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La pregunta parece tener respuesta inmediata y asociada a las condiciones de más debilidad inmunológica de la población adulta y adulta mayor. Sin embargo, en el caso de América Latina, y en concreto en tres países estudiados, Panamá, Colombia y México, los mayores son quienes más fallecen, a pesar de no ser la población más numerosa, no solo por causas sanitarias: soledad, informalidad, desempleo y no contar con una pensión digna, situación que los lleva a exponerse en la calle, son parte de las causas complejas que explican por qué quedarse en casa no es tan sencillo para la población de más edad.

Estos aspectos fueron debatidos durante el foro Perspectivas del cuidado cultural del adulto mayor frente a la pandemia de covid-19, organizado por Janeth Agrazal García, doctoranda del Programa de Doctorado de Enfermería con énfasis en Salud Internacional de la Universidad de Panamá (UP), como parte de la asignatura Participación en conferencias, seminarios y congresos, responsabilidad de las doctoras Yolanda González y Myrna Mclaughlin.

Participaron la magíster Migna Villarreal de Estrada, coordinadora nacional de Enfermería del Programa de Salud del Adulto y del Adulto Mayor del Ministerio de Salud (Minsa) y coordinadora nacional de la Comisión Nacional para el Envejecimiento Saludable; la Dra.Liliana González Juárez, profesora titular de la Escuela Nacional de Enfermería y Obstetricia de la Universidad Nacional Autónoma de México (Unam); Estela Melguizo Herrera, doctora en Enfermería y docente de la Universidad de Cartagena (Colombia) y Luisa Fernanda Galvis Palacios, cursante del Doctorado en Enfermería de la Universidad Nacional de Colombia y miembro del grupo de investigación de cuidado cultural de la salud.

Covid-19, más allá de la enfermedad

“¿Por qué son los que más mueren si no son la población más numerosa?” fue justo la pregunta que acompañó parte de la exposición de la Dra. Melguizo Herrera, quien señaló que en Colombia se replica una situación similar a la de los países de la región: “La cuota más grande la están poniendo los adultos mayores aun cuando no son la población más grande. Son quienes más están enfermando y muriendo durante esta pandemia”.

En concreto, el 10% de la población colombiana está integrada por mayores de 60 años (5.2 millones).

La Dra. Melguizo hizo su abordaje desde la perspectiva de la teoría de cuidados culturales de Madeleine Leininger (Estados Unidos, 1925-2012), quien, en función del modelo llamado del Sol Naciente, estableció que al momento de prestar cuidados a un individuo, es necesario conocer desde su cultura hasta su condición socioeconómica.

Al citar el concepto de cuidado de Leininger, observa que lo entiende como “las acciones y actividades dirigidas a ayudar, apoyar o capacitar a individuos o grupos con necesidades evidentes o anticipadas, para aliviar, sanar o mejorar una condición humana o estilo de vida o para enfrentar la muerte o la invalidez”.

En este contexto tiene también relevancia entender qué se conoce por cuidado cultural, definido, explica la Dra. Melguizo, como “los valores, las creencias y patrones de estilo de vida aprendidos y transmitidos profesional y popularmente y que se usan para asistir, facilitar o capacitar a individuos o grupos para mantener su bienestar o su salud o mejorar una condición humana o estilo de vida”.

De hecho, la teoría del cuidado cultural permite generar modelos para guiar la investigación y los cuidados.

Esta perspectiva hace comprensible por qué entender la realidad socioeconómica y cultural del paciente permite diseñar una política de atención integral.

La especialista, desde esta visión integral, y al analizar el caso específico de Colombia, que en realidad es un espejo de Latinoamérica, observa varios factores: la población adulto mayor en su mayoría solo tiene la primaria completa; tampoco, a lo largo de su vida laboral, lograron contar con un trabajo fijo o un salario digno de retiro, por lo cual necesitan seguir trabajando para subsistir.

“El sistema de pensiones ha generado nuevos pobres entre quienes se pensionan, es decir, los adultos mayores, porque la pensión reduce de manera considerable sus ingresos, hasta 10 veces lo que recibía la persona, de allí que la calidad de vida se ve afectada, a menos que se prepare con otros ingresos adicionales”, observa.

Por otra parte, al analizar el censo del año 2018, se concluye que el tamaño de la familia colombiana es pequeña, de 3.1 personas, por lo cual alguien del grupo familiar debe salir a trabajar para generar ingresos y esta condición incluye a los mayores.

