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La intención de las cartas es plasmar la interacción simbólica, ya que no se entregan, con otra persona con la cual existe un conflicto o reclamo

Por: María Mercedes Armas (Psicóloga)

La licenciada María Mercedes Armas Barrios es psicóloga. Egresada de la Universidad Central de Venezuela. Es integrante del Observatorio Venezolano de los DDHH de las Mujeres y del Centro de Investigación Social Formación y Estudios de la Mujer.
@psico.mm.armas
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La escritura es una herramienta terapéutica que apoya a superar experiencias traumáticas. Entre sus beneficios tenemos: reduce del  estrés, permite redimensionar reflexivamente la situación dolorosa y abrir un proceso de autoconocimiento personal. Sin embargo es importante aclarar que no sustituye un proceso de psicoterapia, sino que más bien puede ser usada dentro del mismo como herramienta de apoyo.

Unos de los eventos que podemos trabajar a través de la escritura con fines terapéuticos son los duelos. Los procesos de duelo generan sufrimiento, en particular, si son duelos traumáticos, en los cuales la escritura expresiva permite sacar afuera las emociones e ideas asociadas al evento y procesarlas de una manera más eficiente. Esta técnica ha demostrado ser efectiva cuando se usa de manera sistemática durante un tiempo consistente, o hasta que la persona se sienta mejor emocionalmente y en la capacidad de manejar sus emociones sin que la desborden.

El psicólogo Adrián Montesano, uno de los expertos en el uso de la escritura como herramienta terapéutica, en el marco de la Terapia Familiar Sistemática, señala que el uso de la misma permite:

  • Integrar la experiencia en la identidad de la persona.
  • Clarificar e interiorizar lo que ha pasado.
  • Reflejar las tensiones vitales en la historia que se explican a sí mismas y que explican a los demás sobre quiénes fueron, quiénes son y quiénes quieren ser.
  • Procesar la información de una forma distinta al pensamiento, con más profundidad y con otra perspectiva.
  • La conciencia y la comprensión emocional son claves para que la persona pueda integrar su experiencia y así encontrar una fórmula para poder superar la situación.

Así como hemos hablado de los tipos de diarios, la escritura de cartas es otra modalidad que resulta terapéutica. La intención de las cartas es plasmar la interacción simbólica, ya que no se entregan, con otra persona con la cual existe un conflicto o reclamo, o simplemente la necesidad de expresar algún sentimiento positivo como amor o gratitud.

Las cartas son de especial utilidad para ayudar a cerrar procesos de duelo donde quedaron cosas por decir o han aparecido sentimientos de culpa o resentimientos.

Además de los beneficios de desahogar las emociones, las cartas también nos permiten darnos cuenta de cómo nos relacionamos con los demás, del tipo de vínculos que construimos, haciendo una reflexión sobre el mismo de ser necesario. En dichas cartas se pueden plasmar aquellas situaciones que tienen largo tiempo afectándonos y que han sido difíciles de afrontar; hablar de los sentimientos que no aceptamos tener o de las decisiones que queremos tomar.

Hay algunas cartas que suelen utilizarse como por ejemplo:

  • Una carta dirigida a ti mismo, en tu época actual o en etapas anteriores o posteriores (niñez, adolescencia, vejez)
  • A alguno de los roles que desempeñas; por ejemplo: una carta a ti mismo como madre, como profesional, como hijo, etc.

Escribir de esta manera permite identificar conflictos internos, así como temores, expectativas y clarificar vías de resolución de los mismos.

Finalmente, en cuanto a la escritura, se plantea la interrogante de si es mejor escribir a  mano o usar dispositivos. En esto hay diferentes opiniones, sin embargo habría que destacar que la escritura terapéutica hecha a mano, ofrece algunas ventajas adicionales: favorece los procesos cognitivos y neurológicos,  como la memoria, el  aprendizaje,  la concentración y asociación de ideas, la plasticidad cerebral y retarda el envejecimiento, solo por citar algunas.

En cuanto a sus fines terapéuticos; la escritura a mano:

  • Tiende a ser un proceso más íntimo y personal que teclear en un dispositivo.
  • Nos permite identificar conscientemente los contenidos que queremos modificar, borrar o eliminar, que se hace de manera más automática con los dispositivos, y darnos cuenta de la evolución de nuestras ideas y emociones en cuanto al tema que escribimos.
  • Nos hace conscientes de nuestro cuerpo al usar el bolígrafo y el papel como objetos para expresarnos; nos hacemos conscientes de nuestras tensiones al escribir, de la fuerza o debilidad de nuestros trazos.
  • Ayuda a ralentizar nuestros ritmos que tienden a ser más rápidos y automáticos al usar dispositivos.

Solo queda probar la técnica, comencemos a escribir de manera sistemática, para poder evaluar y darnos cuenta de que, realmente, escribir nos hace sentir bien.

Por: María Mercedes Armas (Psicóloga)