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Por Óscar Loureda, Héctor Álvarez Mella y Charlotte Blattner | Centro de Estudios Iberoamericanos, Universidad de Heidelberg

Publicado de manera original en José Luis García Delgado (dir.): El español lengua internacional: proyección y economía, Pamplona: Universidad Nebrija/Civitas/Thompson Reuters,
págs. 65-83

La Europa hispanohablante: una mirada demolingüística

La internacionalización de la lengua española suele considerarse en relación con las situaciones migratorias y educativas de ciertos países americanos, como Estados Unidos y Brasil. Pese a su importancia, no está de más volver la vista a lo que está sucediendo en otros continentes, especialmente en Europa. Para ello existen diversas opciones, una de las cuales consiste en la cuantificación de los usuarios potenciales de la lengua española y en la explicación de cómo se ha formado dicha comunidad. Ambas tareas, de naturaleza y metodología interdisciplinarias, son propias de la demografía lingüística.

Detrás del desarrollo de una lengua en territorios en los que no es oficial pueden existir procesos educativos, crecimientos demográficos o flujos migratorios. Aunque la formación del grupo de usuarios europeos del español se explica por la combinación de las tres dinámicas, merecen una atención particular las migratorias por varios motivos: porque Europa es un destino prioritario de la inmigración hispanohablante, porque la presencia de la inmigración en un territorio impulsa las otras dos dinámicas y, last but not least, porque su cuantificación puede hacerse con mayor facilidad.

En este capítulo se pretende dar respuesta a dos cuestiones: ¿cuántas personas de Europa pueden comunicarse en español? y ¿cuántas de ellas tienen trasfondo migratorio? Es una labor menos sencilla de lo que parece, porque los datos sobre las lenguas y su uso no se incorporan en los censos oficiales de muchos países europeos; cuando existen datos, no son siempre comparables; y cuando son comparables, a menudo se centran en consideraciones muy generales o no suponen distinciones previas necesarias. Las respuestas son más complejas aún sí, además de realizar un recuento, se intenta determinar la capacidad comunicativa de los hablantes de acuerdo con su perfil social.

Para establecer una cifra lo más realista posible, se emplean datos de 2019, últimos disponibles para todas las variables que se necesitan. Los datos de 2019 establecen un punto de partida para comparaciones futuras, pero, hacia atrás, marcan un punto y aparte en la historia reciente porque desde entonces casi nada es igual.

El 31 de diciembre de 2019 se reportaba oficialmente en Wuhan un caso de enfermedad infecciosa, atribuido días después a un virus denominado COVID-19.

 Apenas un mes después Alemania registró oficialmente el primer caso de dicha infección en Europa. Las informaciones poblacionales que se recaban aquí llegan, precisamente, hasta el momento en que la pandemia de la COVID-19 entra en escena en el espacio europeo. En dicho contexto, lamentablemente aún activo, los datos tienen un especial valor porque con toda probabilidad las variaciones del grupo estén condicionadas por los efectos sociales de la pandemia, pues esta ha restringido drásticamente la movilidad de las personas y ha virtualizado el diálogo en la educación, dos de las vías principales para el crecimiento de la población hispanohablante en el Viejo Continente.

  1. El español en Europa y la inmigración hispanohablante: cuantificación general

El grupo de europeos potenciales usuarios del español es de unos 88 millones de personas, el 15% de la comunidad mundial, 585 millones en números redondos (Instituto Cervantes 2020). Está compuesto por tres colectivos de perfiles distintos: el que reside en España, el que reside en los demás países del continente y el de europeos que residen en Ia Iberoamérica hispanohablante (para las cifras exactas, cf. cuadro 1, abajo).

El número de hispanohablantes con residencia en España supera levemente los 47 millones de personas (Instituto Cervantes 2020: 19). La mayor parte tiene un dominio nativo de la lengua: el 92%, más de 43 millones; otros 3,7 millones, el porcentaje restante, son individuos cuya capacidad de usar una lengua está limitada lingüística (= dominio precario), sociolingüística o estilísticamente (= uso restringido a ciertos temas o situaciones comunicativas) (Moreno Fernández y Otero Roth 2006: 17).

