Una de las causas más comunes de picazón ocular son las alergias, específicamente aquellas relacionadas con alérgenos ambientales como el polen, el moho, el polvo y la caspa de los animales
Por: Dra. Liliana (Lily) Arosemena

La Dra. Liliana (Lily) Arosemena es egresada de Medicina en la Universidad Latina de Panamá. Con especialización en Oftalmología en la Universidad Autónoma de Bucaramanga, en la Fundación Oftalmológica de Santander, Clínica Carlos Ardila Lulle (Bucaramanga, Colombia). Estudios de retina y vítreo en la Universidad Del Rosario, Fundación Oftalmológica Nacional (Bogotá, Colombia). Es miembro adjunto de la Academia Americana de Especialistas en Retina (ASRS), la Asociación Americana de Oftalmología (AAO), la Sociedad Colombiana de Oftalmología (SCO), la Asociación Panamericana de Oftalmología (PAAO) y la Sociedad Panameña de Oftalmología (SPO). En instagram: @retinapanama
El prurito o picazón ocular es una queja común que afecta a millones de personas a nivel mundial. Este síntoma puede ser desencadenado por una variedad de factores, que van desde condiciones ambientales hasta enfermedades subyacentes. En estas líneas exploraremos las causas del prurito ocular, abordando las preocupaciones comunes mediante un análisis crítico basado en la literatura científica actual.
Alergias ambientales

Una de las causas más comunes de picazón ocular son las alergias, específicamente aquellas relacionadas con alérgenos ambientales como el polen, el moho, el polvo y la caspa de los animales. Según un estudio realizado por Culleton et al. (2017), la exposición a estos alérgenos provoca una respuesta inmunológica que genera la liberación de histamina, un compuesto químico que causa inflamación y picazón en los ojos. El sistema inmunológico de los individuos sensibles reacciona desproporcionadamente a la exposición a estos irritantes, manifestándose a través de síntomas como el prurito ocular.
Es importante considerar cómo la comprensión de estas reacciones alérgicas no solo se basa en la mera presentación de síntomas, sino en la interacción compleja entre el sistema inmunológico y el entorno. Einan et al. (2019) reforzaron esta idea al señalar que la variabilidad genética también puede influir en la susceptibilidad a las alergias, lo que sugiere que no todos los individuos reaccionarán de la misma manera a los mismos alérgenos.
Conjuntivitis

La conjuntivitis, la inflamación de la conjuntiva del ojo, es otra causa significativa de picazón ocular. Esta condición puede ser viral, bacteriana o alérgica. En el caso de la conjuntivitis alérgica, se manifiesta de manera similar a las alergias ambientales, provocando picazón, enrojecimiento y lagrimeo. Según un artículo de investigación de Fokkens et al. (2020), las infecciones virales, como el adenovirus, también pueden provocar síntomas de picazón ocular.
La explicación radica en la inflamación que resulta de la respuesta del cuerpo a la infección, donde la inflamación provoca una liberación exacerbada de mensajes químicos que activan la sensación de picor.
No obstante, se debe considerar que no todos los casos de conjuntivitis presentarán prurito ocular. En muchos casos, los síntomas varían según el tipo de agente causante; por ejemplo, en la conjuntivitis bacteriana, el prurito podría no ser tan prominente como en la alérgica (Schwartz et al., 2018). Esto resalta la necesidad de una evaluación clínica adecuada para determinar la causa subyacente y orientar el tratamiento apropiado.
Síndrome del Ojo Seco

El síndrome del ojo seco es otra condición que puede resultar en picazón ocular. La falta de lágrimas adecuadas puede llevar a la irritación de la superficie ocular y, como resultado, a la picazón. Según un estudio realizado por Yamada et al. (2021), el ojo seco se relaciona a menudo con factores como la fatiga visual, el uso prolongado de dispositivos digitales y el ambiente seco. Esta condición es particularmente relevante en la era digital, donde el tiempo frente a pantallas ha aumentado drásticamente.
La importancia de este diagnóstico radica en su prevalencia y en cómo la educación sobre la fatiga visual y la higiene ocular puede ayudar a reducir la incidencia de picazón ocular. Formas de abordar este problema incluyen medidas preventivas, como la ruptura de la «regla 20-20-20», que recomienda descansar cada 20 minutos de pantalla mirando algo 20 pies (6 metros) de distancia durante 20 segundos (Sullivan et al., 2020).
Irritación química

La exposición a sustancias químicas, como productos de limpieza y humo, también puede causar picazón ocular. Jones et al. (2016) discuten cómo estas sustancias irritantes provocan una reacción inflamatoria que se traduce en picazón. La eliminación o reducción de la exposición a estos irritantes es crucial para aquellos que experimentan síntomas en ambientes donde dicha exposición sea mínima o controlada.
A pesar de la evidencia, algunas personas pueden ser más resistentes a ciertos irritantes químicos. Este aspecto sugiere un componente subjetivo en las reacciones alérgicas, basado no solo en la carga ambiental, sino también en las características individuales, que pueden influir en la vulnerabilidad a desarrollar picazón ocular.
Enfermedades sistémicas

Por último, algunas enfermedades sistémicas, como la diabetes o enfermedades tiroideas, pueden manifestarse a través de síntomas de picazón ocular. La diabetes, por ejemplo, puede causar cambios en la piel y en las estructuras oculares que llevan a la picazón (Klein et al., 2018).
Es evidente que el prurito ocular puede ser el resultado de múltiples causas, cada una de las cuales tiene sus propias implicaciones para la salud ocular y general. La necesidad de un enfoque multidimensional para su diagnóstico y tratamiento es imperativa. Este análisis resalta la importancia de no solo tratar los síntomas, sino también abordar las causas subyacentes para mejorar la calidad de vida de aquellos que sufren de esta condición. Además, es crucial la educación pública sobre factores de riesgo y prevención, lo que puede reducir significativamente la incidencia del prurito ocular.
Referencias:
- Culleton et al. (2017)
- Einan et al. (2019)
- Yamada et al. (2021)
- (Sullivan et al., 2020)
- Jones et al. (2016)
- (Klein et al., 2018).
Por: Dra. Liliana (Lily) Arosemena