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Por: Dr. Miguel A. Cedeño

El autor de este texto es el doctor Miguel A. Cedeño T., psiquiatra y catedrático de Psicopatología y Psiquiatría Clínica de la Facultad de Medicina de la Universidad de Panamá

A finales de la década de los ´70, el tema de la sexualidad humana aún era percibido como tabú en la mayoría de las sociedades del planeta. Todavía en el campo científico, la temática tampoco se ubicaba en una primera línea de importancia entre los asuntos de interés.

En el caso de Panamá, en la Facultad de Medicina la temática se abordaba muy tangencialmente en las cátedras de Ginecología y Urología, en cuyos tratados sobresalían los aspectos anatómicos y fisiológicos de la misma.

Para esa fecha, en nuestra cátedra de Psiquiatría, fue invitada una persona quien, presentado como psicólogo experto en sexología humana, nos impartiría dos clases.

Ambas conferencias resultarían un compendio erudito de los diversos aspectos inherentes a la sexualidad humana, y sobre todo, una exhaustiva explicación sobre la interacción de los mismos, así como las patologías del área sexual.

El nombre del invitado era Alejandro CantónDutari, y realmente nos aportó una base actualizada sobre el tema, mucho de lo cual desconocíamos en ese momento a pesar de que ya nos acercábamos a recibir nuestros diplomas de médicos.

Lejos estaba de pensar que tiempo después compartiría actividades laborales por cinco años con el Dr. Cantón, específicamente en el servicio de Psiquiatría del Complejo Hospitalario Metropolitano de la Caja del Seguro Social de Panamá, Dr. Arnulfo Arias Madrid, donde pude observar directamente cómo aplicaba, con dedicación y maestría, sus conocimientos en los pacientes que atendía y en los programas que dirigía.

Retirado desde hace algunos años, y viendo el auge que los temas sobre sexología y sexualidad humana han tomado en los últimos años, consideré muy importante sostener una entrevista con el Dr. Cantón, panameño pionero en el tema, la cual no dudaba, nos permitiría conocer aspectos tanto académicos como históricos sobre la temática en Panamá.

Con la amabilidad y cortesía que lo caracteriza, y haciendo un esfuerzo por las limitaciones visuales que actualmente le afectan, accedió gustoso. Este es el producto de este diálogo, un importante legado de su parte y un humilde homenaje de la nuestra.

Vida sexual plena

M.C: A pesar de las últimas transformaciones sociales ocurridas a nivel mundial y del avance de la Ciencia y la Tecnología, el tema de la sexualidad no deja de ser de algún modo tabú aún en nuestros días. A manera introductoria ¿cómo define usted sexualidad?

A.C: La sexualidad abarca un componente emocional, un componente fisiológico, un componente genital,  y a mi manera de ver las cosas, la sexualidad debe ser capaz de llevar a una persona a tener un proceso de comunicación íntima entre dos personas que sería lo que tradicionalmente se espera, o una expresión privada de su satisfacción.

M.C: En consonancia con lo anterior, ¿qué representa para usted una vida sexual plena?

A.C: Una vida sexual plena es saber expresar, si se quiere, a través del contacto físico, una comunicación de amor, afecto, y satisfacciónen una pareja.  

Sexualidad y trastornos

M.C: Con respecto a la sexualidad encontramos diversos trastornos. Quizás debamos iniciar con aquellos asociados a las diferentes fases del acto sexual como la falta de deseo sexual o anorgasmia en ambos sexos, o la disfunción eréctil o la eyaculación precoz en varones, que da la impresión son los más frecuentes en las consultas psiquiátricas. ¿Es esto así? ¿Cuál ha sido su experiencia en cuanto a la incidencia y al tratamiento de dichos trastornos en nuestro medio?

A.C: La eyaculación precoz ocurre por causas tanto fisiológicas como psicológicas, y consiste básicamente en una disminución violenta del nivel de resistencia del placer. Algo curioso es que muchos eyaculadores precoces no sienten placer. En mi práctica profesional, este era el desorden más frecuente en varones, sin embargo, en los varones también era frecuente la disfunción eréctil.

En cuanto a las mujeres, el trastorno más habitual era la dificultad de llegar a un orgasmo, sin embargo, en mi experiencia, cuando una mujer lo padecía era porque tenía problemas con su pareja que no necesariamente eran de tipo sexual, porque sí era capaz de sentir placer sexual con otra persona o por sí misma a través de la masturbación. El tratamiento de estos desórdenes descartada toda la etiología fisiológica, es de tipo psicológico.

M.C: Hay otros desórdenes sexuales diferentes a los anteriores como las parafilias, que se consideran desviaciones sexuales ya que se trata de personas que  cometen actos sexuales irracionales o que escapan a una práctica sexual normal, como el sadomasoquismo, el fetichismo, el voyerismo, el exhibicionismo, la pedofilia y algunas otras. ¿Conoce algún tratamiento efectivo para este tipo de trastornos?

