Dr. Miguel A. Cedeño T.
Aproximadamente a los 5 años de edad, en mi natal Chitré, al sur de la República de Panamá, los niños del barrio solíamos disfrutar mucho de una cámara en forma de bati-ametralladora que proyectaba mecánicamente imágenes fijas, tipo pasquín, sobre Batman y Robin, famosos personajes de la ficción mundial hasta hoy día.
En realidad, no entendíamos nada porque muchos aún no sabíamos leer, y sobre todo, porque los diálogos de los personajes aparecían escritos en inglés.
Sin embargo, estábamos convencidos de la existencia real de nuestros héroes, cuyo hogar imaginábamos en los Estados Unidos de América.
También nos divertíamos con las llamadas cómicas, cuyas imágenes veíamos en pasquines y revistas, ya que la televisión apenas llegaba al país. Después de los 5 años, y como era habitual en nuestro entorno, los niños nos íbamos separando de personajes como Batman, Superman, el Pato Donald…, para dedicarnos a jugar con pelotas en sus diversas versiones, ya sea tratando de meter una en forma de balón en algún viejo tinaco que hacía las veces de canasta, o golpeando una más pequeña y sólida con un bate, o simplemente, disfrutábamos haciéndolas rebotar contra paredes y suelo, o pateándolas, o intercambiando lanzamientos con otros chicos en calles, parques, patios o potreros.
La pelota, en esta etapa, se había convertido en la fascinación diaria de todos los niños del barrio. Cuando llegamos a la escuela secundaria, en aquellos tiempos a los 13 años de edad, observé cómo un vecino de la misma edad, se dedicaba constantemente a leer y hacer experimentos.
Recuerdo que en una ocasión escribió con jugo de limón sobre una hoja de papel y luego pasó una vela encendida por debajo del papel, y todo lo escrito, invisible a nuestros ojos, se iba tornando legible por efecto del calor. Luego me dio una larga explicación del por qué sucedía eso, aunque en verdad, no le entendí mucho.
Con el tiempo, esta persona se convirtió en un destacado alumno en física, química y matemáticas, pero paralelamente, también empezó a elaborar cuentos, ensayos, obras de teatro y sobre todo poesías, con los que ganó varios premios a nivel nacional e internacional. Evidentemente, nuestro pensamiento fue cambiando con los años.
Si cada uno de nosotros recordara nuestra vida en retrospectiva, nos daríamos cuenta que en cierta etapa de nuestra niñez fantaseamos, más adelante nos volvemos concretos y ya a los 11-12 años comenzamos a razonar, y a través de esto a buscar respuestas lógicas de muchas cosas. Igualmente con el tiempo, algunos pueden volverse muy imaginativos y comenzar a crear cosas nuevas.
En realidad, el desarrollo del pensamiento humano podemos verlo primeramente desde una óptica filogenética, una vez que el cerebro del Homo sapiens sapiens adquirió las características anatómicas y la vascularización del humano actual.
Esta expansión cerebral se inició de manera más marcada en uno de sus antecesores, o grupo evolutivo diferente (según la línea evolutiva horizontal o verticalista que tomemos en cuenta), el Homo habilis (habilidoso), el cual era capaz de fabricar y utilizar una gran variedad de herramientas de piedra para cazar y realizar otras acciones del día a día, y cuya sociedad seguía una jerarquía, siendo liderados por un macho alfa, mientras que el resto estaban por debajo y se dividían en grupos dependiendo de la tarea que realizaran, y aunque aún no era capaz de usar el lenguaje, se comunicaba por sonidos.
Posteriormente el Homo erectus (de pie), también manejaba la tecnología de piedra para la fabricación de armas, pero vivía en grupos pequeños, de alrededor de 30 personas, y desarrolló cierto nivel de intercambio y socialización entre tribus, probablemente para el intercambio de información, bienes y mujeres, y así evitar el empobrecimiento genético de la endogamia.
Igualmente, no es probable que esta especie manejara el lenguaje articulado. Sin embargo, de acuerdo al tamaño de sus cerebros y su conducta la Antropología los ubica como seres con un pensamiento homínido.
El Homo sapiens tanto sapiens, como neanderthalensis, salvo algunas diferencias anatómicas, contaban con un cerebro morfológicamente apto para desarrollar a futuro la forma de pensamiento que predominantemente utilizamos los humanos adultos actuales, o sea el pensamiento lógico-racional, pero no así con una mente apta para tal fin, por lo que encontró serios escollos para desarrollar éste de inmediato.
Tal como señalaba en el artículo anterior, con su cerebro recientemente evolucionado, poco estimulado y con experiencias menos ricas y casi homogéneas, el hombre primitivo tenía mucho menos capacidad de analizar, comparar, razonar, abstraer e imaginar que los humanos posteriores.
