Por: Hisvet Fernández
Hisvet Fernández es psicóloga social, feminista, activista de los DDHH de las Mujeres y los Derechos Sexuales y Reproductivos, directora del Centro de Capacitación para la Vida (Cecavid). Integrante de la Alianza Salud Para Todas. Coordinadora del Observatorio Venezolano de los Derechos Humanos de las Mujeres, núcleo Lara.
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Cuando se resalta o subraya el aspecto sexual y la sensualidad en niños y/o niñas, atribuyéndoles acciones, conductas, sentimientos y funciones sociales que se corresponden con la adultez, imponiéndoles roles que no corresponden a la infancia, estamos ante la hipersexualización infantil.
Esta consiste en una exaltación de la sexualidad como medio de obtención de un mayor valor social y por lo tanto conlleva a una preocupación constante por la imagen corporal.
Es la insistencia comunicacional, por todos los medios, por resaltar los atributos sexuales por encima de todas las demás cualidades que pueda tener una persona: niña, niño o adultas, afectando mayormente a las niñas.
Se trata de una alienación ideológica que muchas veces ni los y las adultas reconocen y caen en la instrumentalización de que son objeto, por la publicidad y la mercantilización de los cuerpos, en particular y especialmente de las niñas y mujeres.
Vivimos en una sociedad que nos expone permanentemente a un mercado que insiste en ofrecer a la infancia cosas que nada tienen que ver con esta etapa y que van tallando en estas niñas y niños rasgos de dependencia y de estereotipia sexual muy dañina para su desarrollo, pero muy conveniente para las ventas masivas de los implementos que permitirán a las niñas “sentirse bien y realizadas” como objetos sexuales de consumo masculino.
Acciones supuestamente inocuas como preguntar a los niños si tienen novia y a las niñas por su novio; incitarlas a realizar poses sensuales para sus fotografías; obsequiarles juegos de maquillaje y de uso de modas de adultas; insistir en que deben estar siempre “bellas” para agradar a los demás, en especial a los varones; que deben estar enamoradas de algún niño; decirles que si un niño les molesta, les trata mal y les pega, es porque está enamorado de ellas; hacerlas bailar de manera provocativa y sexualizada, son conductas muy peligrosas para el desarrollo sano de sus personalidades.
El uso en niñas de leggings, mallas de dos piezas con relleno en sus pechos simulando tener senos, botas militares, sandalias con tacones, blue jeans elásticos y ajustados al cuerpo, maquillaje, pelo teñido, tratamientos de keratina y mucho más son expresiones de la hipersexualización infantil.
No podemos olvidar mencionar el reggaetón, que es un supuesto estilo musical de hoy, presente en los cumpleaños infantiles, en los festivales de danza, incluso en los actos culturales de las escuelas. Si prestamos atención a las letras de las canciones de este género, veremos cómo asumen como objeto sexual a la mujer y los movimientos provocativos y violentos que estimulan en las niñas y mujeres es algo muy dañino para estas. Ya que las cosifica y abre el camino de ser objeto de violencias sexuales como el abuso sexual y las violencias sexuales de todo tipo.
La hipersexualización y la exposición a estos estímulos sexuales solo puede generar frustración, en muchas niñas, por no poder alcanzar el ideal de modelo sexual atribuido como símbolo de belleza, haciéndolas vulnerables.
Con la sexualización se apoyan también estereotipos de género sexistas que solo generan trastornos psicológicos como anorexia, bulimia, depresión, ansiedad, pérdida de la autoestima para permitir ser objeto de violencia de género, desigualdad, discriminación y más.
De allí que es nuestra responsabilidad reconocer que la sexualidad en la niñez es parte de la construcción de la identidad y la personalidad. Que se caracteriza en la infancia por la curiosidad, por la exploración y la necesidad de encontrar explicaciones para sus inquietudes, sobre conocimiento de sus cuerpos y de los cuerpos de otras personas; explicarse el por qué se actúa de tal o cual manera.
Que niñas y niños nos están observando e imitando, pero sin el componente sexual y erótico que tiene para los/as adultas, entendiendo que lo que hacen siempre es un juego simbólico.
La hipersexualización es una tendencia que tiene un trasfondo muy oscuro y dañino para la infancia; debemos evitar caer en ella y poderla reconocer. Saber poner límites a otras personas que insisten en sexualizar a la infancia y enseñarles, que la hipersexualización en la infancia es dañina para su sano desarrollo sexual y personal.
Esto es parte de la Educación Sexual Integral que necesitamos integrar a nuestro rol de madres y padres. Si tienes dificultad para conversar de esto, busca ayuda con especialistas y podrás manejar esta tarea tan importante para la salud de niños, niñas y adolescentes. Siempre hay que tener presente que las infancias no se tocan, y que tampoco se exponen como objetos sexuales en venta.
Por: Hisvet Fernández