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La producción temprana de Von Dangel tiene la fuerza creadora del Big Bang. Es el momento de conformación y definición de un lenguaje que no tiene antecedentes en Venezuela ni en Latinoamérica

Amigos lectores:

Quien se anime a leer el dossier dedicado al pintor y escultor Miguel von Dangel (1946-2021), será ampliamente recompensado. Álvaro Mata -escritor, profesor universitario, productor radial, miembro del equipo que, junto a Susana BenkoRafael Castillo Zapata y Humberto Ortiz produce la serie de micros radiales Un minuto con el arte– lo concibió y coordinó.

En los textos que lo conforman se cruzan los relatos sobre la vida, la obra, la personalidad y la visión de mundo de Von Dangel. Mata hizo un trabajo amoroso e impecable -incluye retratos del artista hechos por Carlos Germán Rojas Nelson Garrido-, que quiero elogiar y agradecer desde aquí.

Victoria De Stefano participa con una selección de extractos de Miguel von Dangel, el niño, libro publicado en 1994 por la Galería de Arte Nacional, diseñado por Waleska Belisario. En el fragmento que sigue hay una muestra del diálogo que tiene lugar entre la escritora y el artista:

Entonces Miguel hizo una pausa. Yo aproveché el intervalo para preguntarle si había habido, en esa misma etapa de su vida, algo particular que lo impulsara en el camino del arte. Me lanzó una mirada perpleja y exclamó:

“Por supuesto”. Yo estaba viciado, saturado por las imágenes de mi padre. Mi padre celebraba la existencia del mundo como un acto de creación absoluta. Expresaba una manera muy peculiar de ver y representar la realidad. Materializaba visiones, imágenes, y las convertía en misterios familiares, otorgándoles así un ímpetu inagotable.

Su disposición de ánimo era en esencia poesía. Hacía de la creación una vivencia cotidiana. Poseía esa facultad bella y en sí grandiosa de injertar mitos y poesías en las cosas más triviales.

No se cansaba de inventar y reinventar. Modelaba las cosas más singulares a partir de las cosas más insignificantes.

Su imaginación lo desafiaba todo y no era fácil –no lo era en absoluto– escapar a la serie sin fin de sus armónicos. Se hizo el portavoz y el intermedio de las riquezas de la vida, las que me devolvía multiplicadas. La materia entera se remitía a sus manos como cera blanda.

María Luz Cárdenas se concentra en Los diarios de Miguel von Dangel: “Los Diarios de Miguel se apartan de otros diarios escritos por artistas: Delacroix o Paul Klee, y escritores como Kafka, Virginia Woolf o Pavese.

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En ellos la anécdota se impone: abordan su relación con lo cotidiano como referencia para comprender la obra, mientras que, en el caso de Miguel, el diario se comporta como texto estético en sí mismo, como relieve intertextual de la propia obra.

No interesa si tiene o no pretensiones poéticas o literarias, biográficas o teóricas; interesa, tal vez, como plegaria, como espacio místico.

Estos Diarios son la confluencia de una intención estética, ética y crítica; una intención que envuelve la vida del artista como una totalidad: pensamiento, escritura, vida e imagen son una sola constelación”.

A continuación, el texto de Susana BenkoArte y utopía. Una realidad en la obra de Miguel von Dangel, dice: “La utilización de mapas, práctica que realiza desde principios de los ochenta, es una manera de sujetarse a una realidad concreta, existente: la representación geológica y política de los diversos componentes del planeta.

Explora territorios, sea en sus viajes como en la lectura de mapas, con la misma acuciosidad de aquellos antepasados alemanes que, siguiendo los pasos de Humboldt, se aventuraron por la desbordante naturaleza americana llevando un registro, documentando, dibujando y conociendo así sus mitos e historias.

La cartografía es para ello una herramienta indispensable. No importa si un mapa representa una abstracción de nuestro mundo.

Von Dangel asume este recurso como punto de partida, pues con el mapa define, estructura, delinea los contenidos que seguidamente el artista expone al intervenirlos”.

Eddy Reyes Torres publica La creación temprana de Miguel von Dangel:

La producción temprana de Von Dangel tiene la fuerza creadora del Big Bang. Es el momento de conformación y definición de un lenguaje que no tiene antecedentes en Venezuela ni en Latinoamérica, y que marcará su obra y su carrera para siempre.

Nadie antes había representado al reino animal como él lo hizo en su producción de esos años.

