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Por: Dra. Karen Courville, FACP, SNI

La Dra. Karen Courville es egresada de la Facultad de Medicina de la Universidad de Panamá. Realizó estudios en Medicina Interna y Nefrología en el Complejo Hospitalario Dr. Arnulfo A. Madrid.  Tiene un Fellow en Investigación Renal del Instituto Mario Negri en Bérgamo, Italia.  Investigadora del Instituto de Ciencias Médicas de Las Tablas, es presidenta de la Sociedad Panameña de Nefrología e HipertensiónMiembro del Sistema Nacional de Investigación (SNI)

La hipertensión es una de las causas más importantes de enfermedad renal crónica a nivel mundial, causando un 28% de los enfermos en diálisis en Estados Unidos.  En Panamá, según datos del Ministerio de Salud (Minsa), la prevalencia de la hipertensión para el año 2018 fue de un 22%, y es la primera causa de enfermedad renal crónica en los pacientes que requieren diálisis.

Sin embargo, en las personas que sufren de hipertensión, solo entre 40% a un 60% tienen conciencia de su enfermedad, y en Latinoamérica, menos de 30% de los pacientes diagnosticados con hipertensión, están en el valor de presión controlada, que debe ser menos de 140/80 mmHg.

Las personas con presión arterial elevada tienen mayor riesgo de sufrir de demencia y deterioro de la función cognitiva, con disminución en la capacidad de planificación, organización y ejecución de tareas diarias.

Los vasos sanguíneos se vuelven más rígidos, el corazón aumenta el tamaño de la pared, produciendo crisis hipertensivas y mayor riesgo de infarto agudo de miocardio y enfermedad cerebro vascular o “derrame”.

Al presentar presión arterial elevada de manera sostenida, se presenta una mayor cantidad de pérdida de proteínas en la orina, lo que es un factor de riesgo vascular para infarto del corazón, cerebro y deterioro progresivo de la función renal. 

La realidad es que la hipertensión arterial representa gastos importantes para la atención y tratamiento de estos pacientes en los sistemas de salud cuando los pacientes tienen un mal control, debido a las complicaciones que producen, ya que un gran número de pacientes va a  requerir cateterismo cardíaco, terapias de trombolísis por infarto, fisioterapia para rehabilitación por secuelas de daño cerebrovascular y terapias de reemplazo renal (diálisis) por daño renal permanente: todos tratamientos muy costosos para nuestros países.

Hemos recopilado algunos “mitos” que les explicamos a continuación:

  • Si no tengo síntomas, no debo tener nada

La presión elevada se diagnostica en el 90% de los casos, debido a que el paciente le toman la presión para alguna evaluación, estudio o situación y se encuentra alta para sorpresa del paciente.  Se le conoce como el “enemigo silencioso”, ya que no avisa o da síntomas. La conocida “cefalea” o dolor de cabeza se presenta cuando ya la presión está muy elevada y ya pudiera ser un signo de alarma de la gravedad de la elevación.  La única manera de diagnosticar la presión alta tempranamente, es que se mida la presión arterial de rutina una o dos veces al año, si no sufre de ninguna enfermedad, para hacer un diagnóstico temprano.

  • Si uso una sal diferente, ¡entonces no es sal!

En el mercado se encuentran “sal” de diferentes tipos y marcas. Algunas tienen menor contenido de sodio, otras tienen más potasio. Algunas tienen mejor sabor que las otras. Lo que sí conocemos es que el consumo diario debe ser menor de 5 g, pero si le pone a la comida más de otra sal, técnicamente no estás disminuyendo el consumo.  Al disminuir la ingesta de sal, se puede disminuir hasta 3 mmHg la presión y tiene un efecto de disminuir la retención de líquidos, por lo que no importa que sal usa, ¡debe ser poca!

  • Me tomé las pastillas que me recetaron un mes, ¡estoy listo!

Las recetas de los medicamentos usualmente se hacen por 30 días, pero es importante que el paciente entienda que el uso de estos medicamentos, ¡es indefinido! La presión arterial elevada solo disminuye si bajamos de peso, controlamos lo que comemos y hacemos ejercicio. De lo contrario, debemos usar el medicamento todos los días para evitar complicaciones producidas por la presión alta.

  • La hipertensión es de los pacientes adultos

La hipertensión esencial se produce en los pacientes entre 30 a 60 años. Pero, a medida que aumentan las tasas de obesidad, inclusive en la adolescencia, hay un aumento en la incidencia de presión alta en edades más tempranas, entre los 20 y 30 años. En los pacientes de menos de 30 años se puede presentar hipertensión de causa secundaria y es importante diagnosticarla, por lo que la toma de presión en cualquier cita, es importante.

  • Si me toman la presión en la consulta, no tengo que revisarla en casa.

Dado que la presión arterial puede fluctuar, las variaciones de la presión son un fenómeno normal y habitual; la presión arterial cambia con cada latido del corazón y con las diferentes actividades que realizamos diariamente. Al hablar se tiene la presión más alta que cuando se está relajado en silencio; cuando se está acostado la presión es más baja que cuando se está en plena actividad. El monitoreo y el registro de las lecturas de presión arterial en casa pueden proporcionar información valiosa para determinar si realmente padece hipertensión arterial y, en caso afirmativo, si su plan de tratamiento está funcionando. Es importante tomar las lecturas a la misma hora cada día, y anotar la última lectura, luego de 2 o 3 tomas. Puede tener lecturas más bajas que durante su cita al médico, proceso relacionado al concepto de “hipertensión de bata blanca” que pueden sufrir 1 de cada 3 a 5 pacientes.  En este caso, los monitoreos en casa ayudan a definir el ajuste del medicamento.

Recomendaciones para un adecuado control de presión arterial

Los sistemas de salud deben ser garantes de un abastecimiento adecuado de medicamentos de calidad, a la disponibilidad de los pacientes.  Los sistemas de evaluación de salud ocupacional en las empresas pueden colaborar con sus dependientes en el control frecuente de la presión arterial. 

Los médicos debemos enseñarles a los pacientes que la hipertensión arterial se controla de manera eficaz, pero no se cura, por lo que deben continuar su medicación de manera continua para evitar complicaciones. Sin embargo, los pacientes deben aprender el uso correcto de los medicamentos, practicar estilos de vida saludable y llevar una dieta sana y balanceada para disminuir los riesgos de futuras complicaciones relacionadas a un mal control de la presión arterial.

Por: Dra. Karen Courville, FACP, SNI