El cálculo de los usuarios potenciales del español en el resto del continente no es tan preciso, ni desde el punto de vista demográfico ni desde el punto de vista del dominio lingüístico atribuible a estos hablantes. Puede suponerse que rondan los 39 millones de personas, de las cuales la mayoría, aproximadamente 31 millones, no tiene una competencia nativa (Instituto Cervantes 2020: 21) y más de cinco se encuentran todavía inmersos en procesos de aprendizaje (solo UE-28; ibídem: 25). Esta parece hoy por hoy la mejor cifra posible.

Por último, además de los hispanohablantes en Europa es necesario tener en cuenta el grupo de europeos residentes en países hispanohablantes, pues a ellos también se les puede suponer la capacidad de comunicarse en español. Excluidos los que tienen su residencia en España, por haberse computado ya, otros dos millones de europeos residen en los países de la Iberoamérica hispanohablante. La mayor parte tiene un dominio nativo del español porque muchas personas acreditan una alta integración, cuando no proceden directamente de España (cf. § 4).

Cuadro 1. Europeos hispanohablantes: lugar de residencia y dominio de lengua (2019)

Región o país de residenciausuarios potenciales del español
 totaldominio nativocompetencia limitadaaprendices
España47.026.20843.264.1113.762.097 
Europa no hispanohablante38.904.4162.671.62630.975.0005.257.790
Iberoamérica hispanohablante2.163.0582.041.152121.906 
total88.093.68247.976.88934.859.0035.257.790

Fuentes: elaboración propia a partir de datos nacionales, Eurostat, ONU y del Instituto Cervantes

Entre los europeos con conocimientos de español, más de diez millones tienen un trasfondo migratorio (Cuadro 2, abajo). De ellos, 3.5 residen en territorios en los que el español no es lengua oficial, por lo que representan una primera extensión del mundo hispanohablante.

Por su parte, en los países hispanohablantes residen casi tres millones de inmigrantes procedentes de Europa (excluida España), que han aprendido el español como lengua extranjera y conforman una segunda extensión del mundo hispanohablante entre los europeos. A ellos deben añadirse los movimientos poblacionales entre España y América Latina, dentro de un mismo (que no único) espacio cultural y lingüístico: más de un millón y medio de inmigrantes españoles residen en los países de la Iberoamérica hispanohablante y, en sentido contrario dos millones de inmigrantes procedentes de la Iberoamérica hispanohablante residen en España.

                                             Cuadro 2. Europeos hispanohablantes con trasfondo migratorio (2019)

tipo de flujo migratoriousuarios potenciales del español
inmigrantes procedentes de países hispanohablantes7.295.054
en España2.213.053
en la Europa no hispanohablante3.528.474
en la Iberoamérica hispanohablante1.553.527
inmigrantes procedentes de países no hispanohablantes2.909.361
en España2.299.830
en la Iberoamérica hispanohablante609.531
Total10.204.415

                       Fuentes: elaboración propia a partir de datos nacionales, Eurostat , ONU y del Instituto Cervantes

Como se sugirió con anterioridad, la cuantificación de los usuarios potenciales del español en Europa no es en sí un fin, sino un medio para explicar sus perfiles sociales y su competencia lingüística. Por ello es preciso considerar distintos grupos, especialmente entre los de trasfondo migratorio. Para simplificar la exposición, se distinguen tres grupos: inmigrantes de primera generación, mayoritariamente con dominio nativo del español (§ 2); hablantes de segunda generación, que presentan distintos grados de dominio del español, e inmigrantes nacionalizados (§ 3); e inmigrantes europeos en los países hispanohablantes, con un conocimiento de la lengua española muy dependiente de ciertas variables sociodemográficas (§ 4).

2. La inmigración hispanohablante en Europa y su dominio de la lengua

Los inmigrantes hispanohablantes. Con fecha 1 de enero de 2019, residen en países europeos 2,7 millones de inmigrantes hispanohablantes (cf. Cuadro 3 para las cifras exactas). Más de un millón de ellos son inmigrantes procedentes de la Iberoamérica hispanohablante empadronados en España. En los países europeos en los que el español no es lengua oficial viven 1,7 millones de inmigrantes hispanohablantes: suponen aproximadamente el 2% de su inmigración (82.304.539 personas) y un 0,2% de su población total (714.366.112). Según las estimaciones de la ONU Europa, con un 12% del total, es el primer destino de inmigrantes hispanohablantes fuera del continente americano, de ahí que se trate de un grupo considerable.

