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Por: psicóloga María Mercedes Armas

La licenciada María Mercedes Armas Barrios es psicóloga. Egresada de la Universidad Central de Venezuela. Es integrante del Observatorio Venezolano de los DDHH de las Mujeres y del Centro de Investigación Social Formación y Estudios de la Mujer.
@psico.mm.armas
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La vida está llena de retos, situaciones inesperadas, tanto placenteras como dolorosas. De cómo reaccionamos ante estas va a depender, no solo nuestra sobrevivencia, sino también nuestro bienestar y la anhelada felicidad. Hay personas que han atravesado sufrimientos extremos con una fortaleza y determinación admirable, que pudieron seguir adelante con sus vidas a pesar de haber sido rotas y han servido de inspiración a muchas otras. Estamos hablando de las personas resilientes.

La resiliencia implica un cambio en la perspectiva de los eventos vitales difíciles, es una postura ante la vida, que pasa por un proceso de  reestructuración de los recursos internos en función de las situaciones a afrontar con el objetivo de sobrevivir, adaptarse y estar bien.

En general, se ha descrito que las personas resilientes manifiestan las siguientes características:

  • La actitud de afrontar y no evadir las situaciones difíciles.
  • La autonomía o capacidad de soltar la dependencia de los demás para la resolución de sus situaciones.
  • La autoestima positiva, que parte de considerarse competente para hacer frente a los desafíos básicos de la vida y sentirse merecedor de la felicidad.
  • La capacidad de tolerar la frustración cuando no se cumplen los deseos, planes o expectativas y de aprender de los fracasos.
  • La conciencia como conexión interna consigo mismo y con el entorno.
  • La responsabilidad como la capacidad de asumir las consecuencias de las decisiones tomadas.
  • La esperanza activa como recurso interno que impulsa la acción y se alimenta e ella para el logro de los resultados deseados.
  • La sociabilidad como la capacidad para establecer vínculos nutritivos y de contribución hacia el bienestar mutuo.
  • La creatividad como herramienta para afrontar los desafíos usando nuevas estrategias para superar las adversidades y extraer lo positivo de cada experiencia.
  • La flexibilidad y tolerancia a la ambigüedad como fortalezas internas para encarar las situaciones.
  • La tenacidad como capacidad para persistir en la acción hasta concretar los resultados deseados.

Además de las cualidades anteriormente mencionadas, para desarrollar resiliencia necesitamos conocernos a nosotros mismos, reconocer nuestras debilidades y fortalezas, potencialidades, limitaciones y defectos. Esto nos permite aumentar la seguridad y confiar en nosotros mismos. Ser resilientes no implica ser autosuficientes, hay que reconocer el valor del aporte de las demás personas y del trabajo en equipo, así como de la importancia de las relaciones interpersonales que podamos construir con personas que también estén en el proceso de fortalecerse y crecer e incluir positivamente en la vida de otros.

Los autores coinciden en que la resiliencia es una cualidad que se desarrolla en medio de las adversidades, no es algo innato, es algo que podemos aprender y desarrollar voluntariamente a lo largo de nuestra vida, aunque puede que tengamos modelos de resiliencia en antepasados o en alguien cercano. Desarrollar un espíritu resiliente va de la mano con tener la disposición para enfrentarse a los diferentes retos de la vida.

Ver la crisis como oportunidad para aprender y tener la capacidad de evaluar las experiencias dolorosas o difíciles como algo transitorio, forman parte de las habilidades internas que necesitamos desarrollar para lograr un elevado nivel de resiliencia.

Por: psicóloga María Mercedes Armas