fbpx
Imagen de Freepik

Por: Dr. José L Cevallos G. Md, PhD

El Dr. José L. Cevallos MD, PhD es Médico Cirujano egresado de la Universidad Central de Venezuela (1963). Médico Especialista en Medicina Interna, UCV (1968). Médico Especialista en Endocrinología, Harvard Medical School of Medicine, Boston, USA (1971). Doctor en Ciencias Médicas (PhD), UCV (2003). Director del Laboratorio de Investigaciones Clínicas de la Facultad de Medicina, UCV (1975-presente)

La glándula (G) tiroides, en forma de alas de mariposa, está ubicada en la parte anterior del cuello, por lo cual es la única G endocrina que se puede ver, palpar y hasta auscultar, además de los testículos, lo cual facilita su examen clínico, y permite que cuando varía en forma, tamaño y consistencia, el mismo paciente sea capaz de notarlo y consultar.

Las hormonas (H) producidas por esta G, son las llamadas T3 y T4 (Tri y Tetrayodotiroxina), las cuales tienen la particularidad única en escala zoológica, de incorporar a su molécula el elemento yodo (I), el cual se obtiene fundamentalmente de alimentos de origen marino, o mediante el añadido industrialmente a la sal de mesa (la sal marina pura no contiene yodo).

El I es sumamente escaso en las regiones montañosas de la corteza terrestre, de allí que sus habitantes puedan padecer de las llamadas enfermedades por deficiencia de yodo, más conocidas popularmente como “bocio o coto endémico”, de no obtener por alguna vía ese elemento en la dieta.

Se calcula que una población más de 1,000 millones de habitantes en escala global, están sometidas a ese riesgo.

Repasemos en forma sucinta la acción de las H Tiroideas: son indispensables para la vida por ser responsables de la producción del calor corporal en los animales homeotermos (36-37 C° ), independientemente de la temperatura exterior existente; de la adecuada función muscular esquelética, cardíaca y visceral y de la maduración y funcionamiento del  Sistema Nervioso Central y Autónomo, llegando al extremo de modificar el intelecto ,la  conducta y el temperamento del individuo, cuando están en déficit o en exceso.

Un recién nacido con falta de estas H, no alcanzará el desarrollo intelectual y sufrirá  cretinismo, es decir, quedará con una edad mental de un niño de 18-24 meses, por el resto de su vida.

De allí la lucha de la OMS, a través del “Iodine Network” al cual pertenezco, en favor de la yodación de la sal de consumo humano y animal, en las regiones montañosas antes citadas, riesgo del cual no se escapan nuestros habitantes andinos.

La tiroides se puede enfermar estructuralmente, aumentando de tamaño (bocio) en forma difusa, nodular o tumoral, o atrofiándose por causas inmunológicas por lo general (tiroiditis crónica o de Hashimoto).

Estas alteraciones se pueden o no acompañar de alteraciones funcionales, en más (hiper) o en menos (hipotiroidismo). Con exceso o defecto de la T4 circulante, y su correspondiente alteración inversa de la TSH.

El hipertiroideo adulto por causas igualmente inmunológicas (Enfermedad de Graves) o tumorales, presenta Bocio, tiende a perder peso, a pesar de comer más, defeca con más frecuencia, suele presentar exoftalmos (ojos saltones) e hipertermia y sudoración. Está “acelerado”, irritable y hasta psicótico, con gran taquicardia, pudiendo fallecer de no ser tratado oportunamente con medicamentos, yodo radioactivo o cirugía.

El hipotiroideo, por el contrario, está decaído, friolento, lento intelectualmente, constipado, con la cara abotagada (hinchada), y hasta deprimido, sintomatología sólo reversible mediante la administración oral de tiroxina por el resto de su vida.

Por: Dr. José L Cevallos G. Md, PhD