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Por: Dra. Karen Courville, FACP, SNI

La Dra. Karen Courville es egresada de la Facultad de Medicina de la Universidad de Panamá. Realizó estudios en Medicina Interna y Nefrología en el Complejo Hospitalario Dr. Arnulfo A. Madrid.  Tiene un Fellow en Investigación Renal del Instituto Mario Negri en Bérgamo, Italia.  Investigadora del Instituto de Ciencias Médicas de Las Tablas, es presidenta de la Sociedad Panameña de Nefrología e HipertensiónMiembro del Sistema Nacional de Investigación (SNI)

La enfermedad renal crónica (ERC) y la diabetes mellitus tipo 2 (DM2) son enfermedades crónicas muy prevalentes que representan un importante problema de salud pública, generan un gran consumo de recursos para aliviar las complicaciones y requieren para su abordaje una adecuada coordinación de los diversos profesionales implicados en su atención.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó en su informe de estado global de las Enfermedades no Transmisibles, de abril de 2011, que estas se han convertido en la primera causa de muerte en el mundo, causando un 64% de las muertes.

La causa principal fueron las complicaciones cardiovasculares, como cardiopatía isquémica y enfermedad cerebrovascular, cáncer, enfermedades respiratorias crónicas y diabetes mellitus. Más de 9 millones de estas muertes se produjeron en pacientes de menos de 60 años y más del 80% se produjeron en países de ingresos medios-bajos.

De acuerdo con la Organización Panamericana de la salud (OPS) aproximadamente 62 millones de personas en las Américas (422 millones de personas en todo el mundo) sufren de diabetes, esto quiere decir, 1 de cada 11 personas.

En Panamá, en los censos nacionales de salud preventiva que desarrolló la Caja de Seguro Social (CSS) y Ministerio de Salud (MINSA), en personas mayores de 40 años, se logró detectar que el 13.18% de pacientes padecían de diabetes para el año 2018 y un 30% eran hipertensos.

La enfermedad renal diabética (ERD) continúa siendo la principal causa de enfermedad renal terminal (ERCT) en todo el mundo, y, además, se asocia con frecuencia a HTA y retinopatía diabética que complican aún más al paciente, ya que aumentan los riesgos de enfermedad cardiovascular, cerebrovascular, discapacidad y muerte.

Diagnóstico y atención temprana

La atención primaria de salud es muy importante en nuestros sistemas de atención debido a que son el primer contacto con el paciente. Sin embargo, muchas veces el sistema depende de la demanda de pacientes que soliciten la atención, y si el sistema desconoce de la existencia de los pacientes, atención primaria no podrá realizar la intervención temprana.

Hay factores de riesgo de tipo genético y de tipo biológico (hipertensión, dislipidemia, diabetes mellitus), cuya influencia depende de factores de comportamiento (dieta, actividad física, tabaquismo) que, a su vez, dependen de factores estructurales (características demográficas cambiantes de la sociedad en que vivimos, desarrollo económico, coyuntura sociopolítica, educación, cultura y globalización).

Sabemos que los factores de riesgo clásicos están interrelacionados y se asocian además con factores psicosociales y factores relacionados con los sistemas de salud (acceso a medicamentos, que incluya programas de prevención y detección precoz de enfermedades no transmisibles o ENT).

En cuanto a morbilidad, la carga global de las ENT ha aumentado del 43% en 1990 al 54% del total de años de vida ajustados por discapacidad en 2010.  El aumento en la prevalencia de estas enfermedades, así como el grupo etario al que afecta (principalmente < 60 años), llegará en último término a mermar el crecimiento económico de países emergentes por el efecto deletéreo que las muertes prematuras y la discapacidad tendrán en la productividad y la clase trabajadora.

¡Tomemos acción!

Sabemos que el 50% de los pacientes que ingresan a unidades de terapia de reemplazo renal en Panamá son hipertensos y diabéticos que no llegaron a la meta de control o que fueron diagnosticados tardíamente.  En el 2009 existían 800 pacientes en hemodiálisis en Panamá. Esta población ha ido crecimiento y se ha  aumentado la capacidad de riñones artificiales para lograr ofrecer terapia a más de 2,200 pacientes a nivel nacional.

La prevención de enfermedades crónicas se puede enfocar a escala individual o poblacional. El enfoque individual utiliza una estrategia de estratificación, en la cual los individuos se someten a un estudio de presencia de factores de riesgo y se trata a quienes se clasifican por encima de un punto de corte. Esta estrategia tiene la ventaja de que la persona recibe un tratamiento individualizado que optimiza la razón riesgo-beneficio.  Debe estar acompañada de una adecuada docencia hacia el paciente, para lograr el entendimiento de su enfermedad y una conciencia de ser parte de la solución, ya que debe seguir las recomendaciones del médico en cuanto a medicamentos y cambios de estilo de vida.

En la estrategia poblacional se debe distinguir dos grandes áreas de intervención: la promoción de la salud y la prevención de la enfermedad. La promoción de la salud cardiovascular se basa en promover y mantener un bajo riesgo cardiovascular.

La prevención de la enfermedad cardiovascular se centra, sin embargo, en pacientes con alto riesgo cardiovascular de presentar eventos críticos, como infarto agudo de miocardio, enfermedad cerebro vascular o enfermedad renal crónica que requieran terapia de reemplazo renal o diálisis, e intervenciones para paliar su impacto en la salud.

La OMS ha evaluado y recomendado que existan herramientas tecnológicas que pueden ayudar a mejorar la salud de la población y los servicios básicos mediante el uso correcto y normado de las tecnologías digitales.

Los estudios han demostrado que luego de que el personal de salud se capacita y la población se familiariza, estas herramientas pueden representar ahorros en tiempo y dinero a las instituciones, en el caso de los pacientes, disminución en tiempos de atención, disminución en complicaciones de enfermedades prevenibles por medio de orientación a distancia.

El tratamiento de las enfermedades crónicas como la hipertensión y la diabetes mellitus de manera temprana, logrará disminuir la carga de morbilidad asociada y discapacidades producto de la progresión de la enfermedad, como la enfermedad renal terminal y el requerimiento de terapia de reemplazo renal, el infarto de miocardio, la retinopatía diabética, amputaciones y enfermedad cerebrovascular.

Para todas las enfermedades, es primordial tener planes de identificación temprana que le permita al sistema atender la necesidad del paciente y lograr una adecuada prevención, apoyada en un sistema continuo de educación al paciente y que permita realizar una tarea efectiva de prevención, diagnóstico, tratamiento y seguimiento. 

Por: Dra. Karen Courville, FACP, SNI