Así, lo anterior dio como resultado que empezara a utilizar la lógica de las operaciones mentales sobre la realidad externa para explicar el funcionamiento de esta última, lo que lo llevaba a conclusiones basadas en supuestos informales, erróneos o no justificados y, frecuentemente, sobrenaturales que le generaban ideas carentes de fundamentación empírica robusta.
Es así como empezó a predominar en él lo que conocemos actualmente como pensamiento mágico-primitivo, un tipo de pensamiento al que le cuesta separar lo real de lo irreal.
Así, por ejemplo, como destaca Manuel Hinds: “Los pueblos primitivos comenzaron a atribuir a dioses, o grupos de ellos, todo lo que pasaba en el mundo físico y también de lo que hacían los seres humanos con su vida. Si un rayo caía a la tierra, era porque algún dios, enojado por algo, había decidido tirarlo. Si una ciudad era derrotada en una guerra era porque la diosa a cargo de ésta se le había volteado.
El mundo entero era como un tablero de ajedrez en el que jugaban los dioses.
Con el desarrollo del pensamiento lógico-racional, y como resultado, la llegada de la ciencia, los seres humanos comprendimos que había mucho que podíamos hacer con nuestras vidas, no sólo acurrucarnos en una cueva temblando del miedo, creyendo que los rayos de una tormenta significaban que los dioses habían decidido destruirnos y que contra eso no podíamos hacer nada.
La gente fue entendiendo los orígenes eléctricos de los rayos, lo cual llevó al establecimiento del control humano sobre la electricidad, lo cual a su vez llevó al desarrollo de la ciencia y la ingeniería eléctrica que tanto bien han hecho a la humanidad. Esto, repetido en miles de campos, llevó al triunfo de la razón sobre la superstición.” (El Diario de Hoy. El Salvador. 2 Dic. 2020).
No obstante, como señalé en el artículo anterior, el pensamiento mágico–primitivo ha tenido una gran importancia en el desarrollo del pensamiento lógico-racional, y su vigencia, lejos de desaparecer, parece ir en aumento tanto en su forma pura, llena de primitivismo, como en formas más estilizadas y modernas, a veces creadas por el propio pensamiento lógico racional.
Así, los humanos actuales podemos distinguir uno del otro, pero también nos cuesta extinguir su convivencia. Leer:https://lawebdelasalud.com/sera-este-siglo-el-del-retorno-del-pensamiento-magico-primitivo/.
Sin embargo, la clasificación del pensamiento humano desde su filogenia parte de un cerebro y una mente adulta que responden a un proceso evolutivo, si bien ambos no nacen adultos ni desarrollados, lo que lleva a clasificarlo también desde su desarrollo ontogénico. Los últimos estudios y experimentos señalan, que aun el pensamiento de los bebés es más desarrollado y complejo de lo que pensamos.
Hoy día, para comprender el desarrollo ontogénico del pensamiento humano aún tomamos como referencia las etapas del desarrollo cognitivo elaboradas por el famoso investigador y psicólogo suizo Jean Piaget.
Partiendo de lo anterior, se considera que el niño en edades de 3-5 años,también desarrolla un tipo de pensamiento mágico, producto de asociaciones simples y arbitrarias que hace cuando intenta entender cómo funciona el mundo.
Así, por ejemplo, éste le teme al cuco, juega con el Pato Donald, está seguro que la cigüeña le trae sus hermanitos y Santa Claus sus juguetes navideños. En esta etapa al niño le cuesta separar lo real de lo irreal y suele mezclar realidad con fantasía.
Neurobiológicamente hablando, por la fascinación que continúa provocando principalmente en adultos racionales, se considera que el pensamiento mágico-primitivo provoca una gratificación asociada al sistema de recompensa dopaminérgico (vía mesolímbica).
Igualmente, Antonio Chávez lo asocia a los circuitos neurohormonales de recompensa y socialización, donde la dopamina es el mensajero decisivo para, en el eje frontal-temporal, agudizarlo como la dimensión cognitiva de una estrategia biológica de afrontamiento del estrés. (Sobre genética, neurocognición, pensamiento mágico y religión. Dic. 2013). De esta forma, lo mágico parece gratificarnos y/o liberarnos de ansiedades.
Sin embargo, el pensamiento mágico-primitivo no es el único tipo de pensamiento utilizado por el ser humano a través de su desarrollo.
Así, cuando el niño tiene 7 años comienza autilizar el llamado pensamiento plástico-concreto, mediante el cual puede conocer la realidad que lo circunda y pensar sobre ella estableciendo relaciones a partir de sus sentidos.
