fbpx
Fotos: Violeta Villar Liste

Violeta Villar Liste

La tradicional Siembra de Banderas en la Ciudad del Saber, a propósito del próximo inicio del Mes de la Patria, estuvo lleno de simbolismos: que el Dr. Eduardo Ortega Barría, secretario nacional de la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (Senacyt), fuera designado como orador y abanderado, reconoció el valor de la ciencia en esta lucha histórica que el país y el mundo han librado debido a la pandemia.

“Ser panameño es lo mejor que me ha podido pasar”, dijo el médico, el científico, el investigador, con la voz quebrada en la emoción de una mañana, la de este 21 de octubre, que abrió el amanecer con bailes y trajes típicos, en la antesala de una ceremonia, la más importante de la Fundación Ciudad del Saber y una de las más emotivas antes del noviembre Patrio.

Dr. Eduardo Ortega Barría, orador de orden

Salud, educación y valores son los elementos más importantes para una sociedad justa y equitativa.

“La salud de la fuerza laboral nos da productividad y competitividad; la educación, el capital humano que necesitamos para poder avanzar en el país y eso solo lo podemos lograr con valores. Debemos rescatar los valores que como nación tenemos y nos da identidad”, fueron lecciones que derivan del discurso  del Dr. Ortega Barría, durante la emotiva ceremonia. 

Recuerda la institución que la Siembra de Banderas se inspira en la gesta patriótica del 2 de mayo de 1958, conocida como Operación Soberanía, cuando cerca de 75 jóvenes universitarios, “en una operación clandestina y secreta, sorprendieron a las autoridades estadounidenses que administraban el Canal de Panamá y sembraron en varios lugares simbólicos, 65 banderas panameñas de manera pacífica, cívica y silenciosa, a la misma hora y en distintos puntos claves de la Zona del Canal de Panamá”.

Inspirados en esta acción, y porque la historia solo existe cuando se le honra en la memoria, la Fundación Ciudad del Saber, en su edición número 16, volvió a testimoniar la valentía de quienes lucharon por recuperar la soberanía, replicando en los jardines situados frente a la sede de la institución, la Siembra de Banderas, en simetría perfecta y en gesto compartido por colaboradores,  familiares, amigos y visitantes. 

La Ciencia honra a la Patria; la Patria honra a la Ciencia 

La Ciencia ha honrado a la Patria panameña al dar lo mejor en esta lucha histórica de la salud pública. La Patria, a su vez, honra a la Ciencia al reconocer su valor y su legado en esta nueva batalla.

El Dr. Jorge Arosemena, presidente de la Fundación Ciudad del Saber, recordó que el acto de Siembra de Banderas honra a quienes iniciaron desde 1958 los actos de Siembra de Banderas que luego llevaron a los hechos del 9 de enero. “Es por ello que estamos aquí: Porque no debemos olvidarlos”.

Dr. Jorge Arosemena

Destacó el honor de la selección, como orador y abanderado, del Dr. Ortega Barría, “panameño, chorrerano, de méritos múltiples”.

Irene Perurena, vicepresidenta ejecutiva de la Fundación Ciudad del Saber, trazó el perfil del abanderado: Médico, investigador, con estudios de Medicina, especialización en Pediatría, enfermedades infecciosas y en Parasitología, entre otros méritos de quien ha tenido una vida de servicio.

Irene Perurena

“La más alta distinción en mis 35 años de servicio profesional” 

El Dr. Ortega Barría afirmó que esta distinción es sin duda “la más importante que he recibido en mis 35 años de profesional médico, académico y científico, por lo que representa para mí como ciudadano de este país, el cual crecí amando a través de las enseñanzas de mis padres y maestros, quienes me inculcaron esa fe inquebrantable que trabajar para él era lo mejor que podías hacer en tu vida”.  

“Ser panameño es lo mejor que me ha podido pasar, y aunque dicen que el nacimiento es un accidente geográfico, siempre me he sentido especial por haber nacido y crecido aquí”, afirmó.

El reto de la salud pública

Reflexionó que hoy el país “vive quizás la crisis social más profunda de sus últimos 200 años, más allá de la Guerra de los mil días entre 1899 y 1902, que sirvió de preámbulo a nuestra separación de Colombia en 1903; y la sanitización de la ciudad de Panamá, que fue uno de los lugares más insalubres del nuevo mundo, en aquella época. 

Observa que ahora estamos ante otro reto de la salud pública que lleva “a definir el país que queremos y donde la ciencia y la tecnología nuevamente juegan su papel histórico”. 

La pandemia ha causado el colapso de la vida como la conocíamos y el impacto sobre la salud, la economía, y la educación han sido incalculables.

Al respecto, considera que hay tres elementos claves hacia una sociedad más justa y equitativa: “La salud, la educación y los valores de su población”.  

“La salud nos garantiza una fuerza laboral productiva y competitiva;  la educación cimentada en valores sólidos nos garantiza el capital intelectual necesario para la generación y transferencia del conocimiento que nos permita hacer el cambio social que necesitamos y hoy está pendiente”.

