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Por: Dra. Karen Courville, FACP, SNI

La Dra. Karen Courville es egresada de la Facultad de Medicina de la Universidad de Panamá.
Realizó estudios en Medicina Interna y Nefrología en el Complejo Hospitalario Dr. Arnulfo A. Madrid.  Tiene un Fellow en Investigación Renal del Instituto Mario Negri en Bérgamo, Italia.  Investigadora del Instituto de Ciencias Médicas de Las Tablas, es presidenta de la Sociedad Panameña de Nefrología e Hipertensión
Miembro del Sistema Nacional de Investigación (SNI)

La igualdad de género es uno de los principios de derechos humanos y los valores esenciales en la Carta de las Naciones Unidas, aprobada en 1945 por los dirigentes del mundo.

En 1977 se consolidó la decisión de establecer, el 8 de marzo como fecha para proclamar un Día Internacional de la Mujer, por parte de Asamblea General de las Naciones Unidas, que incluyera tanto los derechos laborales como los políticos, sociales, culturales, familiares y económicos que afectaban y afectan a las mujeres. 

Se han conseguido algunos avances durante las últimas décadas: más niñas están escolarizadas, y se obliga a menos niñas al matrimonio precoz; hay más mujeres con cargos políticos y en posiciones de liderazgo, y las leyes se están reformando para fomentar la igualdad de género.  

Las Américas han sido testigos de los mayores cambios a este respecto en los últimos 20 años. Mientras que en 2000 la región tenía un promedio de solo el 15% de mujeres en las cámaras u órganos legislativos, hoy es la segunda mejor del mundo con casi uno de cada tres legisladores que son mujeres. En los últimos años, América Latina también ha tenido más presidentes femeninas que cualquier otra parte del mundo.

En los países de Latinoamérica y el Caribe desafortunadamente la inversión en investigación y desarrollo es tan solo del 0,6% de su PIB, según datos del Informe Científico de la UNESCO, y se mantienen en esa cifra en la actualidad.

Mientras que en los países desarrollados esta cifra oscila entre el 2 y el 4%, Panamá se mantiene en 0.15%. Solo un 2,5% de los científicos provienen de América Latina y el Caribe.

Incorporar de forma transformadora la perspectiva de género en la innovación, la tecnología y la educación digital ayudaría a que las mujeres y las niñas tomen mayor conocimiento sobre sus derechos.  En muchos países, los estudiantes de bajo ingreso no llegan a la universidad, y la desigualdad en la distribución de la riqueza hace que la comunidad científica sea pequeña. La última actualización del directorio científico de Senacyt nos informa que en Panamá existen 402 investigadores a nivel nacional, con un 39% de participación femenina, con 10 investigadores en las provincias de Herrera y Los Santos: https://online.flippingbook.com/view/569977100/3/

En Panamá, la primera mujer médico fue la Dra. Lidia Sogandares, quien luego de culminar sus estudios en medicina en Estados Unidos en 1935, regresó a Panamá y fue nombrada en el Hospital Santo Tomás en el Departamento de Ginecología, en donde trabajó hasta 1971.

Las carreras científicas han tenido un aumento progresivo en la matrícula de admisión desde entonces, y en los últimos 10 años, ha habido un incremento en el número de mujeres que se inscriben a la Facultad de Medicina, logrando un 50% de la admisión y en algunos centros en Latinoamérica, hasta a un 70% del total de la matrícula. En nuestro sistema de salud existen 6,254 médicos.

Según el último censo del INEC, un 44% son mujeres y hemos tenido dos médicos mujeres decanas de la Facultad de Medicina de la Universidad de Panamá, la Dra. Marion Clarke de Martin en el 2003, y la Dra. Oris Lam de Calvo en el 2021, quien es nuestra actual decana.

El objetivo 5 de la UNESCO: Lograr la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y las niñas, se ha ido trabajando, difundiendo e incorporando en leyes y programas, pero aún falta mucho.

Según ONU Mujeres, en el año 2021, el 70 % del personal que trabajaba en el sector sanitario y de asistencia social eran mujeres.

Durante la pandemia, un gran grupo de colaboradoras de la salud (médicos, enfermeras y técnicas de enfermería) prestaron su servicio en todos los hospitales, cuartos de urgencia, salas de hemodiálisis y unidades críticas, para luego continuar su trabajo diario en casa con su familia.

¿Qué podemos hacer con las herramientas de tecnología y la innovación para cerrar la brecha de género?

Los avances de la tecnología digital ofrecen nuevas posibilidades para resolver los retos humanitarios y de desarrollo y para hacer realidad los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030. Pero es importante el desarrollo de una educación digital e inclusiva y una tecnología transformadora, debido a que existen desigualdades evidentes en el contexto de las habilidades digitales y el acceso a las tecnologías, y esto es una brecha digital que deja atrás a las mujeres. En las carreras de tecnología, la participación de las mujeres es menos de un 30%, con una diferencia aún más marcada, ya que en algunos países de Latinoamérica es menos del 10%.

El hecho de que en los últimos años se ha logrado destacar la participación de las mujeres exitosas, es una forma de inspirar a más mujeres jóvenes a desarrollarse en el ámbito digital y en las carreras STEM. Falta la iniciativa de Gobierno de mejorar la inversión del PIB en investigación, lo que les proporcionaría más oportunidades a los investigadores, y entre ellos, más oportunidades a las mujeres.  Sería importante también contar con la participación de financiación de agencias privadas, farmacéuticas y empresas, para invertir en proyectos de investigación que respalden y financien convocatorias públicas para investigación en todas las áreas. 

Un país que investiga siempre innovará. La innovación y la tecnología digital son la clave para el progreso de un país y, en un país donde la mitad de la población actualmente es femenina, debemos mejorar las oportunidades para reducir la brecha de género.

Por: Dra. Karen Courville, FACP, SNI