Es evidente que un ciudadano de un país hispanohablante no equivale a un hablante del español, y tampoco, por supuesto, a un hablante de competencia nativa del español. Con independencia de la situación de origen, el perfil social de los inmigrantes y las características de los flujos migratorios hacen suponer que el dominio de todos ellos es nativo porque lo han adquirido desde la infancia, en interacción con su familia y con los miembros de una comunidad, o a través de la escuela (Swann et al. 2004. s.vv. native speaker, language).

Más de la mitad de la inmigración hispanohablante europea procede de España: el 55%, casi un millón de personas. Ello se debe no solo a la cercanía geográfica, que aminora costes, sino también a las facilidades de movimiento poblacional y a los derechos ciudadanos, que aminora riesgos. Que casi el 45% de la inmigración proceda de la América hispanohablante, unas 700.000 personas, es un índice de la notable capacidad de atracción de Europa para la inmigración que habla español.

El tamaño de la inmigración hispanohablante transcontinental crece desde la década de 1990, y muy especialmente después del cambio de siglo, cuando Europa se convierte en una opción alternativa ante el deterioro económico, político y social de los países de salida. Esta tendencia se refuerza con el endurecimiento de la política migratoria estadounidense, destino principal de los flujos procedentes de Iberoamérica. Después de 2008, el aumento de la inmigración iberoamericana coincide con grandes movimientos migratorios españoles motivados por la crisis económica y social del país. Las tres razones explican que en los últimos 30 años el grupo de inmigrantes hispanohablantes en Europa (excluida España) haya crecido en un 83%, de 1,1  millones a 2,1 millones (ONU 2019). Este crecimiento relativo es mayor que el registrado por el total de las migraciones hacia Europa (66% en ese mismo período, de 49 millones a 82,3 millones) y supone un índice de la proximidad cultural entre los dos espacios, el europeo y el formado por los países hispanohablantes.

La inmigración hispanohablante es joven (casi la mitad tiene entre 20-45 años) y mayoritariamente femenina (53%), lo que supone una desviación respecto de grupos procedentes de otras regiones del mundo. Las causas de los flujos migratorios son de tipo laboral (27%) y, sobre todo, familiar (52%). La inmigración orientada a la formación de una familia o a su reunificación favorece la creación de comunidades, que aumentan el capital social del español y con ello las posibilidades de comunicarse en esta lengua. En tales contextos, la transmisión intergeneracional de la lengua propia puede verse beneficiada.

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El mantenimiento de la lengua española por los descendientes de inmigrantes también se apoya en los numerosos casos de matrimonios entre una persona con origen en un país hispanohablante y otra de nacionalidad europea; por ejemplo, en Alemania este tipo de vínculos supone el 61% del total. Conviene tener en cuenta, no obstante, que este impulso inicial es solo relativo, porque las segundas generaciones (y las sucesivas) suelen adquirir competencias de español más limitadas; o dicho de otro modo, la inmigración hispanohablante suele conservar la lengua pero no sin limitaciones, por lo que en este sentido resultan imprescindibles acciones educativas adecuadas (Loureda et al. 2020: 70-78, 2021 y en prensa).

Los inmigrantes hispanohablantes no están repartidos de forma homogénea por todos los territorios europeos; ocurre más bien lo contrario, que existe una notable concentración, como se observa en el Mapa 1.

Mapa 1. Inmigrantes hispanohablantes en Europa (sin España) (2019)

Fuente: elaboración propia a partir de datos nacionales, Eurostat y ONU

Excluida España, el 76% de los inmigrantes hispanohablantes reside en cuatro países, las cuatro principales potencias demográficas, políticas y económicas de su área occidental: Francia, Italia, Reino Unido y Alemania. La concentración geográfica de los inmigrantes tiene efectos para el desarrollo del español en contacto con otras lenguas: se favorece la integración comunicativa y social, los flujos migratorios se retroalimentan por medio de cadenas y se crea un espacio de proximidad que propicia relaciones bilaterales de tipo económico, social, cultural y político.

