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Volver a la escuela, de manera presencial, es un imperativo ético en los países que no cuentan con recursos tecnológicos ni ayudas sociales suficientes para evitar que los padres salgan a trabajar.

De igual modo, la escuela es para muchos niños el lugar donde pueden recibir su única comida del día.

Un reciente estudio de Unicef y el Programa Mundial de Alimentos (PMA), advierte que “unos 370 millones de niños en el mundo dejaron de recibir el 40% de los almuerzos escolares”, al cerrar las escuelas”.

De acuerdo con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), a la exclusión educativa que ya afectaba a los jóvenes entre 15 y 17 años en América Latina y el Caribe, se agregan los efectos de la pandemia, con un balance catastrófico:

  • Al menos 1,2 millones de niños, niñas y jóvenes de entre 6 y 17 años dejarán de ir a la escuela.
  • El tramo etario más afectado será el de jóvenes entre 15 a 17 años.
  • Aumento de las desigualdades: la gran mayoría de quienes dejarán la escuela, provienen de familias pobres (38%) y de clase media vulnerable (44%)
  • Habrá una interrupción de la tendencia a la baja de la exclusión educativa, volviendo a valores cercanos a los de 2012: casi una década perdida.

Elena Arias Ortiz, analista senior del BID, quien conversó sobre las Perspectivas de la educación, transición hacia la educación híbrida, en reciente evento de la Cámara Americana de Comercio e Industria de Panamá (AmCham), observa que se hace necesaria una apertura parcial de las escuelas para evitar que el covid-19 acentúe la inequidad del lado de la escolaridad.

En noviembre 2020, todavía 15 países de América Latina mantenían sus escuelas cerradas y el diagnóstico confirma que la enseñanza remota fue un sistema de emergencia: los docentes debieron asumirla de manera improvisada.

La especialista del BID comparte buenas noticias que alientan a volver al salón de clases, así sea de manera parcial, y en particular, tomando en cuenta al grupo con mayores dificultades de prepararse desde casa:

Entre otras razones, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha documentado pocos brotes en las escuelas.

En la Unión Europea y el Reino Unido señalan que si se mantienen las medidas de distanciamiento físico e higiene, “la propagación en las escuelas es menor que en otros entornos con densidades similares de personas”.

Otro aporte concluyente de los estudios del BID, describe que en Estados Unidos, con base en una muestra de 200,000 niños en 47 estados, la tasa de infección en centros educativos fue mínima.

En concreto, de 0.13% en estudiantes y 0.24% en personal, en una data de septiembre 2020 (Emily Oster, Universidad de Brown).

Arias Ortiz indica que estamos en el momento de la educación híbrida, combinación de la educación presencial y remota y con el uso de plataformas, tanto en línea como en canales tradicionales tipo televisión y radio.

Destaca que este modelo significa “repensar la educación y desarrollar modelos de enseñanza y aprendizaje que capturen la atención y el interés de los estudiantes por aprender de maneras distintas, en cada una de estas modalidades”.

La especialista observa que el modelo de educación híbrida es una solución segura en la reapertura de las escuelas y también un canal “para la construcción de sistemas educativos con mayor calidad, inclusión y flexibilidad”, en el contexto de una nueva pedagogía, que también cuente con equipos y conectividad.

La única comida del día

La escuela no es solo un espacio de aprendizaje: “Para muchos niños, la comida que reciben en la escuela es su principal o única fuente de nutrición diaria”, alerta un reciente informe del Fondo de la ONU para la Infancia (UNICEF) y el Programa Mundial de Alimentos (PMA).

“Unos 370 millones de niños en el mundo dejaron de recibir el 40% de los almuerzos escolares” a partir del cierre de las aulas “como parte de las medidas para contener la propagación del coronavirus”, revela el documento.

 “Los niños que dependen de las escuelas para su alimentación diaria no sólo están perdiendo una educación, sino también una fuente confiable de nutrición.

A medida que respondemos a la pandemia y esperamos la distribución de la vacuna, debemos dar prioridad a la reapertura de las escuelas y tomar medidas para que sean lo más seguras posible, como que dispongan de agua potable y jabón”, dijo Henrietta Fore, directora ejecutiva de UNICEF, citada en documentos de la organización.

David Beasley, director ejecutivo del PMA, afirmó, por su parte, “que no tener acceso a los almuerzos escolares pone en peligro el futuro de millones de niños pobres en el mundo. “Corremos el riesgo de perder a una generación completa”, advirtió.

El Banco Mundial (BM) estima que “debido a las pérdidas de aprendizaje y los aumentos en las tasas de deserción, la actual generación de estudiantes podría perder aproximadamente $10 billones por concepto de ingresos, o casi el 10 % del PIB mundial, y los países se desviarán aún más del objetivo de reducir la pobreza de aprendizajes, la que podría aumentar al 63 %”.