Otro aspecto en este análisis es el tecnológico. “Solo el 46% de los colombianos contaba con un celular o un computador en casa y si se dispone de este recurso tecnológico, seguro no será el adulto mayor quien tenga el acceso”, afirmó la investigadora.

Observa que este panorama lleva a concluir “que estamos en tiempos difíciles para nuestro adulto mayor. En esta pandemia, y en aislamiento social, es la población de riesgo más grande, no solo por su condición de vejez que los lleva a tener un sistema inmunológico en desventaja, sino por sus menores recursos sociales y económicos”.

Entre otras acciones, destaca que el plan de cuidado para el adulto y el adulto mayor impulsado por el Estado colombiano, favorece la telemedicina y, en concreto, la Universidad de Cartagena tiene un programa con equipos y especialistas que le permite dar asistencia remota a médicos y enfermeros para que logren atender a los pacientes.

Por otra parte, la Facultad de Enfermería de esa casa de estudios, cuenta con un centro de atención primaria que ofrece cursos virtuales para la capacitación de los cuidadores.

La Dra. Melguizo, indica que en general el cuidado del adulto mayor debe significar atender ciertos aspectos:

  • Reforzar las medidas de prevención
  • Ofrecerles un trato afectuoso y digno
  • Mantenerse en comunicación con el auxilio de la tecnología
  • Favorecer la salud física y mental
  • Mantener la rutinas de aseo, sueño y alimentación
  • Promover la participación en actividades lúdicas
  • Estimular que vivan la espiritualidad

Luisa Fernanda Galvis Palacios, como parte del Grupo de investigación de cuidado cultural de la salud de la Universidad Nacional de Colombia, y con la ponencia De la vulnerabilidad a la revolución de las canas y la diversidad, explicó que el adulto mayor se define según el rol que cumple en su comunidad “y es importante identificar que la vejez es una construcción sociocultural: cada sociedad atribuye distintos significados a la vejez”.

Coincide con la Dra. Melguizo Herrera en los determinantes socioeconómicos que acentúan el mayor riesgo del adulto mayor. En Colombia “cerca de 3.5 millones de personas mayores de 60 años no reciben una pensión de vejez”, y factores como informalidad y desempleo obligan a continuar trabajando más allá de los 60 años.

Un dato de valor que aporta a la comprensión global de la situación del adulto mayor, es que en el mundo, 35.8% de las personas mayores viven solos; los restantes con sus parejas o hijos, de acuerdo con datos compartidos por la investigadora, según el cuadro Panorama nacional del adulto mayor, elaborado con datos de la Fundación Saldarriaga Concha y el estudio Atención del adulto mayor en el contexto del covid-19. Árbol de decisiones. Universidad Nacional de Colombia (Marín, D.2020).

Factores como la falta de acceso a agua potable, servicios sanitarios deficientes, inseguridad alimentaria, hacinamiento, alta dependencia de la economía informal, sistemas frágiles y violencia, son elementos que conducen a una mayor vulnerabilidad y cuya consideración en esta investigación demuestra que más allá de la edad, es preciso considerar el complejo panorama que enfrenta al adulto mayor.

Esta realidad multidimensional precisa también una atención desde la perspectiva que se denomina el cuidado cultural y su vinculación con la enfermería transcultural, definida “como un área legítima y formal de estudio, investigación y práctica, centrada en creencias, valores y prácticas de atención basadas en la cultura para ayudar a las culturas o subculturas a mantener o recuperar su salud (bienestar) y enfrentar discapacidades o muerte en situaciones culturales, mediante formas de cuidado congruentes y beneficiosas” (Leininger, 1970,1978,1995), citado por la autora, quien conecta estos conceptos con el llamado Modelo de Cuidado Cultural en la Adversidad.

Al respecto, supone tomar en cuenta desde los distintos factores (políticos, culturales, tecnológicos…) y definir cuál es la experiencia del adulto mayor en un contexto de covid-19 para que las respuestas, en lugar de ser homogéneas, respondan a realidades que consideren desde la realidad socioeconómica hasta la diversidad étnica.  

En Panamá también los mayores son los más afectados

En Panamá, más del 70% de las muertes también corresponden a mayores de 60 años, la población de mayor riesgo para el virus, observa la magíster Migna Villarreal.

Recordó que el dato más reciente del Instituto Nacional de Estadística y Censo (Inec) de Panamá es del año 2010 (el censo de este año se debió suspender por razones obvias asociadas a la pandemia) e indica que para esa fecha existía una población de 355,000 adultos mayores (más de 60 años), cerca del 10% de la población.

En función de esas estimaciones, la especialista afirma que en 2020 se estimaba un incremento en la cifra y hacia el 2050 que el adulto mayor represente el 24% de la población de Panamá.