A la concentración geográfica le corresponde una alta concentración lingüística. Al menos la mitad de los inmigrantes hispanohablantes vive en países en los que la lengua oficial es románica. El francés es la lengua con la que la inmigración hispanohablante entra en contacto con mayor probabilidad (30%), seguida del italiano (cerca del 20%).

Las lenguas germánicas constituyen el segundo espacio de contacto: el 17% de los inmigrantes hispanohablantes residen en el Reino Unido y el 15% en Alemania, a los que se añade un 2,7% correspondiente a los residentes en la Suiza germanohablante (Bundesamt für Statistik Schweiz 2019). En suma, la mayoría de los inmigrantes hispanohablantes se comunica en espacios de proximidad lingüística, en los que el español se conoce por sectores relativamente amplios de la población y en los que existe un número reducido de lenguas oficiales, lo que aumenta sus posibilidades de uso.

La amplia base migratoria hispanohablante favorece el aprendizaje de la lengua española por parte de personas de origen europeo. Ello se comprueba en el hecho de que los principales destinos de la inmigración hispanohablante en Europa coinciden con los lugares con más aprendices de español. Según las estimaciones del Instituto Cervantes (2020), el 92% (4.817.180) de los aprendices de español de la Unión Europa (UE-28) durante el curso 2018/19 se encontraba en Francia, Alemania, Italia y Reino Unido, países que, como se indicó, concentran tres cuartas partes de la inmigración hispanohablante.

Los inmigrantes de origen no hispanohablante con competencia limitada en español. En territorios en los que no es oficial, el español no solo se desarrolla por medio de la inmigración hispanohablante, que la tiene como lengua nativa, sino también por medio de inmigrantes procedentes de otros países en los que se habla como lengua extranjera por parte de un amplio grupo de individuos. En este sentido, las cifras que merecen inmediata consideración son las de Brasil y Portugal, entorno inmediato de los países iberoamericanos y de España, además de las de Estados Unidos, territorio en el que las dinámicas educativas y demográficas favorecen el aprendizaje del español.

Según el informe El español en el mundo 2020, al menos el 2,9% de los ciudadanos brasileños y el 0,9% de los portugueses son hablantes de español (Instituto Cervantes 2020). Si se acepta un paralelismo entre la población nacional de estos países y sus inmigrantes en Europa se puede estimar que unos veinte mil inmigrantes de origen brasileño o portugués pueden tener una competencia limitada de español. A este grupo se añade un 7% de los inmigrantes estadounidenses a los que se les suponen conocimientos de español, otras veinte mil personas en números redondos. La estimación relativa a los Estados Unidos se basa en dos indicadores combinados: el 10% de sus ciudadanos habla al menos una lengua extranjera (Stein-Smith 2017) y de ese total cabe suponer que el 70% ha aprendido español (The National K-12 Foreign Language Enrollment Survey 2017).

La suma de inmigrantes procedentes de los Estados Unidos, Portugal y Brasil es superior a los 40.000 personas y a falta de indicadores que permitan establecer ulteriores distinciones, se les asigna por defecto una competencia limitada o no nativa  (cf. Cuadro 3 para las cifras exactas).

3. El español de la segunda generación de inmigrantes y de las personas nacionalizadas

El español de los inmigrantes de segunda generación. El número de inmigrantes hispanohablantes de segunda generación que viven Europa (excluida España) es de 1,1 millones (cf. Cuadro 3 para las cifras exactas). Sus descendientes, la tercera generación, también pueden adquirir competencias de español, pero son difícilmente cuantificables por tratarse en gran parte de ciudadanos nacionales cuyo trasfondo migratorio no se registra en las estadísticas de población. La cifra indicada se forma a partir de una estimación basada en datos demográficos de natalidad para la población europea (1,6 hijos por mujer, véase Eurostat 2021). Este dato, como se ha observado en Alemania o en Suiza (Microcenso, Statistisches Bundesamt 2019), es aplicable con muy poco margen de error a la comunidad de inmigrantes hispanohablantes.