El organismo, en concreto, propone 10 medidas que pueden ayudar a los países “a recuperar y acelerar el aprendizaje”:

  • evaluar las pérdidas de aprendizaje y monitorear los avances, cuando los niños regresen a la escuela y durante la instrucción a distancia;
  • proporcionar clases de nivelación y apoyo socioemocional a los estudiantes para ayudarlos a ponerse al día y asegurar la retención escolar;
  • reestructurar el calendario académico para hacer ajustes por los días escolares perdidos debido a la pandemia;
  • adaptar el plan de estudios para priorizar el aprendizaje fundamental (incluido el aprendizaje socioemocional) teniendo en cuenta el tiempo perdido;
  • preparar y apoyar a los maestros para manejar el agotamiento profesional, mejorar las habilidades digitales, identificar a los estudiantes que necesitan apoyo y adaptar la instrucción para estos alumnos
  • preparar y apoyar la gestión escolar para desarrollar e implementar planes que garanticen las condiciones de salud y seguridad cuando los niños regresen a las escuelas y la continuidad del aprendizaje;
  • comunicarse con las partes interesadas para lograr que los padres/cuidadores, maestros, personal escolar y la comunidad en general apoyen los planes de reapertura de las escuelas y se comprometan con ello;
  • fomentar la reinscripción, poniendo especial atención en las poblaciones en riesgo de deserción escolar
  • minimizar la transmisión de enfermedades en las escuelas, apoyando las campañas de vacunación y cumpliendo las directrices epidemiológicas de saneamiento e higiene para prevenir brotes, activando la educación a distancia,
  • apoyar el aprendizaje en el hogar a través de la distribución de libros, dispositivos digitales cuando sea posible y paquetes de recursos para el aprendizaje a distancia.

El BM reconoce que la crisis ofrece una oportunidad de repensar la educación y “el futuro del aprendizaje” con niños que aprendan en la escuela y “fuera de ella”, “con alegría, rigor y propósito”, un desafío que a nadie en la sociedad puede resultar indiferente.

Violeta Villar Liste
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Actualización

Nuevos datos aportados por la Unicef

Las escuelas de más de 168 millones de niños del mundo llevan casi un año cerradas por completo debido a los confinamientos impuestos por la COVID-19, según los nuevos datos que ha publicado UNICEF. Además, en torno a 214 millones de niños del mundo (uno de cada siete) han perdido más de tres cuartas partes de la educación presencial.

El informe Análisis del cierre de las escuelas pone de relieve que 14 países del mundo permanecieron cerrados en gran medida desde marzo de 2020 hasta febrero de 2021.

Dos terceras partes de esos países se encuentran en América Latina y el Caribe, y casi 98 millones de niños en edad de asistir a la escuela resultaron afectados. De los 14 países, las escuelas de Panamá son las que más días permanecieron cerradas, seguidas de las de El Salvador, Bangladesh y Bolivia.

“Conforme se acerca el primer aniversario del comienzo de la pandemia de COVID-19, la realidad vuelve a recordarnos la catastrófica emergencia educativa que se originó como consecuencia de los confinamientos mundiales.

Cada día que pasa, los niños que no pueden acceder a la educación presencial se van quedando cada vez más rezagados, y los más marginados sufren las peores consecuencias”, sostuvo Henrietta Fore, directora Ejecutiva de UNICEF.

“No podemos permitir que, por segundo año consecutivo, estos niños sigan sin poder asistir a la escuela de forma presencial o que la presencialidad siga siendo limitada. No debemos escatimar esfuerzos para mantener las escuelas abiertas o darles prioridad en los planes de apertura”.

El cierre de las escuelas tiene consecuencias desastrosas para la educación y el bienestar de los niños.

Los niños más vulnerables y los que no pueden acceder a la educación a distancia tienen más probabilidades de no regresar nunca a la escuela, e incluso de ser víctimas del matrimonio infantil o el trabajo infantil.

Según los últimos datos publicados por la UNESCO, más de 888 millones de niños de todo el mundo siguen sufriendo interrupciones en su educación debido al cierre total o parcial de las escuelas.

Para la mayoría de niños en edad escolar del mundo, las escuelas son el único lugar en el que pueden relacionarse con sus compañeros, encontrar apoyo, acceder a servicios de salud e inmunización y obtener comidas nutritivas.

Cuanto más se prolonga el cierre de las escuelas, más tiempo pasan los niños sin acceder a estos elementos fundamentales de la infancia.

Con el fin de centrar la atención en la emergencia educativa y concienciar acerca de la necesidad de que los gobiernos mantengan las escuelas abiertas o les den prioridad en sus planes de reapertura, UNICEF ha presentado hoy “La clase de la pandemia”, una maqueta de una clase formada por 168 pupitres vacíos, cada uno de ellos en representación de cada millón de niños que viven en los países donde las escuelas han permanecido cerradas casi por completo.

Se trata de un solemne recordatorio de las clases que siguen vacías en cada rincón del mundo.

“Esta clase representa a millones de centros educativos que se han quedado vacíos, muchos de ellos durante casi todo el año. Detrás de cada silla vacía cuelga también una mochila vacía: un símbolo de la postergación del potencial de los niños”, afirmó Fore.

“No queremos que las puertas cerradas de las escuelas escondan el hecho de que el futuro de nuestros niños sigue suspendido de manera indefinida. Esta maqueta es un mensaje para los gobiernos: debemos dar prioridad a la reapertura de las escuelas y hacer todo lo posible para que, cuando vuelvan a abrir, sean más seguras que antes”.

A medida que los estudiantes regresan a las clases, necesitarán ayuda para volver a adaptarse y ponerse al día con su educación.

Los planes de reapertura de las escuelas deben incluir iniciativas para que los niños recuperen la educación perdida.

UNICEF exige a los gobiernos que den prioridad a las necesidades específicas de cada estudiante ofreciendo actividades de recuperación, servicios de salud y nutrición y medidas relacionadas con la salud mental y la protección en las escuelas, con objeto de fomentar el desarrollo y el bienestar de los niños y los adolescentes.

El Marco para la reapertura de las escuelas de UNICEF, publicado conjuntamente con la UNESCO, ACNUR, el Programa Mundial de Alimentos y el Banco Mundial, ofrece asesoramiento práctico para las autoridades nacionales y locales.

Con información de UNICEF
Informe del 2 de marzo de 2021