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Amigos lectores:

Tres centenarios concurren en las páginas del PDF de esta semana del Papel Literario del diario El Nacional. Gastronomía, Ciencia-filosofía y Fronteras. Les cuento.

Cien años cumpliría Armando Scannone el 22 de agosto. Falleció en diciembre de 2021, a sus 99 años. Faitha Nahmens Larrazábal le recuerda en algunos hitos de su recorrido vital. Aquí, dos párrafos de su memorioso tejido:

Armando Scannone, precisión de relojero, la pasión de Leo, la minuciosidad de Virgo en puertas (él sabía eso de los horóscopos, “suficiente”), había conseguido atravesar con certeza el desierto de la evocación ahora por fin satisfecha. Podía ya indemnizar el recuerdo del sabor añorado. Y pese a que la casa editora le frunciría el ceño ¿un recetario de cocina sin fotografías? la tortilla de la suerte se volteará sólida a su favor. No solo la obra se vende como pan caliente: se convertirá en vademécum. Biblia. La fuente de todas las sabidurías. Es hoy por hoy el regalo de bodas por excelencia. Es un imprescindible, ay, en las valijas de los que se van. Junto con el Ávila y la foto del mosaico de Cruz Diez del aeropuerto, símbolo de la memorabilia.

En un santiamén el libro se constituye en joya. En pieza fundacional que nos conduce a la felicidad oral, y nos reconstituye. Eso logra. Que nos espejeemos con gusto en los almizcles de la identidad. Resultado de más de cinco años de experimentación, la Academia nunca creerá mucho en lo de la memoria gustativa. En que eso existiera. Editado por primera vez ese octubre de 1982, igual Mi cocina a la manera de Caracas será imbatible bestseller. Un acontecimiento, aún lo es. No más se agotó la primera edición hubo que hacer una segunda, una tercera, una cuarta y una vigésimo quinta; se cocina la siguiente. Es el libro más vendido en Venezuela.

Por su parte, Claudio Briceño Monzón, ofrece un ensayo en el que inscribe Mi cocina en el contexto histórico, cultural y gastronómico venezolano: “Nos dejó el gran legado culinario de la cocina venezolana en sus libros. Un trabajo de ingeniería en la cocina hecho con un afecto especial y con una dedicación maravillosa. Antes del libro rojo, Venezuela no tenía una sólida identidad culinaria propia. Que logró caraqueñizar, al publicar sus libros y generalizar la gastronomía nacional. Uno de sus sueños era lograr continuar su trabajo de Caracas en las demás ciudades y regiones del país. Ya vendrán nuevas generaciones que buscarán cómo lograr consolidar una gastronomía nacional desde lo local. La gastronomía expresa una manera de concebir el mundo y de manifestar la vida”.

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En el caso del físico, filósofo e historiador estadounidense, Thomas Kuhn (1922-1996), no solo se cumplen 100 años de su nacimiento, también 60 de la publicación de su capitular, La estructura de las revoluciones científicas, obra hito del pensamiento producido en el siglo XX. 

Escribe Benjamín ScharifkerDiálogo entre las ideas y los hechos: la naturaleza del progreso científico, cuyo texto arranca así: “Con la publicación en 1962 de la primera edición de su libro La estructura de las revoluciones científicas, Thomas S. Kuhn (18 de julio, 1922–17 de junio, 1996) le dio la vuelta a nuestra percepción del desarrollo del conocimiento científico. Kuhn mostró que la ciencia no progresa en forma continua por el acopio de datos o la acumulación de conocimientos, sino a saltos, a medida que los científicos caen en cuenta de que las teorías que van concibiendo para entender al mundo no lo describen adecuadamente. Lo que ayer se consideraba una verdad científica hoy se puede poner en duda y mañana podrá demostrarse que no es cierto”. Y así: con prosa transparente y de amable claridad.

El ensayo de Carlos ColinaLuces y puntos ciegos del paradigma kuhniano, afirma: “La importancia del libro canónico intitulado La estructura de las revoluciones científicas (1962, en adelante, ERC) de Thomas Kuhn, viene dada por su significación e influjo en el debate epistemológico y teórico de más de medio siglo. Inicialmente, gran parte del clima filosófico en el que se inscribió su texto cimero fue adverso, pero se constituyó, a la postre, en el autor más citado en las ciencias sociales, donde se acogió con beneplácito desde sus inicios. Desde finales del siglo XX su influencia se expandió a todos los campos señalados, favorables y desfavorables. Cabe acotar que algunas de las interpretaciones de sus seguidores no contaron con su aquiescencia”. Ambas aproximaciones están en las páginas 5, 6, 7 y 8.

Gerardo Vivas Pineda recapitula, en tono personalísimo, el centenario del Laudo Suizo -que, en alguna medida, vino a confirmar el laudo arbitral de 1882- relativo a la demarcación de la frontera entre Colombia y Venezuela: “Nacieron de esta manera todos los yerros y desencuentros demarcadores desde la península hacia el sur. Luego eligieron el arbitraje con los ginebrinos, del cual resultó otro Laudo cercenador del territorio en 1922, que autorizó a Colombia a tomar posesión de las regiones adjudicadas desde España. Fue así como desaciertos geodésicos de españoles y suizos delimitaron territorios con mapas inexactos —los de Codazzi entre ellos—, y los mojones de piedras amontonadas continuaron desplazando las verdades astronómicas que los primeros virreyes americanos habían encomendado y zanjaban esos parajes indecisos”. Página 9.

La página 10 insiste en el ámbito de la frontera: reproducimos las palabras que el diplomático y experto en las relaciones entre Colombia y Venezuela, Leandro Area Pereira, leyó en la presentación del libro La historia secreta. Crisis en el Golfo de Venezuela contada por sus protagonistas, de Jesús Aveledo Urdaneta (Jurado Grupo Editorial, 2022). Se refiere al conocido como El incidente del Caldas: “Lo ha hecho de manera muy especial, vivida, diríamos que visual, con intenciones casi que cinematográficas, en la que se ponen en movimiento y relieve con documentos oficiales o no, unos ya conocidos y otros hasta ahora inéditos, o conversaciones personales con actores y voces fundamentales de la trama que aquí nos ocupa, eventos acaecidos entre el 9 y el 18 del mes de agosto de 1987. De ello hace tan solo 35 años que parecen más bien un siglo si nos atenemos a la velocidad y voracidad de los nuevos tiempos que nos toca vivir”.

Dejo aquí un saludo para todos.

Nelson Rivera, director del Papel Literario del diario El Nacional

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