Los descendientes de inmigrantes constituyen un colectivo particular. En relación con su capacidad comunicativa, cabe suponer que presentan un dominio nativo de las lenguas de sus respectivos países, dado que estas son su vehículo de socialización principal en el espacio público del país en el que viven. El nivel de competencia de español puede variar en relación con diferentes factores que determinan la transmisión intergeneracional: el uso de la lengua en la comunicación dentro del hogar, el empleo del español en las relaciones personales o en entornos profesionales, o la asistencia a programas educativos bilingües o de español como lengua de herencia, entre otros. Debido a esta diversidad de factores y su distinta combinabilidad, el grupo considerado no es lingüísticamente tan homogénero como el de sus ascendientes, inmigrantes de primera generación.

A falta de otros datos sociolingüísticos (cf. las críticas de Extra 2017 y Adler 2020), una primera forma de acercarse a la clasificación de estos hablantes es suponer espacios favorables y menos favorables a partir de la combinación de dos criterios: por un lado, el uso del español como lengua de comunicación en la familia y su entorno; y por otro, la existencia de proyectos educativos que posibilitan su estudio.

El espacio más favorable se da con la combinación positiva de ambos criterios, como sucede paradigmáticamente en Alemania: aproximadamente el 30% de los hogares de inmigrantes emplea el español como lengua principal de comunicación y existe una amplia oferta educativa para la conservación del idioma: cursos específicos para los hablantes de herencia, centros bilingües en las etapas iniciales de la educación y una amplia oferta de español como lengua extranjera en la enseñanza secundaria y no reglada (Loureda et al. 2021: 73-77).

A los países con estructuras comparables se les asigna dicho porcentaje de mantenimiento intergeneracional de un dominio nativo; a los espacios relativamente favorables, porque su oferta es menor, se les asigna entre un 20% y un 30% de capacidad de conservación; y a los espacios poco favorables, con programas educativos más precarios y comunidades hispanohablantes menores, se les asignan valores inferiores al 20% (cf. Mapa 2, abajo).

Según nuestras estimaciones, en los espacios europeos favorables a la conservación intergeneracional del español residen aproximadamente 300.000 descendientes de inmigrantes con dominio nativo del español; en los relativamente favorables, unos 25.000 y en los no favorables, poco más de 6.000. A las demás personas con trasfondo migratorio hispanohablante, más de 800 mil, se les asigna una competencia limitada del español en tanto no haya criterios seguros para atribuirles un dominio mayor de la lengua (cf. Cuadro 3 para las cifras exactas).

Mapa 2. Hispanohablantes de segunda generación en Europa (excluida España) (2019)

Fuente: elaboración propia a partir de datos nacionales, Eurostat (2021) y ONU (2019)

Los inmigrantes hispanohablantes nacionalizados. Entre las personas nacionalizadas, la mayoría son inmigrantes de primera generación. No obstante, también se nacionalizan quienes tienen un ascendiente de origen hispanohablante, pues, por lo general, los descendientes de extranjeros no reciben la nacionalidad del país de residencia por el simple hecho de haber nacido en el territorio nacional (con la excepción de Alemania, donde desde 2000 existe el ius soli sin restricciones). Según la legislación de cada país, los nacionalizados podrán mantener o no su nacionalidad previa. Independientemente de ello, todo inmigrante hispanohablante nacionalizado deja de pertenecer a la población extranjera y, con ello, al grupo de inmigrantes, por lo que se trata de grupos complementarios  y bastante similares desde el punto de vista lingüístico (cf. § 2).

Según Eurostat, entre 2012 y 2018 se nacionalizaron más de 300 mil personas procedentes de países hispanohablantes. Para el período anterior hasta el año 2000 se puede estimar aproximadamente 270.000, cálculo que se realiza suponiendo que las nacionalizaciones han evolucionado de forma paralela a los flujos migratorios. La suma de estos dos grupos permite fijar en 600 mil el número de personas nacionalizadas, a las que se atribuye un dominio nativo de español porque, o bien se trata de inmigrantes de primera generación, o bien se trata de descendientes con una elevada identidad con la lengua y la cultura de sus orígenes. Para completar el número de nacionalizaciones en toda Europa, debe sumarse 1,1 millones de ciudadanos procedentes de la Iberoamérica hispanohablante nacionalizados en España (cf.Cuadro 3 para las cifras exactas).

