La Dra. Sandra López Vergès, jefa del Departamento de Investigación en Virología y Biotecnología del Instituto Conmemorativo Gorgas de Estudios de la Salud forma parte del panel de diez expertos del Consejo Científico Internacional (ISC) en el proyecto Sinergia entre ciencia y política para la Convención sobre Armas Biológicas
Por: Violeta Villar Liste
Es importante para un país como Panamá, que ha hecho aportes, en conjunto con otros países miembros del BWC, muy interesantes desde la perspectiva diplomática, visibilizar las capacidades y conocimientos actuales del país en materia de ciencia y tecnología teniendo en el panel a una persona de nacionalidad panameña que trabaja en un instituto público
A la paz y la seguridad se llega por distintos caminos y es la ciencia una ruta confiable. Los científicos y científicas trabajan como embajadores del mundo para analizar los riesgos y desafíos de tecnologías en evolución.
En el caso de Panamá, es la Dra. Sandra López Vergès, jefa del Departamento de Investigación en Virología y Biotecnología del Instituto Conmemorativo Gorgas de Estudios de la Salud, una de estas embajadoras, en concreto, integrante del grupo de expertos del Consejo Científico Internacional (ISC, por sus siglas en inglés) para el proyecto del ISC “Sinergias entre ciencia y política para la Convención sobre Armas Biológicas”
Esta iniciativa aborda la necesidad, planteada en la Conferencia de Revisión de la Convención sobre Armas Biológicas (Bio Weapons Convention, BWC por sus siglas en inglés) organizada por la Oficina de Asuntos de Desarme de Naciones Unidas, ONU (United Nations office of Disarmament Affairs-UNODA), “de integrar los avances científicos en las operaciones de la convención, en particular mediante mecanismos de revisión y verificación científica”.
El proyecto tiene como misión “fomentar la colaboración entre los delegados de la Convención y los expertos científicos, desarrollando metodologías que fomenten el entendimiento y la confianza mutuos”.
Estos expertos científicos entregan herramientas “para hacer frente a las amenazas biológicas actuales y futuras, mejorando así la eficacia de la Convención en materia de bioseguridad mundial”.
La Dra. Sandra López Vergès, forma parte del panel de diez expertos del Consejo Científico Internacional (ISC), por sus conocimientos en virología, inmunología, medidas de bioseguridad en laboratorio y diplomacia científica.
En diálogo con La Web de la Salud, compartió los avances del grupo de expertos, a propósito de un reciente encuentro.
¿Qué es la Convención sobre Armas Biológicas (BWC) y cómo se constituyó el grupo de expertos?
La científica panameña, al ofrecer contexto, explica que la Convención sobre Armas Biológicas (BWC) fue ratificada en 1972 y es el primer tratado de desarme multilateral sobre armas de destrucción masiva.
“El BWC prohíbe el desarrollo, la producción, la adquisición, la transferencia, el almacenamiento y el uso de armas biológicas, organismos o toxinas que causan enfermedad y daño a humanos, animales o plantas”.
Cada cinco años se reúnen grupos de trabajo para actualizar y asegurar la implementación del convenio.
Destaca que esta actualización no es sencilla debido “a los avances rápidos y constantes de la ciencia y la tecnología que hacen difícil identificar e implementar medidas de prevención”.
Ante esta realidad, la Unidad de Apoyo a la Implementación (Implementation Support Unit -ISU) del BWC propuso la idea de contar con un panel de expertos internacionales en las diferentes áreas de las ciencias:
- Virología, inmunología y epidemiología
- Tecnología (biotecnología, informática, e inteligencia artificial)
- Seguridad (bioseguridad y biocustodia)
Estos expertos debían contar “con entrenamiento o experiencia en diplomacia científica, para tener diferentes propuestas basadas en la evidencia científica”.
El ISU pide apoyo al International Science Council (ISC) que pasa a seleccionar entre varios candidatos a 10 expertos de diferentes áreas, entre otros, a la Dra. Sandra López por su experiencia y conocimientos.
Avances de los encuentros del panel de expertos
La investigadora del Instituto Gorgas comenta que los encuentros iniciaron en septiembre 2024.
“Nos hemos reunido entre los expertos, y entre los expertos y diplomáticos que son parte del grupo de trabajo del BWC para analizar las necesidades del BWC y contestar preguntas y comentarios de este grupo de trabajo”.
