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Dra. Gabrielle Britton,Dr. Eduardo Ortega,Dra. Arlene Calvo, Dr. Xavier Sáez-Llorens y Dr. Juan Miguel Pascale, durante  la mesa redonda: Lecciones aprendidas: reflexiones sobre lo que hemos perdido y hemos ganado en pandemia, en la XLVII Jornada Científica del Hospital Paitilla

Violeta Villar Liste

Estudio publicado en The Lancet Global Health, señala que Panamá es el único país de América Latina y el Caribe que ya cuenta con “procedimientos establecidos para realizar una revisión ética exhaustiva y acelerada de la investigación durante emergencias”.

Sistemas de ética de la investigación en América Latina y el Caribe: una evaluación sistémica a través de indicadores, es una investigación, resultado de una estrategia ideada por la Organización Panamericana de la Salud (OPS) para fortalecer la ética de la investigación de manera sistémica.

Incluye “objetivos e indicadores para abordar los componentes centrales de los sistemas de ética de la investigación”.

Al respecto, la OPS evaluó  22 países de América Latina y el Caribe utilizando estos indicadores y se comprobó que “la mayoría ha adoptado instrumentos legales para regular la investigación con participantes humanos y han implementado organismos nacionales encargados de la supervisión de los comités de ética de la investigación”.

Sin embargo, se advierte en el estudio, “el desempeño con respecto a las políticas de capacitación en ética y el registro de ensayos clínicos fue menos avanzado”.

Estos datos se conocieron durante la mesa redonda: Lecciones aprendidas: reflexiones sobre lo que hemos perdido y hemos ganado con COVID-19, en el contexto de la XLVII Jornada Científica del Hospital Paitilla, que contó con la presencia de estudiantes de Medicina y especialistas, así como ponentes nacionales e internacionales.

El evento médico científico se desarrolla hasta hoy, viernes 15 de julio, con la visión de la Medicina 2022 en tres ejes: Asistencia, Docencia e Investigación.

Las lecciones aprendidas de Panamá en pandemia

Desde el punto de vista de la ciencia y la salud, la pandemia le permitió a Panamá ganarle al tiempo y contar con las mejores vacunas contra COVID-19 e iniciar el proceso de inmunización de manera acelerada para prevenir muerte y enfermedad grave; además de crear conciencia en la empresa privada y el Estado de la necesidad de invertir en ciencia y mostrar sólidos datos en bioética.

Acceso a datos abiertos en materia sanitaria, cerrar brechas sociales y combatir la desinformación que se extiende como otra pandemia en las redes sociales, son parte de los pendientes en una larga agenda de dos años que dejó la pandemia en Panamá y el mundo.

La Dra. Gabrielle Britton, investigadora del Centro de Neurociencias y Unidad de Investigación Clínica del Instituto de Investigaciones Científicas y Servicios de Alta Tecnología de Panamá (INDICASAT-AIP), intervino en calidad de moderadora de la mesa, con preguntas desde diferentes perspectivas, además de compartir sus puntos de vista.

Respondieron la Dra. Arlene Calvo, investigadora asociada del Instituto Conmemorativo Gorgas de Estudios de la Salud.

El Dr. Eduardo Ortega, secretario nacional de la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (Senacyt).

El Dr. Juan Miguel Pascale, director del Instituto Conmemorativo Gorgas de Estudios de la Salud.

El Dr. Xavier Sáez-Llorens, infectólogo y jefe del Departamento de Investigación y de Infectología del Hospital del Niño Dr. José Renán Esquivel.

Panamá lidera en ética de la investigación

Correspondió al Dr. Sáez-Llorens hacer una mirada retrospectiva a los esfuerzos de Panamá en materia de bioética.

Con más de 30 años en investigación clínica, reconoce que “sin lugar a dudas, hemos ido de menos a más”.

Destacó el papel pionero de investigadoras como Ana Sánchez Urrutia, quien ya no está con nosotros; de Claude Vergès de López; de  Jésica Candanedo y Argentina Ying, presidenta del Comité Nacional de Bioética de la Investigación (CNBI) de Panamá, “quienes impulsaron la formación en bioética, en los últimos cinco años”.

Señaló que gracias a estos esfuerzos el país cuenta con una sólida regulación ética y Panamá es uno de los pocos países con una Ley de Investigación en Medicina “que además de regular, promueve la investigación”.

A propósito, en la mesa redonda se destacó la posición de Panamá en el estudio Sistemas de ética de la investigación en América Latina y el Caribe: una evaluación sistémica a través de indicadores, publicado en  The Lancet Global Health.

