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Amigos lectores:

En noviembre del 2020, la Galería GBG Arts -Caracas- inauguró una exposición que presentaba dos de los trabajos fundamentales del fotógrafo Luis Lares (1951-2021): Permeables y Hombres de carbónMaría Elena Ramos ha editado el texto que escribió para aquella ocasión, y así adaptarlo al espacio disponible en el Papel Literario. Se titula Dos momentos en la fotografía de Luis Lares.

Escribe Ramos sobre Permeables: “Hemos dicho que el color, las formas circulares, el movimiento, son aquí elementos protagónicos. Pero más nuclearmente lo son los seres humanos, y Lares se concentra en ellos, en su corporalidad, pero también en algo de su ánimo, hecho visible al momento de la toma. Cuerpos que corren, o que se sientan al fondo de las esferas, o se arrodillan, o alguno que parece detenerse solo para el fotógrafo que lo mira y que lo pondrá a ser actor principal, lejos ya de ser solo una mancha dentro de otras manchas cromáticas, o un punto dentro de algún óvalo, o una bruma fugaz entre una y otra zona del laberinto.

Son gestos humanos que se detienen ahora, ya adentro de la fotografía, para mostrarnos de paso que el arte –y este de Luis Lares muy especialmente– existe esencialmente porque existen los otros”. Está en las páginas 1 y 2.

“Tal vez no exista un enigma más trascendente en la historia del arte venezolano y quizás en el arte internacional, que la obra de Bárbaro Rivas. Nació en el pueblo de Petare en 1893 y murió en ese mismo perímetro, en el Hospital Pérez de León en 1967.

Se conoce por ser un pintor autodidacta, quien dedicó toda su vida a traducir con insistente fervor el imaginario simbólico de la cultura teológica, histórica, legendaria y religiosa que rodeaba las aristas de su entorno. Durante muchas décadas, la crítica lo ha considerado como el más importante de los pintores ingenuos venezolanos”: así arranca la recapitulación que Lorena González Inneco le dedica a Bárbaro Rivas.  Página 3.

En la página 4, Katherine Chacón presenta “Miradas de agua”, exposición que reúne obras de Claudia CebrianLara Di CioneSofía MaldonadoDaniela QuiliciCarmen Smith y Toña Vegas, “en torno a este elemento”.

Escribe Chacón: “Aunque el conjunto es diverso en lenguajes, modalidades y técnicas, estas creadoras comparten prácticas en la que el foco conceptual se desliza hacia lo subjetivo, al integrar la intuición, la emoción, y la mirada interior, y permitir la aparición sugerente, casi metafórica, de la imagen. En estos trabajos hemos querido ver el fluir de esa “fisiología del agua onírica” propuesta por Bachelard, entendiendo que la imagen artística es, también, un campo soluble que bien puede reflejar aquello que en nosotros es mutable e indefinido”.

Un reportaje de Johanna Pérez DazaLa migración venezolana a través del ‘ojo de la historia’, indaga en algunos de los trabajos realizados por varios fotógrafos:

“Desde lo documental y autoral, la fotografía explora la migración venezolana y, sin embargo, no deja de ser, apenas, una pequeña porción de la abundante cantidad de información y cruces en torno a este complejo problema, visto a veces desde la óptica del emigrante (pone el foco en la persona que sale de su lugar de origen), otras desde el inmigrante haciendo referencia a esa misma persona, pero desde la perspectiva de quien ya ha llegado a su nuevo destino para radicarse en él”. Páginas 5 y 6.

Las siguientes dos páginas, las ocupa un ensayo de Marisa Mena, concentrado en el trabajo con maniquíes que Alexis Pérez-Luna ha realizado durante décadas.

Un párrafo del texto de Mena: “El maniquí deja de ser un dispositivo inocuo de exhibición para convertirse en un mecanismo de seducción en la cultura de masas y un pasatiempo atractivo para los viandantes que transitan por las calles de las principales ciudades de Europa y América, quienes aún sin tener la posibilidad de comprar, podían pasearse para disfrutar de estos humanos de atrezzo.

El maniquí se integra así al paisaje urbano para transformarlo, tanto por su potente apariencia como por los diálogos visuales que establece con los seres humanos de quien es, a su vez, una suerte de réplica o simulacro. Una alteridad histórica entre “original y copia” mediante la cual se plantean problemas relacionados con la naturaleza de la identidad, derivada de los desdoblamientos voluntarios y forzados que se suscitan entre ambas partes. Maniquís que anhelan ser humanos; humanos que juegan a ser maniquís; suplantación de roles en una acción de calle con alcances sociales, comerciales, culturales y políticos”. Páginas 7 y 8.

Lorena Velázquez comenta Los plebe, documental que los cineastas Emmanuel Massú (mexicano) y Eduardo Giralt (venezolano) realizaron sobre el mundo de la llamada narcocultura en México: “La narcocultura es una ventana al mundo del narcotráfico, pero también es la aproximación a un imaginario colectivo que ha ido erigiéndose al margen desde hace décadas, hasta convertirse en una maquinaria, la narcomáquina, como la llama la investigadora Rosana Reguillo, un conjunto de prácticas diversas que han logrado penetrar en la vida cotidiana y que, como máquina de poder, avanza generando restos o cuerpos transformados por su accionar. El impacto es tal, según Reguillo, que la narcomáquina ha ido sofisticando el empleo de la violencia cada vez más para exhibir un poder total cuyo papel parece ser despojar a los cuerpos de toda humanidad mientras caza una guerra con el Estado”. Página 9.

Dos materiales ocupan la página 10: una breve nota de Alí E. Rondón sobre la producción de la telenovela Pantanal (exhibida por Televen en Venezuela) y un perfil -en la parte superior de la página- escrito por el periodista Evaristo Marín, en el que despide al compositor, letrista, cantante, productor musical, publicista y asesor político, Chelique Sarabia, fallecido en febrero de este año:

“Con Chelique Sarabia se le fue a Venezuela un gran protagonista musical. Su creatividad puede definirse como colosalmente espectacular. Compositor prolijo, en este país, mi país, tu país, deja más de 800 canciones, registradas con su nombre en la Asociación Venezolana de Músicos y Compositores. Pocos han logrado semejante proeza”.

Cierro copiando aquí la pregunta que Lorena González Inneco nos formula en las últimas líneas del ensayo que dedica a Bárbaro Rivas¿Estaremos invariablemente destinados a confrontar la nada sobre la endeble pendiente de un país que siempre espera?

Mis afectuosos saludos para todos.

Nelson Rivera, director del Papel Literario del diario El Nacional

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