A partir de aproximadamente los 5 años de edad, el pensamiento mágico y las creencias mágicas comienzan más o menos a decaer, coincidiendo con la adquisición de explicaciones físicas de los objetos y el mundo (período plástico-concreto). Esta etapa concreta se extiende hasta los 11-12 años cuando logra alcanzar entonces lo que conocemos como pensamiento abstracto, que forma parte del pensamiento lógico-racional. Por lo tanto, el plástico-concreto es un tipo de pensamiento literal que se centra en el mundo físico y sus elementos.
El niño a través de sus sentidos establece relaciones que le permiten conocer la realidad, pero aún no es posible que realice hipótesis, y tampoco le es posible aplicar un aprendizaje adquirido previamente a situaciones nuevas. Por ende, a este pensamiento se le considera el opuesto al pensamiento abstracto, ya que es utilizado para reflexionar sobre hechos, sobre el aquí y ahora, sobre objetos físicos, y sobre definiciones literales.
Para entender la diferencia, por ejemplo, ante una metáfora como: “las nieves del tiempo platearon mi sien”, alguien con abstracción normal lo relacionará con la aparición de canas en la sien de la persona aludida, mientras que otra con pensamiento concreto imaginará que alguien se encuentra en algún lugar donde está nevando y le está cayendo nieve en la sien, o sea lo tomaría literalmente.
El pensamiento plástico-concreto también podemos encontrarlo en algunas personas con retardo mental o demencias, ya que en los primeros su cerebro no ha madurado o ha sufrido un temprano deterioro (no ha corticolizado, o se detiene su corticolización), mientras en los segundos, se ha perdido su integridad neuronal (se ha descorticolizado), por lo que su identificación tiene utilidad diagnóstica en este tipo de pacientes.
A medida que el cerebro del ser humano fue aumentando en complejidad, tanto por su evolución filogenética, como por su desarrollo ontogénico, emerge el pensamiento lógico-racional, que es el que utilizamos actualmente los seres humanos aceptados como normales. El mismo, señalaba, se genera en la pubertad (11-12 años).
Ya en esta etapa de adolescente, el pensamiento lógico racional nos sirve para entender todo aquello que nos rodea, así como las relaciones o diferencias que existen entre las acciones, los objetos o los hechos observables, además de resolver las situaciones diarias, a través del análisis, la comparación, el razonamiento, la abstracción y la imaginación.
Mediante el análisis examinamos detalladamente las cosas para conocer sus características, cualidades, o su estado. A través de la comparación establecemos sus relaciones, diferencias o semejanzas. Por medio del razonamiento resolvemos problemas, extraemos conclusiones y aprendemos de manera consciente los hechos, estableciendo conexiones causales y lógicas necesarias entre ellos.
El mismo puede ser deductivo, inductivo o por analogías. La abstracción, considerada la más desarrollada de las funciones corticales, y un buen indicador de la función intelectual en general, ya vimos cómo nos permite la adquisición del conocimiento intrínseco de las cosas prescindiendo de sus cualidades materiales y así podemos hacer generalizaciones válidas sobre las cosas después de adquirir dichos conocimientos.
A través de la imaginación concebimos ideas, proyectos o creaciones innovadoras.
Algunas clasificaciones toman los tipos de razonamiento como formas de pensamientos particulares, así, hablan de pensamiento deductivo, inductivo, análogo, de igual forma, también hablan de pensamiento abstracto.
Sin embargo yo prefiero hablar de pensamiento lógico-racional, como el producto de los diferentes procesos antes señalados. Quizás, el que sí empieza a adquirir una identidad propia por algunos hallazgos genómicos recienteses el pensamiento creativo, pero aun así, éste también pudiera considerarse como una forma de perfeccionamiento del pensamiento lógico-racional a través de los procesos de creatividad e imaginación.
No puedo dejar de destacar en este escrito, el gran impacto del pensamiento lógico-racional en todas las ramas del saber humano, y sobre todo en la ciencia, donde a través de una herramienta muy eficaz y útil, el método científico, ha permitido, entre otras cosas, el alargamiento de la vida.
El método científico, como fiel producto del pensamiento que lo engendró, emplea elementos de observación, análisis, comparaciones y razonamientos que han permitido llegar a innumerables conclusiones benéficas para la humanidad.
Para muchos, la génesis del pensamiento lógico-racional le pone el sello de salida a la homonización y el de entrada a la humanización.
Referente a su neurobiología, el pensamiento lógico-racional se da preferente con la participación de los lóbulos frontales del cerebro, principalmente de la corteza prefrontal dorsolateral. Aunque el pensamiento en general, sostiene el neurocientífico colombiano Rodolfo Llinás en sus trabajos de magnetoencefalografía, consiste en una de tantas oscilaciones neuronales o estados funcionales del cerebro, al igual que la consciencia, las emociones, la memoria, y otras funciones psíquicas, que se originan por una actividad oscilatoria y eléctrica intrínseca de las neuronas.