Analizó que “si queremos utilizar la ciencia y la tecnología como un vehículo de cambio social sostenible e inclusivo, primero tendríamos que darle el reconocimiento que se merece y no lo podemos hacer invirtiendo solo el 0.15% del PIB en investigación y desarrollo. 

Además de incrementar sustancialmente esa inversión y desarrollar los mecanismos que permitan su ágil gestión, necesitamos reestructurar la arquitectura de nuestro ecosistema de innovación para enfrentar los desafíos de nuestro tiempo”. 

Los investigadores nacionales, precisó, debemos creernos que podemos transformar el país y ayudar a resolver sus grandes problemas como ha sucedido en el caso de esta pandemia. 

“En el proceso es importante convencer a los tomadores de decisión y al sector público que sin su compromiso serio y decidido seguiremos siendo uno de los diez países más desiguales del mundo, sumido en el subdesarrollo científico. 

Por otro lado, las universidades tienen el gran desafío de dar el salto cuántico de calidad que todos esperamos, para convertirse en el eje central de la generación y transferencia del conocimiento que la sociedad demanda”. 

Considera que la academia debe “transformarse a una velocidad más acelerada acorde a la naturaleza evolutiva de las tecnologías de hoy y del mañana. La educación de postgrado y la formación de investigadores y profesionales en carreras STEAM (ciencia, tecnología, ingeniería, arte y matemáticas) necesita acelerarse, para alcanzar rápidamente la masa crítica de científicos que el país requiere, estimada en mil por cada millón de habitantes”.  

“La comunidad científica tiene que ser más diversa para atraer mayor número y rango de personas a la ciencia y catalizar la creatividad científica y la innovación; aquí la equidad de género es aún una deuda pendiente. 

Esto no ocurrirá si no establecemos el sistema adecuado de reconocimiento a la ciencia, a los científicos y a su labor.

Debemos, enfatizó, desmitificar la ciencia con la adecuada divulgación para las audiencias no-científicas que permitan identificar sus muchos y evidentes beneficios, favorecer su consumo y contrarrestar el dañino movimiento anti-ciencia que nos amenaza desde sus pocos, pero ruidosos voceros locales; cuyo verdadero peligro lo constituye hoy la masiva desinformación de los medios digitales financiados y organizados internacionalmente».

La ciencia panameña respondió con éxito a la tarea

El Dr. Ortega Barría destacó el valor de la formación, en su caso, en particular, la escuela secundaria donde “aprendí a amar a mi país, moldeó mi identidad como panameño, a reconocer que la lucha por la recuperación del Canal y terminar la presencia estadounidense en Panamá eran aspiraciones justas”.

“La pandemia que nos azota hoy me encontró preparado y listo para servir, la crisis me juntó con muchos otros que, al igual que yo, estaban preparados para ese compromiso. El capital intelectual sirvió como se esperaba: la ciencia panameña respondió con éxito a la tarea. 

La trazabilidad se implementó, se escogieron las mejores vacunas, las pruebas diagnósticas moleculares y antigénicas se adaptaron e implementaron, los estudios de seroprevalencia se ejecutaron, los estudios de vacunas se hicieron; la evidencia científica se comunicó efectivamente y la población la asimiló. 

Nuestros médicos y enfermeras se fajaron en las salas de hospitales y en los hospitales de campaña, así como en los sitios de vacunación. 

No hemos vencido al virus, pero lo hemos hecho retroceder lo suficiente para dar una ojeada a la vida que hasta hace 18 meses llamábamos normal. No fue coincidencia, es el resultado de aquellas políticas de desarrollo de capital humano especializado; de una visión, convertida en acción y que hoy, ante una crisis muestra sus frutos”.

Reflexionó que Panamá le ofreció un lugar “donde era seguro ser joven, donde el esparcimiento sano era la norma y no la excepción; donde los valores comunitarios de solidaridad y respeto, el respeto por la naturaleza, y sus tradiciones folclóricas, nos daban la oportunidad de crecer a nuestro máximo potencial. ¿Cómo replicamos nosotros las condiciones para que nuestros niños y jóvenes se atrevan a soñar, aspirar y cuestionar?”

La clave, afirma, está en los valores y en la determinación de todos los que habitamos este país. Es una tarea donde todos podemos colaborar, sin duda Panamá tiene el talento y capital humano para contribuir en esa tarea. 

Subrayó que la pandemia ha demostrado que somos vulnerables,”que todo puede cambiar súbitamente” y la solidaridad es el camino.

Al aplauso que cerró el discurso, siguió la siembra de la primera Bandera por parte del Dr. Ortega Barría.

Siembra de la primera Bandera durante el acto

Luego, una fila de niños, adultos y jóvenes, en recuerdo de la memoria de los primeros héroes que sembraron soberanía, replicaron el gesto histórico: ahora, en Ciudad del Saber, ondea un jardín de Banderas en tributo a una generación que fue y también será.