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Imagen de Elisa Riva en Pixabay

Por: Psicóloga María Mercedes Armas

La licenciada María Mercedes Armas Barrios es psicóloga egresada de la Universidad Central de Venezuela. Es integrante del Observatorio Venezolano de los DDHH de las Mujeres y del Centro de Investigación Social Formación y Estudios de la Mujer.
@psico.mm.armas
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Si tiendes a posponer de manera frecuente, a tal punto que te preocupa y te ha afectado en algunas áreas de tu vida, te invito a revisar esta publicación, enfocándote en tus emociones y observando las coincidencias o si te identificas con lo planteado.

Revisando artículos e investigaciones acerca del tema de la procrastinación, pude apreciar que todos establecen tipos, causas y una interminable lista de posibles soluciones. Mi intención al comenzar a hablar de este tema, por el cual he sido consultada con frecuencia, no es caer en lo mismo, porque realmente me parece absurdo pasarle a alguien, que maneja este problema en su cotidianidad, una lista de lo que debería hacer para resolverlo. Eso también lo pospondrá.

El asunto es que las personas que tienden a posponer, manejan un nivel de ansiedad y sufrimiento a diario, que se va estableciendo como un círculo vicioso o un patrón que se retroalimenta negativamente.

Considero que las personas que posponen sus actividades de manera habitual, irracional e impulsiva, se encuentran librando una lucha con ellas mismas. Una lucha entre elementos pasados y presentes, elementos racionales y emocionales, entre lo que deseo y, a la vez, no deseo hacer.

Como en todo proceso humano, por su complejidad, las recetas no funcionan. Ojalá fuera tan fácil, porque las recetas también pasarán a formar parte de lo que se pospone.

Por otra parte, recordemos, o entendamos, que cualquier comportamiento, por negativo que sea o por muchas consecuencias negativas que tenga, siempre tiene una “ganancia”. Pienso que soltar ese nudo que nos lleva a posponer, a pesar de las consecuencias negativas y del sufrimiento que nos genera, pasa por un proceso de autoconocimiento, de revisión de las experiencias pasadas y las emociones asociadas que son las conforman el nudo como tal.

Implica una revisión de la toma de decisiones, del por qué o para qué de lo que decimos querer hacer. Es sincerarnos con nosotros mismos.

Ya hay bastante penalización social sobre este comportamiento y eso tampoco ayuda mucho a superarlo, sino que más bien genera sentimientos de culpa. El trabajo psicológico sobre sí mismo, con el apoyo profesional adecuado, va a permitirle avanzar en la resolución de este conflicto interno que se refleja y afecta directamente las acciones y decisiones de la persona.

La procrastinación no se ha estudiado lo suficiente como para plantear una teoría integral al respecto; pero con base en la revisión de algunas investigaciones y artículos, extraje algunos elementos interesantes, en los cuales coinciden los investigadores, que nos permiten comenzar a entender la procrastinación y ofrecer algunas vías de resolución.

  • La tendencia crónica a posponer parece tener relación con la dificultad de afrontar de manera efectiva  los sentimientos negativos, por lo cual se decide buscar un alivio a corto plazo.
  • Es más probable que las personas pospongan las tareas que perciben como aversivas o desagradables en sí mismas o que están asociadas a algo negativo o limitativo, por lo cual se busca un escape o descanso.
  • Según diversos estudios acerca de las regiones del cerebro involucradas; la procrastinación parece ser resultado de una falla en la regulación de las emociones, acompañada de una mayor conciencia de las emociones negativas.

En todo caso, va quedando en claro el rol central de las emociones como generadoras y también consecuencia de la procrastinación; de allí que el abordaje terapéutico deberá ir dirigido al trabajo emocional como uno de los elementos fundamentales. En la próxima entrega hablaremos sobre las emociones asociadas a la procrastinación y exploraremos algunas vías de resolución, haciendo que funcione para ti.

Por: Psicóloga María Mercedes Armas