El mismo parece producirse por esta activación breve y simultánea de conexiones neurales dispersas en todo el cerebro. Las estructuras neurobiológicas involucradas en el procesamiento del pensamiento lógico-racional son predominantemente corticofrontales (razón), diferentes a las asociadas al pensamiento mágico-primitivo, más mesolímbicas (recompensa, emoción), aunque todas estas estructuras se interrelacionan.
De igual forma, como ya señalé anteriormente, como un perfeccionamiento del pensamiento lógico-racional, o como otro tipo de pensamiento, los seres humanos también contamos con el pensamiento creativo, el cual consiste en el desarrollo de nuevas ideas y conceptos, así como en la habilidad de formar nuevas combinaciones de ideas para llenar una necesidad.
Por lo tanto, el resultado o producto de este pensamiento tiende a ser, además de nuevo, original. Sin embargo, por nuevo u original, este producto no debe interpretarse siempre como bueno o benéfico (creación de vacunas, medicamentos, cohetes espaciales o tecnología), ya que en ocasiones puede ser malo o perjudicial (creación de armas de exterminio masivo, la silla eléctrica, sofisticados equipos de tortura, o llenar botellas de agua del grifo y luego pegar la tapa con goma sintética para venderlas como nuevas), ya que todo pensamiento trabaja junto a otra función psíquica muy importante: el juicio (la persona elige entre el bien y el mal, o entre lo verdadero y lo falso).
A través del pensamiento creativo el hombre parece haber mantenido su supervivencia en el planeta, ya sea produciendo elementos protectores de su vida, o eliminando los que ponían en riesgo la misma. No obstante, hay que recordar que el pensamiento creativo también gusta de engendrar cosas fantásticas y mágicas, principalmente en el arte y el área de entretenimiento (libros con nuevas mitologías, películas fantásticas, pinturas subrealistas).
Igualmente, es importante destacar que el gran psicológico norteamericano Joy Paul Guilford, estableció una diferencia funcional y neurobiológica entre el pensamiento lógico-racional y el creativo.
Según él, el pensamiento lógico-racional es convergente (permite encontrar una solución adecuada ante un problema al evaluar una situación contra experiencias), mientras que el pensamiento creativo es divergente (abre la mente para encontrar nuevas soluciones, formas de hacer las cosas y pensar muchas respuestas posibles para un problema). Además, al primero lo asocia con el hemisferio cerebral izquierdo y al segundo con el hemisferio cerebral derecho.
En cuanto a la neurobiología en sí del pensamiento creativo, Silvano Arieti lo asocia al incremento en el funcionamiento temporo-occipito-parietal y con un aumento de su interacción con la corteza prefrontal. (La creatividad: la síntesis mágica. Fondo de Cultura.1993).
Recientemente un grupo de investigadores descubrió una serie de genes vinculados a la creatividad que podrían haber dado al Homo sapiens una ventaja significativa sobre el hombre de Neandertal, evitado así su extinción.
El grupo publicó en la revista Nature Molecular Psychiatry, una serie de hallazgos que sugieren que “estos genes jugaron un papel fundamental en la evolución de la creatividad, la conciencia de sí mismo y el comportamiento cooperativo”, lo que pudiera darle, aún más, un perfil de individualidad al pensamiento creativo. (FEW (EFE, EurekAlert!, Universidad de Granada. 24.04.2021).
Por último, algunos también incluyen en sus clasificaciones otro tipo de pensamiento propio de los cuadros psicóticos, como la esquizofrenia, éste es el pensamiento autista-delirante, que consiste en una alteración de la realidad en la cual el sujeto comienza a tomar su mundo fantástico como real. Así, un paciente esquizofrénico puede estar convencido que alguien desea matarlo sin que esto sea real.
Además de este último, en otros pacientes se da el pensamiento obsesivo, caracterizado por la aparición intrusiva en nuestra mente de ideas perturbadoras que generan un elevado grado de ansiedad y malestar por la creencia de que estas ideas pudieran ser ciertas, interfiriendo de forma significativa en la vida de la persona, generándose a menudo comportamientos o actos mentales repetitivos llamados compulsiones que tienen como objetivo el cese de la ansiedad que producen estas ideas obsesivas.
Tanto el pensamiento autista-delirante, como el obsesivo, más que tipos distintos de pensamientos, son considerados alteraciones o perturbaciones del pensamiento lógico-racional. Es importante subrayar que ambos pueden incorporar elementos mágicos-primitivos en su contenido.
Los expertos consideran que el trabajo conjunto de la eterna Arqueología, la actual Genómica y la futurista Neurociencia experimental, continuará desentrañando el enigma y la grandeza del pensamiento humano.
Miguel A. Cedeño T.
El autor de este texto es el doctor Miguel A. Cedeño T., psiquiatra y catedrático de Psiquiatría Clínica de la Facultad de Medicina de la Universidad de Panamá.