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Por: José Luis Cevallos G. MD, PhD

El Dr. José L. Cevallos MD, PhD es Médico Cirujano egresado de la Universidad Central de Venezuela (1963). Médico Especialista en Medicina Interna, UCV (1968). Médico Especialista en Endocrinología, Harvard Medical School of Medicine, Boston, USA (1971). Doctor en Ciencias Médicas (PhD), UCV (2003). Director del Laboratorio de Investigaciones Clínicas de la Facultad de Medicina, UCV (1975-presente)

En esta entrega nos referiremos a una patología muy frecuente de la glándula (G) tiroides: la detección de uno o varios nódulos (N) en dicha glándula, observados al extender el cuello y deglutir, al palpárselo la persona, en un examen médico general, o en un estudio de imágenes de ultrasonido, tomográfico o de resonancia.

La primera pregunta que surge es si dicho nódulo es de naturaleza benigna o maligna, y si bien la primera posibilidad es factible hasta en más del 95% de los casos, la segunda (la maligna) hay que descartarla obligatoriamente.

Analicemos los factores epidemiológicos, clínicas y paraclínicos que inclinan la sospecha hacia la malignidad del nódulo, a saber: La aparición en las edades extremas de la vida, en el hombre más frecuente que en la mujer, único y no múltiple, de crecimiento rápido, mayor de aproximadamente 1 cm de diámetro, de consistencia firme, con ganglios vecinos en la región anterior del cuello y con ciertas características ecográficas propias.

Se debe entonces recurrir al estudio citopatológico, obtenido mediante una punción/aspiración con una agua fina (PAAF) -procedimiento que no requiere anestesia local. Debe ser practicado y estudiado por profesionales expertos en patología tiroidea.

De confirmarse la sospecha de malignidad, y dependiendo del tipo de carcinoma, se diseñaría el tratamiento a ser practicado: quirúrgico radical por lo general de inicio, seguido o no por yodo radioactivo y luego por tratamiento supresivo con hormona tiroidea.

Tipos de nódulos

Detallemos ahora la naturaleza histológica de los tipos de nódulos que se pueden presentar en la tiroides:

Cuando son múltiples se denomina bocio multinodular, el cual tiene variadas etiologías, y está conformado por tejido sólido o por degeneración quística de los mismos, y son denominados adenomas o degeneración adenomatosa, benignos por definición.

Los nódulos malignos o carcinomas se clasifican en papilares (más frecuentes) y foliculares (menos frecuentes); ambos diagnosticados a tiempo y tratados adecuadamente, pueden ser erradicados, no comprometiendo la vida futura del paciente.

Existen variedades de cáncer extremadamente raros denominados “indiferenciado”, de rápida evolución, que sí compromete la vida del paciente. Y otro carcinoma denominado “medular”, originado en células no tiroideas, que habitan en la tiroides, cuyo comportamiento es variable, pudiendo ser de aparición esporádica o de tipo familiar.

Nos hemos referido hasta aquí a las alteraciones “estructurales” de la tiroides. Surge la pregunta: ¿Cómo influyen estas en el comportamiento “funcional” de la misma? Por lo general y sólo por vía de excepción, los carcinomas no alteran la producción de hormonas tiroides, no así los adenomas, que se suelen acompañar de hipertiroidismo.

Por: José Luis Cevallos G. MD, PhD