Ver enlace original

https://www.thelancet.com/journals/langlo/article/PIIS2214-109X(22)00128-0/fulltext

Además de Panamá, se revisaron los indicadores de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, República Dominicana, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Haití, Honduras, Jamaica, México, Nicaragua, Paraguay, Perú, Trinidad y Tobago, Uruguay y Venezuela.

Panamá también demostró contar con “instrumentos jurídicamente vinculantes para la investigación relacionada con la salud con participantes humanos en consonancia con las directrices internacionales”; con un organismo responsable de la supervisión de los comités de ética de la investigación y de políticas que apoyen la formación en ética de la investigación para investigadores y comités de revisión de ética”.

La respuesta de la ciencia

El Dr. Juan Miguel Pascale, por su parte, destacó el esfuerzo de los investigadores por lograr la capacidad diagnóstica en todo el país.

Resaltó el papel de la empresa privada “que entendió la importancia de la ciencia, de equipar y darnos apoyo, al entregar recursos por más de dos millones de dólares” que permitieron al Instituto Gorgas contar con una red de diagnóstico molecular robusta.

Incluso, más allá de apoyar en la parte de insumos e infraestructura, la empresa privada también está apoyando la especialización de los científicos del Gorgas.

De igual modo, “se demostró a las autoridades la importancia de invertir en ciencia y de formar a los científicos”.

Reflexionó que hoy tenemos la viruela del mono, “mañana será otro virus… debemos estar preparados y contar  con personal especializado: no es gasto; es inversión que hace el Estado en el futuro, y ahora, lo ha comprendido, tanto  el Estado como la empresa privada”.

El Dr. Eduardo Ortega Barría resaltó, desde la perspectiva de las vacunas, que Panamá logró desarrollar una estrategia, con esfuerzos liderados por la canciller Erika Mouynes, quien se apoyó en un grupo de expertos panameños en la gestión de adquirir las mejores vacunas.

Se establece un Consorcio de Investigación de la vacuna COVID-19 desde el cual se celebran reuniones con más 20 laboratorios y el análisis final permite establecer recomendaciones y negociar las vacunas con mucha anticipación.

El principio era lograr adquirir una vacuna licenciada por una autoridad internacional y que también llegara a países desarrollados de Europa y Estados Unidos.

Panamá optó por negociaciones con las farmacéuticas, en una primera etapa, para acelerar la adquisición, porque si bien Covax estaba en su apogeo, significaba depender de los acuerdos del mecanismo con otros países.

El grupo de expertos también consideró una vacuna que se pudiera almacenar en diferentes condiciones de temperatura; de una y dos dosis y establecer una estrategia que permitiera probar las vacunas en Panamá y así crear confianza en la población.

Lo cierto es que el 14 de diciembre de 2020, ya con la aprobación de la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA,por sus siglas en inglés), inicia en EE.UU. la vacunación contra COVID-19 y cuatro semanas después en Panamá, del personal sanitario, en la primera línea de atención de casos.

El Dr. Ortega reflexiona que ya la ciencia global estaba consciente que en cualquier momento el coronavirus “podía saltar las barreras y lo hizo”.

“Lo que pasó en Panamá no fue un milagro: había invertido en capital humano durante 15 años”.

A la fecha, la proyección mira a la esperanza: Más de 700 panameños se forman en las mejores 200 universidades del mundo, detalló el secretario nacional de la Senacyt.

Además, Panamá fortalece sus programas de posgrados y doctorados.

Otras iniciativas que complementarán la gestión de la ciencia y que cita el Dr. Ortega, será la inauguración de Ciudad de la Salud y el desarrollo en el área cercana, del nuevo campus del Instituto Gorgas, del edificio de la Facultad de Medicina de la Universidad de Panamá y la esperada sede del Instituto Oncológico Nacional (ION).

Para finales de 2023 se espera la inauguración del Centro Regional de Innovación en Vacunas y Biofármacos (CRIVB AIP).

Destacó que es preciso apoyar la formación de la generación siguiente, respaldando la labor de la Facultad de Medicina de la UP y también sumar en este proceso a los hospitales privados que desde la investigación están llamados a ayudar a transformar al país.

El daño de los antivacunas

La pandemia dejó un triste saldo: pérdidas humanas y pacientes con secuelas. En lo económico, un camino que todavía queda por andar.

En el plano emocional y simbólico, el daño terrible de los grupos antivacunas y anticiencia, al amparo de las redes sociales.

El secretario nacional de la Senacyt recordó que tiene dos demandas. Acaba de salir de una y espera el resultado de la otra.