Como parte de esta labor, han realizado borradores de tres policy briefs (o resumen de políticas) y un video de divulgación para los diplomáticos y los diferentes sectores implicados sobre los temas de Ciencia y Tecnología (S&T), Colaboración y Asistencia Internacional (ICA en ciencias y tecnología) y sobre Cumplimiento y Verificación (C&V).
Del 2 al 16 de diciembre del 2024, se celebró la cumbre del BWC y en este contexto invitaron al panel de expertos a escuchar las discusiones entre representantes de los países que firmaron el convenio, y presentar frente a ellos, tres temas trabajados el 4 y 5 de diciembre.
Este diálogo entre partes les permitió conocer sus preguntas y comentarios.
Ahora procederán a incorporar estos insumos a los policy briefs para entregar una versión final en el primer trimestre del 2025.
“Esperemos que sirvan de apoyo y guía a los representantes y tomadores de decisiones”, destaca la Dra. López Vergès.
La ganancia de la ciencia y la diplomacia
-¿Se abrieron nuevas perspectivas luego de este encuentro, tanto para Panamá como el mundo?
-La perspectiva más importante de la presencia de un panel de expertos científicos en esta reunión es el interés de tener más interacción entre la ciencia y la diplomacia y tomar decisiones con base a datos científicos, entre otras consideraciones.
“Espero que se abran nuevas perspectivas para la estrategia de desarrollo global y nacional. Es importante para un país como Panamá, que ha hecho aportes, en conjunto con otros países miembros del BWC, muy interesantes desde la perspectiva diplomática, visibilizar las capacidades y conocimientos actuales del país en materia de ciencia y tecnología teniendo en el panel a una persona de nacionalidad panameña que trabaja en un instituto público”.
Aclaró que los expertos científicos internacionales, al momento de sus recomendaciones, solo se pueden fundamentar en el conocimiento. La parte diplomática es otro rol que corresponde a los funcionarios de Cancillería.
Lo valioso del grupo de expertos, y en su caso como la única panameña y representante de Latinoamérica, “es lograr aportar las realidades de la región y de gran parte de países en vías de fortalecimiento científico”.
Durante la reunión del grupo de trabajo pudo conocer e intercambiar con la Licda. Griselle Rodríguez, representante permanente de Panamá en la ONU, sede de Ginebra, “y estuve muy impresionada por el excelente nivel de su participación durante las discusiones, mostrando la alta preparación de nuestros profesionales, lo cual siempre es un orgullo cuando estamos en instancias internacionales».
El riesgo de las armas biológicas
-Hablamos de armas convencionales para la guerra. Sin embargo, el ciudadano común no imagina que existe una guerra igual de letal y es la biológica…
-Las armas biológicas se han utilizado desde hace mucho tiempo en la historia de la humanidad. Por ejemplo, el uso de la peste durante las guerras de la Edad Media: arrojaban cadáveres de enfermos a las ciudades, creando epidemias que podrían diezmar a la población y en algunos casos extender hacia las tropas invasoras.
“En esa época, no se conocían los microbios, pero se utilizaba el conocimiento sobre la transmisión de la enfermedad; actualmente, el conocimiento hace que no solo se puedan utilizar microbios y toxinas naturales, sino que se puedan crear nuevos”.
Reflexiona que entre más aumentan tensiones entre países o hay más actos violentos de grupos extremos, siempre hay riesgo de uso de armas que normalmente son prohibidas o altamente controladas.
“Entre las armas de destrucción masiva, las armas biológicas tienen el riesgo de que si se utiliza un patógeno vivo o si una toxina es liberada y se extiende de manera descontrolada (por ejemplo en el agua), tendrá un impacto imprevisto y a largo plazo mucho mayor que el esperado por el usuario (podría impactar de manera negativa en las diferentes formas de vida o en un territorio geográfico vasto)”.
Este riesgo hace que estén totalmente prohibidas.
Comenta que el peligro de un uso ilegal aumenta con el fácil acceso a herramientas tecnológicas y científicas (tanto a la información como a los materiales) “ya que algunas actividades de riesgo pueden no necesitar un laboratorio”.
“Por eso es importante que los países implementen reglas y aplicaciones con previsión de futuro tomando como referencia la ciencia y las herramientas tecnológicas actuales y también cualquier nueva posibilidad a futuro”.
La idea es aprender a identificar riesgos, diferenciar un uso para beneficio de la humanidad de un uso que puede tener malas intenciones.
