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Por: Dra. Karen Courville, FACP, SNI

La Dra. Karen Courville es egresada de la Facultad de Medicina de la Universidad de Panamá. Realizó estudios en Medicina Interna y Nefrología en el Complejo Hospitalario Dr. Arnulfo A. Madrid.  Tiene un Fellow en Investigación Renal del Instituto Mario Negri en Bérgamo, Italia.  Investigadora del Instituto de Ciencias Médicas de Las Tablas, es presidenta de la Sociedad Panameña de Nefrología e HipertensiónMiembro del Sistema Nacional de Investigación (SNI)

La enfermedad renal crónica es una alteración que se presenta de forma lenta y en la mayoría de los casos de manera silenciosa. Durante la última década ha pasado a constituir un problema de Salud Pública en todo el mundo, debido al aumento de los casos diagnosticados en los últimos años.

La Enfermedad Renal Crónica Avanzada (ERCA) produce alteraciones en todos los sistemas y aparatos del cuerpo, pero también origina cambios importantes en la calidad de vida de los pacientes al involucrar factores sociodemográficos, comorbilidades asociadas, y disponibilidad de tratamientos especializados, que van a provocar un deterioro tanto a nivel físico como psicológico.

En la ERCA conforme va avanzando y progresando a estadios finales, se va produciendo un deterioro de la persona que la padece, afectando de forma importante la calidad de vida de estos enfermos. Esto no solo ocurre debido al avance de la enfermedad y los síntomas, sino que también se debe a las características de los tratamientos que deben realizar, que afectarán su situación familiar, social, laboral, espiritual y personal.

Si el paciente ingresa a hemodiálisis, debe realizar un tratamiento en un centro o unidad de diálisis, tres veces a la semana, 4 horas de duración, de manera indefinida.

Deberá desplazarse a este lugar a una hora predeterminada, ya que se realizan diferentes turnos por día, para dar respuesta a la alta demanda.  Si el paciente realiza diálisis peritoneal, deberá realizar su tratamiento de manera diaria en casa, según el entrenamiento que haya recibido en el centro, realizará su tratamiento varias veces al día o durante la noche, conectándose a una máquina que realizará el tratamiento durante 7 a 9 horas.

Estos pacientes cursan con alteraciones psicológicas, entre las que se pueden destacar la ansiedad, depresión y los trastornos del sueño, ya que esta necesidad de hacer tratamiento en un horario determinado, interrumpe su ritmo de vida, transformándolo en su nueva tarea inevitable y obligatoria, para que pueda mantenerse con vida.

¿Cómo mejorar la calidad de vida en el paciente renal?

El trasplante renal es una alternativa terapéutica y constituye el tratamiento de elección para casi todos los pacientes con enfermedad renal crónica avanzada (ERCA), ya que se asocia con una mayor supervivencia del paciente, una mejor calidad de vida y un coste menor que el tratamiento sustitutivo como la diálisis. Durante las últimas décadas, este tratamiento se ha promovido debido a los beneficios que tiene en términos de vida y costos al sistema de salud.

Gracias a la innovación de nuevos fármacos inmunosupresores, se ha logrado reducir la tasa de rechazo agudo, que es la pérdida del riñón durante el primer año debido a mecanismos inmunológicos contra el riñón donado. En países como México, la tasa de rechazo agudo es menos de 15%, y en nuestro país se mantiene por debajo de 10%.

Existe el fracaso tardío del injerto, que sigue siendo una causa frecuente de reingreso en programas de diálisis y de reentrada en la lista de espera, esto producto de que el riñón trasplantado también puede fallar con los años.

¿Cómo mejorar la calidad de vida del riñón trasplantado?

Debido a que los pacientes con ERCA tienen una enfermedad que produjo el daño renal, es importante continuar su tratamiento, ya que el trasplante renal no cura la enfermedad inicial.  Las causas más comunes de daño renal crónico son la hipertensión, la diabetes mellitus tipo 2, en su gran mayoría; luego hay una larga lista de causas, dentro de las que podemos mencionar la obesidad, las enfermedades hereditarias con afección renal, glomerulopatías, enfermedades infecciosas, causas obstructivas y la nefropatía mesoamericana.

La presencia de hipertensión arterial afecta a más del 75 % de los receptores y es importante mantener la presión arterial normal para cuidar la función renal.

En el trasplante se usan algunos medicamentos que pueden producir hipertensión, por lo que se combinan con antihipertensivos que controlen la presión y no produzcan alteraciones en el flujo renal.  La meta de presión arterial debe ser menor o igual a 130/80 mmHg.

La diabetes pretrasplante y postrasplante se han asociado con la supervivencia del injerto, conduciendo a una mayor tasa de mortalidad y de fracaso del injerto. Por lo tanto, alcanzar un buen control glicémico modificando la dieta, el estilo de vida y utilizando antidiabéticos por vía oral y/o insulina puede incrementar la supervivencia del riñón trasplantado o injerto renal.

La presencia de dislipemia afecta a más del 50 % de los receptores y su tratamiento puede reducir la tasa de eventos cardiovasculares. Se realiza una monitorización de los niveles de colesterol y triglicéridos y se ofrece tratamiento al que esté indicado, al igual que recomendaciones de dieta saludable.

La anemia es una complicación frecuente en la población sometida a trasplante renal (35-40 %) que tiene un fuerte impacto en la supervivencia del paciente y del injerto. Antes del trasplante, se utilizan medicamentos estimulantes de formación de glóbulos rojos o estimulantes de eritropoyesis, para mantener la hemoglobina entre 10 a 12 g/dL. Inicialmente esta función se recupera con el nuevo riñón, pero con los años, si la función del injerto se afecta, también se afectará la eritropoyesis, por lo que se verifican los niveles de hemoglobina en las citas de control.

Esperanza de vida con enfermedad renal

Mantener estilos de vida saludable luego del trasplante son importantes, para contribuir al tratamiento médico.

Debemos recordar que el fumar, el consumo de licor y la obesidad pueden afectar la irrigación vascular o producir sobrecarga al riñón trasplantado, por lo que se les recomienda a los pacientes con un riñón trasplantado cuidar su peso, no fumar y evitar el consumo de bebidas alcohólicas.

Para muchos enfermos renales, la terapia de reemplazo renal es y ha sido una oportunidad de vida, permitiendo que estos pacientes con daño avanzado de riñón obtengan más años de vida.

Las innovaciones tecnológicas han permitido que un paciente en diálisis pueda vivir hasta 15 años y más en su tratamiento.

Sin embargo, la calidad de vida será mejor en trasplante renal, por lo que es el tratamiento que se le recomienda a los pacientes que requieran un reemplazo renal y que tengan menos de 70 años. Una vez realizado el trasplante, es importante mantener ese nuevo regalo lo más saludable posible, cuidando de seguir las recomendaciones de su médico.

Por: Dra. Karen Courville, FACP, SNI