“Genocidas” es parte de la acusación contra el Dr. Ortega y otro grupo de médicos, por defender las vacunas como el camino científico para detener la pandemia y oponerse a la administración de productos como la hidroxicloroquina, cuya eficacia contra COVID-19 nunca fue demostrada.

“Los medios tradicionales hicieron un papel espectacular en la pandemia, no así las redes sociales para las cuales no hay fronteras”, observó.

“Tristemente, la herramienta más costo efectiva, la más estudiada… ha  sido atacada por los antivacunas. Estamos viviendo un momento anticiencia y las consecuencias en la aplicación de las otras vacunas será terrible”.

Recordó que en Panamá no hay casos de rubéola o de sarampión. El rotavirus ha disminuido y tampoco se registran pacientes a causa de meningitis y todo gracias a las vacunas.

Sin embargo, puede ocurrir una situación de retroceso “si no lo manejamos de manera adecuada”.

De hecho, la OMS y la Unicef acaban de informar “que el porcentaje de niños que recibieron tres dosis de la vacuna contra la difteria, el tétanos y la tos ferina (DTP3), un marcador de la cobertura de inmunización dentro y entre los países, cayó 5 puntos porcentuales entre 2019 y 2021 a 81%”: OMS y UNICEF advierten del mayor retroceso en vacunas pediátricas en tres décadas

El Dr. Ortega, en este balance de los claros y los oscuros que deja la pandemia, reconoce que es necesario invertir más, pero el sistema científico se enfrenta con la barrera de la gestión de fondos que demora la asignación.

La Dra. Arlene Calvo, comentó que en una reciente investigación se demostró que las redes sociales en español no son monitoreadas y su mal uso es causa de la creciente desinformación de la región.

La desigualdad que acentuó la COVID-19

La Dra. Calvo, quien es experta en Salud Pública, señala que la COVID-10 acentuó la desigualdad social.

“Para entender cómo COVID-19 ha afectado desde el punto de vista social, hay que comprender determinantes como el contexto, el comportamiento, raza, sexo…”

Destaca que al inicio de la pandemia el enfoque fue más orientado a la parte curativa y de tratamiento y ocurría que se dejaba a un lado el proceso participativo; entender la realidad de la persona y ayudarla a comprender por qué era importante prevenir y acceder al tratamiento de manera oportuna.

Explica que junto al Ministerio de Salud (Minsa), se hizo un diagnóstico comunitario en Panamá Este “y nos tocó ir de puerta en puerta a hacer trabajo de calle para explicar cómo prevenir y controlar la enfermedad”.

“Lo que vemos con las manifestaciones es un reflejo de lo que ocurre si en nuestras decisiones no tomamos en consideración el contexto social y cultural”, razonó.

Señala que el abordaje de la COVID-19 demostró que no se trata solo del virus. Implica un análisis multivariable de factores económicos, sociales y culturales, que aborde, en el caso del tema de salud, aspectos como nutrición y actividad física, en particular porque quienes padecen COVID-19 más severo son personas con comorbilidades no transmisibles tipo obesidad.

La pobreza tiene rostro de mujer

En cuanto a las mujeres, la Dra. Calvo reflexionó que son una fuerza en el área de salud, con una mayoría del 72%.

Sin embargo, “solo 30% de quienes toman las decisiones”, precisó la Dra. Britton.

La experta en Salud Pública indica que las mujeres empleadas en la economía informal perdieron sus ingresos y pasaron al ciclo de la pobreza que ha crecido más del 30% “y ahora se señala que la pobreza se ha feminizado”.

Sin empleo, y al pasar al hogar, quedaron encargadas del cuidado de niños, niñas y adultos mayores.

Las víctimas de violencia doméstica sumaron el tener que vivir todavía más cerca de su agresor, con saldo de mayor abuso sexual en niñas.

“Esto es preocupante porque si tienes un país sin igualdad, la productividad se ve afectada”, agregó.

Al respecto, se inclina por dar más apoyo y oportunidades de participación en la fuerza laboral a las mujeres.

“Aquellas en puestos de junta directiva, desde sus posiciones, ayudar a otras mujeres”.

Por una política de salud de datos abiertos

El Dr. Xavier Sáez-Llorens se inclinó por lograr una política de datos abiertos por parte del Ministerio de Salud (Minsa).

Esta decisión permitiría conocer de manera transparente la información “que debe ser pública y analizada”, señaló.

El experto analiza que han demandado contar con data real que permita conocer, por ejemplo, las tasas de infección con y sin vacuna.

El Dr. Sáez-Llorens razona que una manera efectiva de enfrentar a los antivacunas, es con información transparente y de acceso al público, un arma indudable para bien de la ciencia y de la humanidad.

Violeta Villar Liste
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