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Imágenes: Roxana Muñoz
No basta con verles más altos. El crecimiento infantil es un semáforo de salud y su monitoreo puede alertar a madres y cuidadores sobre condiciones hormonales, nutricionales o genéticas

Por: Roxana Muñoz

Periodista, con una especialización en periodismo y salud. Desde la intersección entre el periodismo, la educación y los derechos humanos, desarrollo proyectos editoriales que promueven el pensamiento crítico, la ciudadanía digital y la igualdad.  

El crecimiento infantil es una de las señales más visibles, y también más subestimadas, del estado de salud de niñas y niños. Va mucho más allá de sumar centímetros en una cartilla médica. Puede reflejar el funcionamiento de las hormonas, la nutrición y otras situaciones.

Aunque la mayoría de las veces los padres se preocupan al comparar a sus hijos con sus primos u otros niños, los verdaderos indicadores están en otro lado: las curvas de crecimiento, la talla familiar y la velocidad con que crecen.

Este año, el Congreso de Pediatría de Panamá 2025, organizado por la Sociedad Panameña de Pediatría (SPP), tuvo como eje central la endocrinología. Entre el 18 y el 20 de junio se presentaron ponencias relacionadas con el crecimiento infantil, a cargo de especialistas como la endocrinóloga pediátrica Maya Serrano (Guatemala), la pediatra panameña Grisell Villarreal y la pediatra endocrinóloga Liliana Neil.

El congreso también rindió homenaje a la doctora Lilia Isabel Núñez Jáuregui, reconocida por su trayectoria en la endocrinología pediátrica y su compromiso con la formación de nuevas generaciones de profesionales panameños. El evento también fue escenario para la juramentación de la nueva Junta Directiva de la Sociedad Panameña de Pediatría para el período 2025-2027, presidida por la Dra. Geraldine Norte

Empecemos por el percentil

En las evaluaciones de crecimiento infantil, los pediatras utilizan las llamadas curvas de crecimiento que muestran los percentiles. Estos percentiles indican cómo se compara el crecimiento del niño con respecto a otros de su misma edad y sexo. Por ejemplo, si un niño está en el percentil 25 de talla, significa que el 25% de los niños de su misma edad mide igual o menos, y el 75% mide más. Estar por debajo del percentil 3 o alejarse bruscamente de su curva habitual puede ser una señal de alerta que justifique una evaluación médica más detallada.

Sin embargo, “No todos los niños deben estar en el promedio. Lo importante es que crezcan dentro del rango que les corresponde según su genética o antecedentes familiares”, explicó en una entrevista para La Web de la Salud la doctora Grisell Villarreal, especialista de la Unidad de Nutriología del Hospital del Niño.

Dra. Grisell Villarreal

¿Y si el problema es la tiroides?

Una preocupación común en consulta es asociar automáticamente el sobrepeso infantil con trastornos de la tiroides. Pero no siempre es así. “Muchos niños con sobrepeso presentan una TSH levemente elevada sin que exista una alteración real de la glándula. Es una respuesta adaptativa del cuerpo. En esos casos, lo prioritario es abordar el peso y repetir los exámenes antes de alarmarse”, explicó la doctora Liliana Neil, jefa del Servicio de Endocrinología del Hospital Pediátrico de Alta Complejidad de Ciudad de la Salud, Caja del Seguro Social.

Dra. Liliana Neil

En su conferencia Análisis  de las pruebas tiroideas en la consulta pediátrica, la doctora Neil detalló para los pediatras cómo interpretar las pruebas de tiroides —TSH, T4 libre, anticuerpos— y cuándo es necesario referir al paciente a un endocrinólogo pediátrico. Recalcó que un resultado alterado no siempre implica una enfermedad: “Es clave entender el contexto clínico. No todos los resultados fuera de rango requieren tratamiento hormonal”.

Sí debe sospecharse de un problema tiroideo cuando hay otros signos además de los valores en sangre. Por ejemplo:

  • Talla baja o desaceleración del crecimiento.
  • Retraso en la pubertad.
  • Cansancio persistente, piel seca, estreñimiento.
  • Presencia de bocio (aumento del tamaño de la glándula).
  • Anticuerpos tiroideos positivos y TSH elevada.
  • T4 libre baja, incluso con TSH aparentemente normal (lo que podría indicar hipotiroidismo central).

“La causa más común en niñas y niños es la tiroiditis autoinmune o de Hashimoto, que puede pasar desapercibida si no se solicitan los estudios adecuados”, explicó Neil. Relató el caso de una adolescente que, a pesar de tener una hermana gemela con desarrollo normal, mostraba baja estatura, piel reseca, voz gruesa y pubertad atrasada. Tras varias consultas con especialistas, el diagnóstico de hipotiroidismo marcó un punto de inflexión: “Con el tratamiento adecuado, recuperó su crecimiento y su bienestar”, dijo.