A.C: Debo empezar señalando con respecto a las llamadas parafilias que no se ha obtenido un gran éxito en su tratamiento. Tampoco existe una explicación clara en cuanto a la etiología de estos tipos de expresión de la sexualidad llámese pedofilia, fetichismo, voyerismo… Se dice, pero básicamente para salir del paso, que la etiología es biopsicosocial. Aunque yo he visto personas con parafilias que también sufren de otros desórdenes como alcoholismo, o padecen de un trastorno obsesivo compulsivo, por ejemplo, pero no me atrevería a decir que hay una etiología o un tratamiento específico para las mismas. En un momento dado se probó con la llamada castración química pero a la larga no dio resultado.

M.C: Siguiendo en esta misma línea, la pedofilia se ha vuelto un tema mundialmente cotidiano por los múltiples casos ocurridos que involucran a sacerdotes de la iglesia católica. Aun cuando es un tema espinoso, que no tiene la obligación de responder, ¿Qué evaluación hace usted de esta situación como especialista en la materia?

A.C: Bueno, con respecto a este tema, yo siempre he encontrado curioso que una persona decida renunciar a la expresión de su sexualidad, lo que para mí no tiene sentido. Casualmente, el renunciar a algo muy metido en nuestros genes, si se quiere, tiene consecuencias y esta puede ser una. Por otro lado, estos casos se dan con menores, grupos vulnerables, en los cuales muchas veces se utiliza la sustitución de la figura paternal y una gran cantidad resultan muy indefensos ante esta manipulación.

Homosexualidad desde una visión conductista

M.C: Otro tema inevitable cuando se habla de sexualidad es la homosexualidad. La condición homosexual  ha ido pasando por diferentes etapas con respecto a la visión de la sociedad, incluso dentro de la visión académica. Por mucho tiempo fue evaluada desde el morbo y el estigma, en época más reciente se clasificó como un trastorno mental y actualmente suele considerarse una variación normal de la sexualidad humana que incluye también a la heterosexualidad y la bisexualidad. ¿Qué opina usted sobre la homosexualidad y cómo evalúa la evolución que ha tenido su visión desde lo biológico, lo ético, y lo social?

A.C: Realmente durante mis primeras décadas en la que trabajé en sexología clínica la homosexualidad estaba catalogada como una enfermedad, tanto en la clasificación del DSM de la Asociación Psiquiátrica Americana, como en la CIE de la Organización Mundial de la Salud, pero creo que por motivos de presión política, y porque hasta la fecha no se ha logrado comprobar una etiología fisiológica de esta condición, ha ido variando, si se quiere, su importancia como posible entidad anómala.

Como conductista que soy, desde el principio participé en el grupo que a nivel mundial creía que a través de técnicas de aprendizaje la homosexualidad podía ser modificada, y se utilizaron muchas técnicas, pero en el caso mío, concluí, y así lo expresé en una publicación científica, que estas técnicas no funcionaban y que por lo tanto no las recomendaba.

Lo más lógico para mi entonces fue que cuando los homosexuales llegaban a mi consulta en busca de ayuda, mi planteamiento era que su orientación sexual no iba a cambiar y que tenían que aprender a vivir de una manera íntegra, protegiendo su salud mental en esta sociedad. De allí se originaron en nuestro medio las terapias de grupo de homosexuales, que tenían como objetivo ayudarlos a cambiar su visión sobre ellos mismos dentro del ambiente heterosexual donde vivía la mayoría. Estas terapias se mantuvieron por más de 30 años hasta que yo me jubilé y no las han continuado.

M.C: En sintonía con la pregunta anterior ¿qué opina usted de la irrupción del movimiento LGBT en el mundo?

A.C: Bueno en mi tiempo, existió el movimiento LGB, porque el T no tenía mucha incidencia en ese momento. Para mí es lógico que a nivel mundial aquellas personas con características similares se unan para reclamar igualdad de derechos. Tal vez la dificultad que yo encontré, es que en realidad, como especialista, me hubiera gustado participar más en lo concerniente al tema de la homosexualidad, pero no era prudente, ya que muchos pacientes que acudían a mi clínica privada venían, si se quiere, escondidos, y no era conveniente que por el hecho de atenderse conmigo fueran considerados necesariamente homosexuales.

La escala de autoevaluación sexual

M.C: ¿Utilizaron ustedes muchos instrumentos auxiliares en el diagnóstico y tratamiento de los trastornos sexuales?