4. La inmigración europea en los países hispanohablantes

La inmigración no amplía el mundo hispanohablante en una única dirección. Los migrantes europeos que se desplazan a países en los que el español es oficial son el espejo demolingüístico de los grupos poblacionales que se han descrito en los epígrafes anteriores. Adquieren conocimientos de español en los países de destino a través de procesos educativos, de socialización y de integración sociolingüística (Moreno Fernández 2009: 139-145). Con el tiempo, un inmigrante mejora sus competencias en la(s) lengua(s) del país de destino, pudiendo adquirir un dominio similar al nativo si se dan los procesos de integración social adecuados.

A falta de datos censales sistemáticos, para determinar las competencias lingüísticas del grupo debe recurrirse a datos sobre el tipo de residencia (temporal o permanente) y la duración de la estancia. Según las estadísticas de la ONU, casi tres millones de europeos (sin contar a ciudadanos españoles) residían en 2019 en países hispanohablantes (cf. Cuadro 3, para las cifras exactas). Su distribución espacial está determinada por la importancia de España como destino migratorio: casi cuatro de cada cinco (79%) viven en territorio español, 2,3 millones de personas, de los cuales el 73% son residentes permanentes (INE 2021).

En España, una gran parte de la inmigración procedente de Europa Occidental y del Norte forma un colectivo que generalmente reside en espacios aislados en la costa del Mediterráneo y en las Islas Canarias, y que suele disponer de competencias limitadas de español, con muy pocos incentivos de integración sociolingüística para alcanzar un dominio cercano al nativo. De entre estos inmigrantes, el mejor conocimiento de español lo presentan los más jóvenes, los que residen en España todo el año y los procedentes de países donde el aprendizaje del español está muy extendido, como Alemania (Huete y Mantecón 2013). Teniendo en cuenta estos hechos, se propone una estimación conservadora que supone que el 60% de los migrantes europeos residentes en España, 1,3 millones de personas, tiene un dominio nativo del español y casi un millón, una competencia limitada (cf. Cuadro 3, para las cifras exactas).

Por su parte, la inmigración europea en la Iberoamérica hispanohablante está formada por unas 600 mil personas. Por tratarse de un desplazamiento en el interior del mismo espacio cultural y lingüístico, en ella no se incluyen 1,5 millones de ciudadanos españoles, que suponen el 61% de todos los españoles residentes en el extranjero.

Los flujos de europeos hacia Iberoamérica son constantes en la historia moderna, si bien mucho más reducidos en la actualidad. Desde 1990 han disminuido en un 17%. Este descenso refleja una tendencia reciente de las migraciones norte-sur, menos comunes en los flujos globales que la dirección inversa. El freno de las migraciones europeas hacia Iberoamérica está determinado por la inestabilidad económica, política y social de diversos países hispanohablantes durante las últimas décadas. La baja tasa de renovación del grupo sugiere la existencia de una población muy estable y con un alto grado de permanencia. Dado que existen indicios claros de una mayor integración social y lingüística, el grupo de europeos con un dominio nativo del español suma casi medio millón de personas, el 80% del total de inmigrantes. Al 20% restante, poco más de 100 mil, se les atribuye una competencia más limitada (cf. Cuadro 3, para las cifras exactas).

Valoración general

            Todo lo anterior puede resumirse del modo que sigue. Casi el 15% de los europeos puede comunicarse en español, aproximadamente 88 millones personas. En la segunda región hispanohablante del mundo, tras Iberoamérica, deben separarse dos grandes espacios con criterios demográficos y lingüísticos: la Europa no hispanohablante y España. España es el país de residencia del 54% de los hablantes de español en Europa (47 millones de personas), un grupo que, en su mayoría, presenta un dominio nativo del español (92%). De ellos, 2,3 millones, son ciudadanos de otros países europeos. En la Europa en que no es lengua oficial, el español puede usarse potencialmente por 38,8 millones de personas. Entre estos hispanohablantes la comunicación mediante una competencia limitada es mayoritaria, pues solo 2,7 millones (6,6%) son hablantes de dominio nativo.

