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Ilustración: Pedro Crenes

Durante el I Foro Salud y Bienestar, organizado por este medio, hablamos sobre los beneficios de las palabras, de la lectura, sobre la salud mental.

Pedro Crenes Castro, coordinador del Viernes Cultural: Literatura Panameña [email protected]

Reseña por: Pedro Crenes Castro


El principio de la salud es reconocer que estamos enfermos, que somos deficitarios de alguna perspectiva que nos ayude a sanar

La «bendita» manía de complicarnos la vida

«La inteligencia fracasa cuando es incapaz de ajustarse a la realidad, de comprender lo que pasa o lo que nos pasa, de solucionar los problemas afectivos o sociales o políticos; cuando se equivoca sistemáticamente emprende metas disparatadas, o se empeña en usar medios ineficaces; cuando desaprovecha las ocasiones; cuando decide amargarse la vida; cuando se despeña por la crueldad o por la violencia».

Durante el I Foro Salud y Bienestar, organizado por este medio, hablamos sobre los beneficios de las palabras, de la lectura, sobre la salud mental. Y no es «salud mental» exclusivamente sufrir una dolencia, sino también su prevención, de lo que los ponentes, médicos, enfermeras, oftalmólogos e investigadores, dieron buena cuenta. Si en una cosa coincidieron todos, fue en la necesidad de la prevención para que la salud integral de las personas no se resienta, y que al intervenir en casos de enfermedad manifiesta, el coste vital sea el mínimo posible.

Al hilo de lo que hablamos en el Foro, y viendo la deriva que está tomando Panamá, me he regresado a la lectura de mi maestro, José Antonio Marina, que últimamente cito de más, y no da puntada sin hilo. La frase que abre este texto es suya, de un libro que procuro releer todos los años: La inteligencia fracasada. Teoría y práctica de la estupidez, cuyo solo título despeluca a más de uno que, al oír «estupidez», se le eriza el cuerpo y huye para no ser despertado de su letargo.

Al leer este libro brillante —que vendían en la añorada librería Exedra Books— recuerdo siempre el pregón de Pedro Altamiranda: «Panameño, te canto aunque a ti te asusta, panameño, oír lo que no te gusta», porque ambos, en una canción y en un ensayo, radiografían la conciencia de los individuos.

El principio de la salud es reconocer que estamos enfermos, que somos deficitarios de alguna perspectiva que nos ayude a sanar. Leer no es solo una evasión mental o de los afectos, es también un desafío a conocer de nuestros puntos ciegos con el propósito de iluminar el camino.

El desajuste que vivimos con respecto a nuestra realidad social compromete su salud. No somos capaces de solucionar nuestros problemas afectivos, sociales o políticos porque estamos instalados en la cerrazón, en una conciencia mórbida («mórbido» es enfermo, no es otra cosa, por mucho que lo usemos para señalar otras realidades y esto en sí mismo es síntoma de nuestra deriva, como señala José Antonio Marina), que no nos permite situarnos delante de quienes somos en realidad. La canción Panameño no es un chiste, nunca lo ha sido, aunque es inteligente reírse de uno mismo, lo estúpido, lo mórbido, lo enfermizo, es no hacer nada.

Por eso la lectura es tan importante, no solo por lo «vicario», es decir, leemos lo que le ocurre a los personajes y aprendemos de su experiencia sin que tengamos que sufrir las consecuencias, sino que los ensayos y otros textos nos ayudan a alimentar el criterio y a agudizar los sentidos. Leer nunca ha sido tan importante para nosotros como en estos momentos. «La cultura no hace mejores a las personas», nos decía George Steiner, ya, pero siempre deja un poso en algunos que sí que podrían hacer una diferencia, y ayudarnos a dejar atrás la «bendita» manía de complicarnos la vida.


Pedro Crenes Castro, coordinador del Viernes Cultural Literatura Panameña | [email protected]

Pedro Crenes Castro (Panamá, 1972), es escritor. Columnista y colaborador en varios medios panameños y españoles. Ha ganado dos veces el premio Nacional de Literatura Ricardo Miró de Panamá y dicta talleres literarios. Vive en España desde el año 1990