones de los encuentros personales, hace viables proyectos que, del modo tradicional -costosos y muy complejos de producir- serían inviables.

Entre el 22 y el 25 de septiembre se realizó la III Feria Virtual del Libro de Cajamarca, Perú. En la misma participó Alejandro Varderi, escritor venezolano residenciado en New York. Allí leyó su ensayo Acompañar la vida, que reproducimos en la página 7, memoriosa reconstrucción de su periplo literario: “Soy el producto de un taller literario; de la experiencia compartida de escritura automática, colectiva e individual, de un grupo, un laboratorio de literatura que entre 1976 y 1981 editó la revista La Gaveta Ilustrada y creyó, con Lautreamont, que “la poesía debe ser hecha por todos”. La poética que me atañe, es decir el discurso que se ocupa del hecho literario en sí, será también —como quería Todorov— un producto del puro lenguaje, contaminado por la historia personal, vivida o soñada pero lo suficientemente lejana ya para que haya dejado de pertenecerme como anécdota, y empiece a interesarme como materia transformable con la cual trabajar, a fin de recrear mi propio pasado o inventar otro.

Escribo entonces seducido, no tanto por la fantasía del ser escritor, sino para consignar muchas cosas que hubiese querido tener y ser pero que nunca tendré ni seré; algo así como si la literatura fuese la prueba sensible de no haberlo perdido todo. A ese vacío me aferro, aún a sabiendas de ser yo quien poco puede ofrecerle, salvo este deslumbramiento ante la materia que la conforma y bajo cuyo cielo pretendo algún día alcanzar a reconocerme”.

Poeta, periodista y editora, Adriana Gibbs (1966) ha publicado 365 días. Uno para cada vino, libro reconocido como el “mejor libro digital de vinos”, en los Gourmand World Cookbook Awards 2022. En la página 8 está la entrevista que le hice: “Yo llegué al vino desde la poesía. Descubrí mi gusto por el vino a los 22 años en el taller de poesía que impartió Harry Almela durante un año en el CELARG. Empecé lentamente a leer y aprender de vinos. Saber de vinos no solo se ha traducido en más disfrute en el paladar, diría que ha ensanchado mis caminos vitales. Aprender a catar vinos, por ejemplo, me ha convertido en una mujer más atenta al “catar” un paisaje, una conversación, un afecto. La vida se cata. Bien lo dice el autor francés Andrés Dominé: Saber lo que se bebe aumenta el placer”.

El próximo 9 de noviembre recordaremos uno de los mayores pogromo de la historia, ataques simultáneos en numerosas ciudades de Alemania y Austria, ocurridos en 1938. Muchos historiadores entienden La noche de los cristales rotos como el antecedente decisivo hacia el Holocausto. Pero no solo eso: a medida que el islamismo radical hace esfuerzos sistemáticos para expandir sus acciones y sus tentáculos por el mundo, son cada vez más numerosas las voces autorizadas que se levantan para señalar los vínculos de éste con el nazismo. En las páginas 9 y 10 viene el artículo de Jeffrey Hart,  Las raíces nazis del odio islamista, cuyo primer párrafo dice: “A principios de junio de 1946, Haj Amin el-Husseini, también conocido como el Gran Mufti de Jerusalén, escapó de un año de agradable arresto domiciliario en Francia y voló a El Cairo. Husseini, por entonces a menudo conocido en Egipto simplemente como “el Mufti”, era reconocido internacionalmente como colaborador de la Alemania nazi como resultado de su reunión con Adolf Hitler en Berlín en noviembre de 1941, y sus diatribas en árabe para “matar a los judíos”. Transmitido al Medio Oriente en los transmisores de radio de onda corta del Tercer Reich, Husseini fue una figura clave en una fusión ideológica y política entre el nazismo y el islamismo que alcanzó una masa crítica entre 1941 y 1945 en la Alemania nazi, y cuyos adherentes buscaron bloquear el Plan de Partición de las Naciones Unidas para establecer un Estado árabe y otro judío en el antiguo Mandato Británico”.

Mis palabras de aliento para todos.

Nelson Rivera, director del Papel Literario del diario El Nacional

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