El mensaje es claro: no todo aumento de peso es por la tiroides, pero tampoco debe pasarse por alto cuando hay signos de alerta. “El hipotiroidismo no tratado puede afectar la talla, el desarrollo puberal y el aprendizaje. Detectarlo a tiempo evita complicaciones”, concluyó la especialista.

¿Qué es la hormona de crecimiento y cuándo se necesita?

Dra. Maya Serrano

La hormona de crecimiento (GH) es una proteína producida por la hipófisis, una glándula en la base del cerebro. Se libera en picos, sobre todo durante el sueño profundo, y actúa en todo el cuerpo: estimula el alargamiento de los huesos, fortalece los músculos, regula el metabolismo y tiene efectos sobre el sistema nervioso, inmunológico y reproductivo.

“La hormona de crecimiento no es solo una cuestión de estatura. Está involucrada en muchos procesos del cuerpo, incluyendo la memoria, la fertilidad futura y la salud metabólica,” explicó  en una entrevista la doctora Maya Serrano, pediatra en la Unidad Nacional de Oncología Pediátrica en Guatemala.

El déficit puede ser congénito o adquirido, y no siempre es evidente. La sospecha surge cuando hay desaceleración del crecimiento, talla muy por debajo del percentil 3, edad ósea retrasada, pubertad tardía o antecedentes neonatales como hipoglucemia.

El diagnóstico se basa en una evaluación clínica completa, pruebas hormonales, seguimiento del crecimiento y, en algunos casos, estudios de imagen.

“La GH se libera en pulsos. Una medición aislada no sirve. Lo importante es el historial y los controles bien hechos,” señaló la especialista guatemalteca en su ponencia Hormona de crecimiento no solo una cuestión de altura.

El tratamiento consiste en inyecciones diarias de hormona recombinante, con controles regulares, y se indica solo cuando hay un déficit comprobado o en condiciones específicas como síndrome de Turner, enfermedad renal crónica o retraso severo del crecimiento intrauterino.

El principal reto en el uso de estos tratamientos es su alto costo, así como la necesidad de desmontar mitos persistentes que han sido desmentidos por la evidencia científica. La hormona de crecimiento no provoca un desarrollo desproporcionado, no aumenta el riesgo de cáncer ni afecta la fertilidad.

“No todos los niños con talla baja necesitan hormona de crecimiento, y no es un tratamiento estético. Pero cuando está bien indicado, puede cambiar su calidad de vida”, recordó la doctora Serrano.

Crecer con condiciones especiales

«Para los infantes que tienen alguna condición genética o neurológica existen curvas específicas de crecimiento, y esas son las que se deben usar en consulta como son los casos de niños con síndrome de Down, Turner, acondroplasia o parálisis cerebral. No usarlas puede llevar a diagnósticos erróneos”, explicó la doctora Grisell Villarreal, quien en el congreso pediátrico ofreció la ponencia: Patrones de crecimiento infantil y especiales.

En la población infantil con síndrome de Down, se ha normalizado la idea de que tienen más peso que otros, cuando a veces esto tiene más relación con costumbres, como la de premiar o consentir a través de la comida o el exceso de comidas azucaradas o ultraprocesadas.  “No deberíamos aceptar como ‘normal’ ese exceso de peso solo porque ocurre con frecuencia. Se ha demostrado que puede aumentar el riesgo de diabetes y enfermedades cardiovasculares,” advierte.

“Estar más delgados, dentro de su curva, puede ser lo más saludable para ellos”.

Acompañar el crecimiento dentro y fuera de la consulta

Imagen de Freepik

El monitoreo regular, el diálogo con el pediatra y la comprensión de conceptos como el percentil o la velocidad de crecimiento pueden marcar una diferencia: detectar a tiempo un trastorno hormonal, evitar preocupaciones innecesarias o buscar un tratamiento oportuno.

Pero fuera del consultorio, niños y niñas también necesitan sentirse acompañados. Eso implica evitar comparaciones que solo generan ansiedad y prestar la misma atención al crecimiento de las niñas que al de los niños. Como recordó la doctora Maya Serrano, a veces se resta importancia a la talla de las niñas bajo ideas como “para eso existen los tacones”, cuando en realidad el crecimiento también es un indicador importante de salud en ellas.

Los niños con talla baja, o con cualquier otra característica que los haga sentir diferentes, necesitan además apoyo emocional. Validar sus emociones, no minimizar sus experiencias y reforzar su autoestima también es cuidarlos.

La doctora Serrano, quien en Guatemala trabaja con un equipo interdisciplinario, lo resumió así: los niños con talla baja pueden ser blanco de comentarios que los afectan. Necesitan sentir respaldo en casa y saber que también pueden buscar ayuda afuera cuando lo necesiten.

Por: Roxana Muñoz