Las enfermedades más frecuentes de este grupo poblacional son diabetes, hipertensión, problemas del corazón y circulatorios, parkinson y demencias.

Observa que estos padecimientos son vinculantes con los hábitos desde la infancia y luego se reflejan en edades avanzadas y, en el caso del covid-19, se expresan como comorbilidades.

Otras realidades asociadas a la situación de la persona adulta mayor en Panamá en tiempos de pandemia es de “abandono, parejas de personas mayores viviendo solos, personas despojadas de sus pertenencias (este hecho es vinculante con conflictos familiares) y llevadas a un asilo o residencia o adultos mayores con problemas de salud y desnutrición”.

La especialista señala que el envejecimiento de la población obliga a transformaciones en cuanto a la economía y la salud y a una atención integral.

Para el caso específico de la pandemia, los organismos oficiales han abordado la atención del adulto mayor a partir de la organización de las comunidades y actuaciones que involucran la tecnología.

El Ministerio de Salud (Minsa) y el Ministerio de Desarrollo Social (Mides) han trabajado de manera conjunta para verificar los protocolos y evitar, en el caso de las casas hogares, ocurran situaciones parecidas a las de España e Italia de muertes masivas por contagios asociados a visitas externas.

De las 75 casas hogares de Panamá, destinadas al adulto mayor, reportó que hubo incidencias de fallecimientos en 23.

Resaltó, por otra parte, que la pandemia ha demostrado una efectiva organización de las comunidades, situación que ayuda a la atención del adulto mayor y al suministro de alimentos y medicinas.

De igual modo, a través de las redes sociales y llamadas telefónicas se mantiene el contacto.

La especialista destacó que la circunstancia adversa ha generado un aspecto positivo, con emprendimientos de adultos mayores que dan clases.

También aprovechan la tecnología para acompañarse o recibir capacitaciones.

Reconoce que el aislamiento y la ansiedad son condiciones a vencer por este grupo de la población que pudo haber perdido a sus parejas o estar en casa, “solo con sus recuerdos”.

Dignificar al mayor

La Dra.Liliana González Juárez, quien se refirió a la Enfermería y cultura de los cuidados como parte de su intervención, señaló que México evidencia situaciones similares a la región.

En su población adulta, 14 millones de personas (11%) corresponden a Personas Adultas Mayores (PAM) y 6% de los hogares reflejan estar habitados por mayores que viven solos.

En México, detalla, el 58% del total de las muertes por covid-19 ocurrieron en mayores de 60 años.

La tasa de letalidad de las personas entre 60-69 años es de 32% y en el caso de menores de 60 años, del 10%.

Las comorbilidades también se presentan como un problema añadido en el caso de las defunciones y la realidad asociada: los adultos mayores siguen trabajando, así no sea de manera formal, y se encargan del cuidado de casa.

Un factor que afecta a México como sociedad y es común a Latinoamérica, es el ser gregarios.

“Siempre estamos juntos y ahora nos toca este confinamiento y lo hemos vivido de manera difícil. Nuestros adultos mayores tienen una gran diversidad pero les gusta compartir y convivir”.

En esta coyuntura destaca que la pandemia enfrenta una realidad: los sistemas de cuidados para la PAM “son incipientes o bien no existe de forma institucional” y la familia pasa a convertirse en la unidad básica de cuidado, con un papel destacado de parte de los cuidadores y la importancia de las redes de apoyo social, en particular en el caso de quienes viven solos.

También se inclina por un cuidado que entienda los valores, creencias y prácticas del adulto mayor en tanto no es igual quien vive en el campo, en la ciudad o pertenece a una comunidad indígena.

Además de las medidas tradicionales de distanciamiento social, lavado de manos y no medicarse, la investigadora señala la necesidad de promover el apoyo familiar para la compra de alimentos y medicinas.

De igual modo, el ejercicio del llamado derecho al cuidado cultural que significa participación social y ejercicio de la ciudadanía.

Explica que la salud mental se promueve con la participación y es vinculante con las relaciones interpersonales, ahora en pausa.

En este sentido se inclina por generar nuevas estrategias de comunicación que permitan a este adulto mayor entrar en comunicación con sus comunidades.

Por otra parte, fomentar la cohesión social (en ocasiones los vecinos no se conocen), porque tejer estas redes da sentido de pertenencia, la persona se siente a gusto y es otra manera de atenuar el impacto de la pandemia más allá de los indudables efectos económicos y en la salud de nuestros mayores.

Violeta Villar Liste
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