A.C: En sexología clínica, en el área conductista se trabajó con tecnologías específicas, como los choques parálicos a niveles mínimos (apenas un cosquilleo, no un electroshock como decían algunos), lo cual se usaba como un aviso a la persona si estaba teniendo o no una respuesta, aunque yo en lo particular no lo utilicé. También se estuvo utilizando para el diagnóstico y tratamiento de las disfunciones eréctiles el pletismófaro penil que medía la cantidad de erecciones que una persona podía tener ante un estímulo. Aquí los estímulos eran diapositivas. Yo desarrollé una escala que denominé de autoevaluación sexual, la cual daba una visión realista de lo que sentía la persona ante cada estímulo y se le enseñaba a identificar su nivel ante cada estímulo y decidir si continuaba algún tipo de contacto con la otra persona, o si era mejor no continuar la relación.

VIH y guías de atención

M.C: En otro plano, pero también asociado a la sexualidad, tenemos la infección por VIH. Según usted, ¿Cómo influyó en la sexualidad la aparición de este  virus con potencial mortal en nuestro medio?

A.C: Bueno, me tocó vivir la situación de que muchos de mis pacientes murieron. Recuerdo que aquí en un congreso se invitó a Luc Montagnier, quien ganó el Premio Nobel por el descubrimiento del VIH. Él me decía, en ese momento, que estaba seguro de la aparición, sino de una cura, de la  combinación de medicamentos que tenían que ver con la proteasa, y si se iniciaba el tratamiento a tiempo, las personas afectadas podrían vivir. Y así ha sido: ya las personas con VIH que reciben retrovirales no desarrollan el SIDA. El tiempo de aparición de la enfermedad y la de los retrovirales puede considerarse bastante corto, aunque no tan corto como la actual vacuna contra COVID.

M.C: Usted dirigió un programa institucional dentro del Complejo Hospitalario de la Caja del Seguro Social de pacientes con VIH. Podría explicar ¿en qué consistía ese programa y qué evaluación retrospectiva hace del mismo?

A.C: Lo que hicimos en la Caja del Seguro Social fueron unas guías, y hacíamos una terapia especial para atender a las personas que acudían por sentirse homosexuales y de ellos muchos fueron pacientes con VIH, entonces se incluía el tema del VIH en las terapias que se daban semanalmente para que aprendieran a vivir con su situación.

Educación sexual empieza en casa

M.C: Otro de los temas espinosos con respecto a la sexualidad ha sido el de la necesidad de una Ley que garantice una adecuada educación sexual en las escuelas. Sabemos de la interminable lucha entre grupos conservadores y religiosos en contraposición con grupos más científicos y liberales. ¿Cómo evalúa usted esta situación y que recomendación hace usted al respecto?

A.C: En la mayor parte de Occidente ha habido una pelea entre el sector educativo y los grupos religiosos sobre la educación sexual en las escuelas, quizás por nuestra tradición judeocristiana. Yo estoy 100% de acuerdo con la implementación de clases de educación sexual, o información sobre salud sexual y reproductiva, como la quieran llamar, en las escuelas, entre otras cosas porque en la parte clínica de la sexualidad humana descubrí muchas creencias erróneas, supersticiones, sobre el tema.

Yo diseñé un formato de historia sexual, el cual publiqué en un libro en 1981, que se llamó Técnicas correctivas de la comunicación sexual, que era un libro de terapéutica clínica, a fin de contribuir en algo sobre el tema. En realidad en mis tiempos yo participé elaborando algunos programas de educación sexual para las escuelas, pero los grupos eclesiásticos los bloqueaban.

M.C: ¿Podría compartir algunos aspectos de esas creencias erróneas encontradas?

A. C: Sí, claro. Por ejemplo, me encontré con un adolescente de la capital, de una escuela privada, quien creía que ser virgen era tener el frenillo que conecta el caparazón del pene con el prepucio y tomó una navaja y se lo cortó, luego se le infectó.

Otro adolescente me preguntó cómo se colocaba una sonda a las mujeres si no tenían pene. Y por supuesto, muchos casos de niñas sin información en relación con los cambios que su cuerpo iba a presentar, que iban a menstruar y con esto entraban en una etapa de fertilidad.

Aunque la educación sexual no es solamente para evitar embarazos, esto es sólo una parte del asunto, la educación sexual es importante desde el punto de vista del conocimiento personal de cada niño o niña, desde el punto de vista del aseo genital, etc., todo esto favorece la salud mental, ya que evita problemas psicológicos o psiquiátricos por desconocimiento. Realmente, la educación sexual inicia en casa, pero si los padres no están preparados, entonces la cosa empieza y sigue mal.

M.C: Finalmente, algunas recomendaciones a las parejas panameñas con el fin de ayudarlas a llevar una vida sexual plena.

A.C: Me gusta esta pregunta. La principal recomendación es que al momento de escoger una pareja es preguntarse qué no quiere que tenga su pareja. Creo que así es más fácil. Lo segundo, es una buena comunicación, no debe haber un tabú ni en el lenguaje ni en el contenido de las necesidades sexuales de cada uno. Igualmente, para mí es muy importante la fidelidad y el compromiso.

M.C: Muchas gracias maestro.

A.C: Gracias a ti Miguel.

Por: Dr. Miguel A. Cedeño