-¿Qué pueden hacer los países para reducir los riesgos biológicos?
La experta señala que los países deben contar con lineamientos de bioseguridad y biocustodia en los laboratorios para prevenir cualquier posibilidad de error, de pérdida, de robo, o que la información creada para un propósito positivo como la medicina o la agricultura pueda tener un doble uso y crear nuevas armas biológicas.
Analiza que “el conocimiento de la ciencia y la tecnología son necesarios para estar preparados y poder implementar eficazmente el BWC y lograr la meta de no desarrollar ni usar armas biológicas”.
La respuesta del Instituto Gorgas a las emergencias en salud pública
-¿Qué proyectos desarrolla el Instituto Gorgas asociado al Convenio de Armas Biológicas?
-El Instituto Gorgas es un instituto de salud pública y de investigación en salud, por ende, está implicado en las respuestas a cualquier emergencia en salud pública, entre ellas epidemias, siempre de la mano del Ministerio de Salud y con la visión de Una salud que implica otras instituciones estatales (por ejemplo, si es una epidemia de un patógeno zoonótico, esto afecta la salud humana, la salud animal y el ambiente).
Señala que sea una emergencia de salud pública natural o creada por el ser humano, siempre el Instituto Gorgas tendrá competencia.
Hay varias guías de bioseguridad y de biocustodia, entre ellas de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para guiar la investigación en beneficio de la salud pública para minimizar riesgos, detalla.
La Convención sobre Armas Biológicas (BWC) “toma en cuenta no solo la parte de salud pública, sino también la parte de seguridad de los estados, las armas…”
El Instituto Gorgas, describe la Dra. Sandra López, si bien no tiene un proyecto directamente asociado al Convenio de Armas Biológicas, “juega un rol importante en la prevención y la respuesta de laboratorio a emergencias de salud pública asociadas al BWC”.
Al respecto, “tiene la responsabilidad de seguir los lineamientos de bioseguridad y biocustodia” diseñados para los diferentes laboratorios de bioseguridad y sus niveles de riesgo.
El Instituto Gorgas vigila los patógenos que pueden impactar la salud pública de Panamá, respetando los lineamientos nacionales e internacionales.
El Departamento de Investigación y Vigilancia de Riesgo Biológico 3, liderado por la Mgtra. Yamitzel Zaldivar, contribuye a esta lucha por un país y un mundo más seguro, al ofrecer capacitaciones sobre bioseguridad y biocustodia a diferentes instituciones a nivel nacional.
La presencia de la Dra. Sandra López en este panel de expertos, por parte del Instituto Gorgas, permite poner al servicio del mundo la experiencia de Panamá y también estar al día de los conocimientos más recientes.
El compromiso con la paz y la seguridad de la nueva generación científica
-¿Cómo pueden aportar las nuevas generaciones de científicos a un mundo más seguro desde esta perspectiva de armas no convencionales?
-Lo más importante es que la formación del científico debe ser integral y constante, no solo basada en conocimientos técnicos, tecnológicos y científicos.
Pide tomar en cuenta la ética, la bioseguridad, la biocustodia y saber identificar posibles riesgos y cómo minimizarlos.
En cada investigación, “pensar en los beneficios y sus impactos (aunque sean a largo plazo como la ciencia básica) y aprender a identificar qué herramientas necesitamos utilizar para generar conocimiento benéfico para la población”.
De igual modo, reconocer los riesgos y cómo proteger nuestras instituciones, proyectos y datos “en un mundo donde el intercambio de datos abiertos de manera oportuna es indispensable para avanzar la ciencia y tomar decisiones de salud pública de manera rápida”.
La Dra. López Vergès aclara que esta formación debe ser tanto para comunidad científica como entes reguladores, “ya que deben entender claramente la base científica de lo que regulan y la importancia de una formación continua y una flexibilidad de acción tanto en la prevención, como el seguimiento y la respuesta a cualquier evento que pueda crear la oportunidad de crear o usar armas no convencionales”.
En este contexto, reflexiona que la nueva generación científica debe interactuar, hablar de manera constante con los tomadores de decisiones y con la población, “apoyando y participando no solo en investigación y docencia, sino también en consejería científica, diplomacia científica, política de ciencias, regulación, comunicación científica según su área de experticia” en la construcción de este camino de paz y seguridad para el logro de un mundo posible.
Por: Violeta Villar Liste | [email protected]