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Por: Hisvet Fernández, psicóloga feminista

Hisvet Fernández es psicóloga social, feminista, activista de los DDHH de las Mujeres y los Derechos Sexuales y Reproductivos, directora del Centro de Capacitación para la Vida (Cecavid). Integrante de la Alianza Salud Para Todas. Coordinadora del Observatorio Venezolano de los Derechos Humanos de las Mujeres, núcleo Lara. 
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Alrededor de los 51,4 años de edad las mujeres, en general, entran en la etapa de su vida, que se considera el último hito de la sexualidad integral de las mujeres, la menopausia. Y decimos integral porque los cambios no son solo fisiológicos o corporales sino que incluyen cambios emocionales y sociales en su vida. Esta etapa es tan diversa, como diversas son las mujeres entre ellas, de allí que se considera normal que algunas lleguen a la menopausia entre los 45 y los 55 años, algunas en óptimas condiciones y otras muy deterioradas.

Hay diversas edades en las que estos cambios ocurren: un 47% de las mujeres llega a la menopausia entre los 46 y los 50 años, un 32% entre los 51 y los 55 años, un 6% tiene una menopausia precoz (antes de los 40 años) y un 2% una menopausia tardía (después de los 55 años). Asimismo, hay que tener en cuenta que el 85% de las mujeres llega a la menopausia de forma natural, mientras que el 15% restante lo hace como consecuencia de enfermedades ginecológicas o cancerígenas que, por algunos medicamentos, adelantan la llegada de la menopausia.

El inicio y fin de esta etapa en la vida de las mujeres depende de factores como: los antecedentes de las mujeres de su familia, o sea del linaje de cada mujer; de la genética de la mujer; de su salud general, hoy se sabe que ciertas enfermedades o problemas de salud, especialmente los metabólicos o los hormonales, pueden adelantar la menopausia; las condiciones materiales y sociales de vida que marcan estilos de vida saludables o no; las adicciones como fumar, beber mucho alcohol o seguir dietas específicas puede adelantar la menopausia hasta en dos años; tener una vida muy estresada o padecer el Síndrome de Fatiga Crónica o algunas enfermedades raras;  haber tenido una histerectomía completa o la extirpación quirúrgica de ambos ovarios o del útero; haber seguido tratamientos con quimioterapia o radioterapia, por ciertos fármacos que se usan; padecer VIH o SIDA, especialmente si la infección no está bien controlada con los medicamentos adecuados.

En fin, todo aquello que pueda alterar las hormonas y su equilibrio y acabar con las ovulaciones, y las condiciones psicosociales de la vida afectará el inicio prematuro de la menopausia y también marcará la vida de las mujeres en la posmenopausia.

La menopausia es causada por el descenso de las hormonas sexuales de la mujer, especialmente progesterona y estrógeno y también la testosterona, que se habían mantenido en equilibrio durante la vida fértil.

La caída de los niveles de estrógeno, actúan de múltiples maneras en el organismo dándose el fin de ese equilibrio, causando una serie de cambios y desajustes en las mujeres que van acompañados de síntomas, físicos, emocionales y sociales muy molestos y perturbadores que impactan significativamente la vida de las mujeres y sus relaciones interpersonales.

Estos síntomas no solo aparecen cuando llega la menopausia, sino que suelen acompañar a la mujer durante la perimenopausia y la postmenopausia, lo que significa de 2 a 10 años de síntomas.

Estudios revelan que más del 50% de las mujeres experimenta esos desagradables síntomas durante siete o más años, en términos medios las mujeres estarán 7,4 años con síntomas desagradables. Incluso algunas sufrieron más tiempo: 11,8 años de síntomas y otras durante unos 9,4 años.

La raza y la etnia afectan la duración de los síntomas y dependiendo de cada mujer, hacia el final, en la postmenopausia, los síntomas que quedarán en ella serán más leves o más intensos. 

La postmenopausia, es la última fase del climaterio y se caracteriza porque el descenso en la producción de estrógenos se afianza y por eso algunos síntomas de la menopausia se pueden volver más frecuentes e intensos y otros quedar como permanentes.

En esta fase, se vive un nuevo equilibrio en el cuerpo, la mente y en definitiva la vida de las mujeres, luego del paso por la menopausia, llega la postmenopausia con su nueva estabilidad: La mujer definitivamente ya no es fértil y no volverá a serlo.

Se quedan en ella, la sequedad vaginal, ya que el estrógeno sostenía la irrigación sanguínea, la trasudación y la secreción glandular responsables de la lubricación vaginal, también mantenía la cantidad de elastina y de colágeno de estos tejidos, en los niveles adecuados.

Por lo que esas funciones quedan afectadas y hay un adelgazamiento del revestimiento, con fragilidad de la pared vaginal, esta se vuelva más corta, estrecha y menos elástica, puede agrietarse y producir lubricación deficiente, con dolor durante el coito, pero no en toda la actividad sexual.

Quedan establecidos cambios en la función sexual de las mujeres, incluida una disminución del deseo.

Quedan también los cambios de humor, la ansiedad, la irritabilidad e incluso la depresión, puede quedar con incontinencia y problemas urinarios, urgencia miccional, infecciones urinarias repetidas y el prolapso, tiene mayor riesgo de ataques cardíacos y/o accidentes cerebrovasculares, mayor riesgo de osteoporosis y más vulnerabilidad a cambios emocionales y violencias como mujer.

Recordemos que un elemento que se ha impuesto como definición o especialidad de la sexualidad de las mujeres es su capacidad reproductiva.

La educación de la sexualidad en las mujeres, nos enseña universalmente que las relaciones sexuales compartidas, son con hombres, tienen como fin último la reproducción y su expresión “madura” es el coito. Es la maternidad el eje identitario de las mujeres.

Si las mujeres pierden su capacidad reproductiva se considera que llegan al fin de su sexualidad y de su vida útil.

Así como la adolescencia es un período de inestabilidades o hito de la sexualidad que implica el paso de la niña a mujer, la menopausia es el período o hito de la sexualidad que implica el cambio de mujer adulta y fértil a la mujer de la 3ra edad no fértil.  Es un período de inestabilidades también y sobre todo de duelo, por las pérdidas que significa asumir esta nueva etapa de la vida. Las mujeres deben tener acceso a la información y los cuidados necesarios para vivirla de la mejor manera, ajustada a derechos, en especial derechos sexuales y el derecho a vivir libres de violencias y a desplegar todas sus potencialidades como seres sociales. Las mujeres viven un tercio de su vida transitando la postmenopausia, y no debería ser un tiempo perdido.

El apoyo familiar y profesional, de la mano de especialistas en desarrollo integral de las mujeres, así como el autocuidado femenino integral, deben estar presentes en la vida de las mujeres durante la postmenopausia.

 La postmenopausia es un tiempo de asumir nuevos retos y las mujeres tiene derecho a vivirla sin miedos, sin coacción, sin violencias y sin subestimaciones de ningún tipo.

Por: Hisvet Fernández, psicóloga feminista