Es más, tampoco nadie había unido esa brutal presencia animal con el tema religioso. Y algo más inverosímil todavía: esa mezcla explosiva no la realiza un incrédulo con ánimo de escandalizar u ofender a los creyentes, sino un luterano que es fiel seguidor de Cristo. En este caso hay explicación: nadie ha amado los animales como Von Dangel. Eso elucida que a los pocos días de haber muerto su terrier Rocky, escribiera: “Un perro puede significar mucho más que una persona o que mucha gente; y una cosecha de arroz mucho más que (…) un pintor ignorante”.

Álvaro Mata, por su parte, nos habla de Miguel von Dangel, íntimo: “En la casa de Miguel von Dangel confluían con naturalidad los directores de museos, galeristas, críticos, profesores, periodistas e investigadores, así como la jacarandosa amiga de las andanzas de mocedad, el vecino que busca un plato de comida y una palabra de aliento, el joven sediento de consejos, o el anciano que cuenta su desamparo y la mengua de su salud.

Los concurrentes eran recibidos con los enormes collages discursivos propios de Von Dangel, en los que tejía ideas, conceptos, imágenes, claves, que hacían de la suya una conversación erudita, tajante y sensible, en el que todos conseguían alguna arista que da en el clavo de sus cuitas.

Invariablemente, Miguel insistía en los temas que lo apasionaban: las aventuras de Federico de Prusia o Martín Lutero; la insólita pintura de Grünewald, Van Gogh o Bárbaro Rivas; el papel del arte para transformar la realidad; cómo lograr un verdadero acercamiento entre las tres grandes religiones monoteístas; los misteriosos vericuetos de la Biblia, su libro de cabecera; entre otros asuntos del más variado tenor”. Von Dangel, de la página 1 a la 6.

El ensayo de Asdrúbal Aguiar que publicamos hoy se titula ¿Despertará Occidente después de la guerra? Es, en alguna medida, una pieza más del estudio y reflexión que viene realizando, desde hace algunos años, sobre las tendencias políticas, sociales, ideológicas y culturales de nuestro tiempo, proyectadas hacia el futuro:

“El asunto es que el tiempo recorrido hasta ahora, desde el parteaguas histórico que fue el 11 de septiembre de 2001, vino a enseñar que una vocación de martirio individual –como la de los terroristas– puede acabar con la heroicidad de un ejército y mover los cimientos de una potencia mundial. Aquella, no obstante, cede en el siglo de los antihéroes que corre mientras se devalúa el sentido de la patria grande como “destino manifiesto”; ese que intenta resucitar un Napoleón de la posmodernidad, Vladimir Putin. Cada ciudadano digital o internauta es en la actualidad su propio héroe, quien diseña patrias individuales a su arbitrio, que lo sostengan como ser diferente y sin pares que le incomoden”. Páginas 7 y 8.

Dedico mi columna a celebrar la publicación de Vivir la lucidez: reúne, en un solo volumen, la totalidad de los carnets de Albert Camus.

Los 9 cuadernos, donde están los que escribió entre 1935, hasta unos días antes de su absurda muerte -enero de 1960- en un accidente automovilístico. Digo en mi nota:

Los carnets son autosuficientes. Salvo excepciones –las anotaciones donde están sembradas las semillas, esquemas, consideraciones y debates relativos a sus obras–, no dependen de su biografía ni de su obra. En ellos borbotea, en su condensada intensidad, el rumor de lo humano. Las preguntas de Camus son las nuestras: la justificación de la propia vida; la comprensión de las raíces y las ramificaciones del sufrimiento (“el sufrimiento es precisamente aquello a lo que no se es nunca superior”); la desproporción entre lo poderoso y la fragilidad inherente al destino del hombre. Esa visión de vivir al borde de la fractura, no se limita a la ambición totalitaria, también a las derrotas del amor, a la imposibilidad que se levanta entre los seres humanos (“Cuando mi madre apartaba de mí la mirada, jamás pude mirarla sin que las lágrimas afluyeran a mis ojos”).

En una frase: los carnets son la humanidad de Camus.

Páginas 9 y 10: Jesús Eduardo Troconis,abogado (UCV), profesor universitario, doctor de la Universidad de París, investigador del Instituto Británico Internacional de Derecho Comparado (Londres) y del Instituto Pascual Madoz (actual), ex diputado al Congreso Nacional de Venezuela, publica El derecho a la energía, nueva dimensión del derecho internacional. Su artículo es una relación histórica por las legislaciones de Venezuela y Francia, ejercicio comparado que avanza hacia la reseña de algunas de las problemáticas de nuestro tiempo, como la transición energética.

Un carnet de Camus: “El problema más grave que se plantea a los espíritus contemporáneos: el conformismo”. No más.

Nelson Rivera, director del Papel Literario del diario El Nacional