De los hablantes europeos que pueden comunicarse en español, más de 10 millones tienen un trasfondo migratorio. Pese a ser minoría, constituyen el perfil de mayor tamaño entre los hablantes de domino nativo. Así pues, su importancia es social, demográfica y lingüística: son la presencia inmediata en Europa de las culturas y sociedades de origen, son los responsables de su crecimiento o no en las generaciones sucesivas y suponen un sustrato que impulsa el estudio del español entre los no hispanohablantes. En este sentido, Europa es un espacio demolingüístico en el que predominan los hablantes competencia limitada, que suman el 91% del total de los hablantes (36,2 millones, excluida España), lo que la distingue de otras áreas con amplia presencia del español, como los Estados Unidos, donde la mayor parte de los hispanohablantes son hablantes nativos con trasfondo migratorio (63,2%, véase Moreno Fernández 2019: 96). Estos datos suponen evidencias de que las políticas lingüísticas y los programas educativos del español no pueden hacerse con una receta universal.

Las relaciones europeas con la migración hispanohablante permiten establecer distintos grupos sociales a los que se les puede atribuir una serie de perfiles lingüísticos propios, basados en última instancia en su mayor o menor capacidad para comunicarse en español. La cuantificación y justificación de los perfiles, tratados en detalle a lo largo de las páginas precedentes (§§ 2-4), puede observarse de forma resumida en el Cuadro 3, que sirve como base para un amplio estudio demolingüístico del español en Europa.

Cuadro 3. Hablantes europeos de español con trasfondo migratorio y dominio de lengua (2019)

Grupo de hablantes de dominio nativo8.305.729
Inmigrantes hispanohablantes no nacionalizados2.775.675
Inmigrantes hispanohablantes en Europa (sin España)1.729.323
Inmigrantes hispanohablantes en España1.046.352
Hablantes de segunda generación socializados en espacios favorables para el mantenimiento de la lengua337.033
  
Inmigrantes hispanohablantes nacionalizados1.771.971
Inmigrantes hispanohablantes nacionalizados en Europa (sin España)605.270
Inmigrantes hispanohablantes nacionalizados en España1.166.701
Inmigrantes europeos residentes en países hispanohablante de residencia permanente3.421.050
Inmigrantes europeos residentes en España1.379.898
Inmigrantes europeos residentes en la Iberoamérica hispanohablante487.625
Españoles residentes en la Iberoamérica hispanohablante1.553.527
Grupo de hablantes de competencia limitada1.898.686
Hablantes de segunda generación que no se han socializado en espacios favorables para el mantenimiento de la lengua814.429
Inmigrantes de origen no hispanohablante con conocimientos de español42.419
Inmigrantes europeos residentes en países hispanohablante de residencia temporal1.041.838
Inmigrantes europeos residentes en España919.932
Inmigrantes europeos residentes en Iberoamérica hispanohablante121.906
  
Total hablantes10.204.415

                                           Fuente: elaboración propia a partir de datos nacionales, Eurostat y ONU

Las tendencias migratorias apuntadas indican que el grupo de hablantes de español con trasfondo migratorio aumentará en los próximos años en Europa, sobre todo si la era post-covid impulsa las migraciones iberoamericanas y españolas hacia países europeos, como sucedió tras la crisis económica de 2008. Sin embargo, el peso demolingüístico de la migración para la internacionalización del español en la región seguirá siendo con toda probabilidad menor que el de las dinámicas educativas. La inmigración y la educación deben ser objeto de acciones políticas coordinadas por todos los países hispanohablantes, porque el español es de todos. Su objetivo debe ser el fortalecimiento de la presencia del español en los sistemas educativos y la conservación del español entre la inmigración con menos limitaciones de las que hoy se observan. Esta acción debe orientarse también a los nuevos contextos que reclaman competencias específicas del español ligadas a la profesionalización y la construcción de repertorios comunicativos multilingües.

Referencias bibliográficas

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Por Óscar Loureda, Héctor Álvarez Mella y Charlotte Blattner | Centro de Estudios Iberoamericanos, Universidad de Heidelberg
Publicado en José Luis García Delgado (dir.): El español lengua internacional:
proyección y economía, Pamplona: Universidad Nebrija/Civitas/Thompson Reuters,
págs. 65-83