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Ilustración: Pedro Crenes

Llegado el final del año, y con mi reciente visita a Panamá a flor de piel, la nostalgia me ha salido al encuentro. Y aunque me traje lecturas panameñas de sobra, lo que siempre falta, allí lejos donde se encuentre un panameño, son los sabores de la infancia

Pedro Crenes Castro, coordinador del Viernes Cultural: Literatura Panameña | Viernes Cultural  [email protected]

Rafael Alberti y las hayacas que son tamales

Reseña por: Pedro Crenes Castro


La literatura de Juan Carlos Méndez Guédez, escritor venezolano, es prodigiosa. Tiene un cuento que le envidio y adoro a la vez: La nieve sobre Madrid, lo leo de vez en cuando: ocurre en Madrid, hay nieve, hay una esposa, una hija, ausencia de la tierra de uno, y una hayaca

Rafael Alberti y las hayacas que son tamales

Quiero pensar que alguna vez mi mamá me miró en silencio preguntándose, ¿de donde le viene a este chiquillo el otoño? Y quiero pensarlo para poder contestarle en el recuerdo fingido, «de aquí», sosteniendo un libro, Poemas del destierro y de la espera, de un tal Rafael Alberti. Le recitaría a mamá:

Otoño silencioso de este bosque,

¿me estoy desvinculando de la patria,

alejando, perdiéndome?

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Haz que tus hojas, que se lleva el viento,

me arrastren hacia ella nuevamente

y caiga en sus caminos

y me pisen y crujan

mis huesos confundiéndose

para siempre en su tierra.

Llegado el final del año, y con mi reciente visita a Panamá a flor de piel, la nostalgia me ha salido al encuentro. Y aunque me traje lecturas panameñas de sobra, lo que siempre falta, allí lejos donde se encuentre un panameño, son los sabores de la infancia, y más en Navidad: recuerdo recordar el otoño y el invierno en mi infancia navideña de once años, fascinado por la poesía de Alberti, pero oliendo los tamales, la chicha de saril y la ensalada de remolacha y papas. Nada me hacía presagiar los otoños de verdad que vendrían, lejos, y lo mucho que se agradece una hayaca.

La literatura de Juan Carlos Méndez Guédez, escritor venezolano, es prodigiosa. Tiene un cuento que le envidio y adoro a la vez: La nieve sobre Madrid, lo leo de vez en cuando: ocurre en Madrid, hay nieve, hay una esposa, una hija, ausencia de la tierra de uno, y una hayaca. El cuento es de 2009, quinceañero, es precioso, entrañable; está escrito con la fuerza poderosa de la nostalgia, cargado del humor exacto. Una hayaca es la medida de la memoria, un pasaporte de maíz al centro de los afectos. Está en su libro Ideogramas (Páginas de Espuma, 2012), y se lo dedica a ese gran escritor que es Nicolás Melini.

Tengo unos hermanos en la fe que me trajeron tres hayacas sin saber que estaba pasando por el desierto de la nostalgia gastronómica. Ella es dominicana, él, de Venezuela: juntos me salvaron estas fiestas sin saberlo, me conectaron con la mesa austera de la casa de mi abuela, me dieron el pasaporte de maíz y he estado caminando por la memoria de aquellas cenas de fin de año.

A falta de tamales, buenas son las hayacas, que no voy a entrar a discutir si son mejores o son lo mismo, o nada que ver los unos con las otras, o si hay que ponerles o no pasitas: cuando toca recordar desde el otoño-invierno la tierra lejana, todo es solo ganas de seguir recordando.

Iba a escribir sobre Marinero en tierra, de Rafael Alberti, que cumple cien años de publicación. Creí haberlo leído en Panamá, pero no, la distancia es cada vez más larga desde donde estoy hasta lo leído allá, y se solapa con lo leído acá. A Alberti le debo el nombre de mi hija, Aitana, y le debo el otoño, la pintura, el ritmo y la mirada. Tengo delante la hayaca y Poemas del destierro y de la espera, y he comprobado que no, que no hay tal lectura panameña de Marinero en tierra, pero he vuelto a leer La nieve sobre Madrid, y me he dado cuenta de que es un cuento de Navidad, que es un milagro navideño, por lo menos para mí, que he descongelado las hayacas y me he ido hasta Calidonia, hasta Calle S, y he vuelto a ver los tamales, a mi abuela, a mi mamá, y a sentir en la piel de mis once años el otoño solo leído, y he vuelto a pensar que mi mamá, que me mira desde mi memoria fingida, no entiende de dónde le viene a su hijo el dichoso otoño ese.

¡Feliz 2025!


Pedro Crenes Castro, coordinador del Viernes Cultural Literatura Panameña |  Viernes Cultural | [email protected]

Pedro Crenes Castro (Panamá, 1972), es escritor. Columnista y colaborador en varios medios panameños y españoles. Ha ganado dos veces el premio Nacional de Literatura Ricardo Miró de Panamá y dicta talleres literarios. Vive en España desde el año 1990

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