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El escritor Sergio Ramírez junto a las autoridades y miembros de número de la Academia Panameña de la Lengua
Tertulia en la Academia Panameña de la Lengua se nombró este evento que permitió conversar con el autor y fundador de Centroamérica Cuenta, cita literaria que este miércoles 22 de mayo inaugura

Por: Violeta Villar Liste

Centroamérica Cuenta es un festival literario de reconocido prestigio en la región. Lo funda Sergio Ramírez en el 2013 en su natal Nicaragua

La Academia Panameña de la Lengua fue morada de la palabra poética, política, de prosas sin ser profanas, de cantos que fueron vida y esperanza en la evocación de un nombre que se nombra a sí mismo: Sergio Ramírez.

Nicaragüense y también español, ecuatoriano y colombiano, por generosidad de estas otras patrias que le concedieron ciudadanía cuando el régimen de Daniel Ortega lo calificó de “traidor” y así, como si la patria se perdiera por decreto, decidió quitarle la nacionalidad.

Sergio Ramírez no solo decidió que sería más nicaragüense,  también español, ecuatoriano, colombiano y toda patria dispuesta a recibirlo con auténtica generosidad.

“Patria es donde uno se siente bien y quisiera que Sergio Ramírez se sienta en su patria. Tiene esas tres nacionalidades y en todos los países donde hay lectores de Sergio Ramírez se hermanan con él. Aquí hay muchos panameños que lo quieren porque al leerlo han seguido su odisea”,  presentó Arístides Royo, director de la Academia Panameña de la Lengua, durante una noche que fue magnífica: la de este martes 21 de mayo, en el preámbulo de Centroamérica Cuenta.

Tertulia en la Academia Panameña de la Lengua se nombró este evento que reunió a la escritora, filósofa y docente Ela Urriola, miembro de número de la Academia, junto a Arístides Royo, para conversar con el autor y fundador de esta cita literaria que este miércoles 22 de mayo inaugura.

Arístides Royo, Sergio Ramírez y Ela Urriola Foto | Cortesía Centroamérica Cuenta

La casa de las letras panameñas se hizo plena de rostros admirados al escuchar más y más este diálogo que de la literatura a la política inició con la vida del escritor, su andadura, sus reflexiones acerca de la existencia, de la literatura y el hacer y ser de los pueblos, hasta culminar, gozoso, divertido, entre admiradores y admiradoras que pedían una firma suya, una fotografía… del papel a las redes, en esta civilización que vive en varios tiempos.

Centroamérica Cuenta es un festival literario de reconocido prestigio en la región. Lo funda Sergio Ramírez en el 2013 en su natal Nicaragua y desde ese escenario, el también Premio Cervantes logra cumplir su propósito “de contribuir a la proyección y difusión de la literatura iberoamericana desde Centroamérica”.

Son dos las ediciones del festival: Una en un país de la región (Centroamérica o Caribe), en el primer semestre de cada año. En el segundo, en Madrid, España.

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En este 2024 le tocó el turno a ciudad de Panamá, con un programa que comprende tertulias, talleres y diálogos.

La inauguración oficial tendrá lugar este miércoles 22 de mayo, a las 7:00 p.m., en el Teatro Nacional con un encuentro especial: Rubén Blades dialogará con el escritor cubano Leonardo Padura desde sus miradas literarias y sonoras.

De este modo, la tertulia en la Academia Panameña de la Lengua constituyó un preámbulo con la dimensión de una inauguración.

Arístides Royo abrió la sesión y Ela Urriola desencadenó la palabra: “¿Fue la poesía un amor de juventud?”, preguntó, a propósito de las reflexiones del poeta Ernesto Cardenal sobre el poema Solteronas de Ramírez.

“La puerta de la literatura en Nicaragua para cualquier joven es la poesía”, reflexionó el autor.

Cuando recibió el Premio Cervantes, rememora que dijo que en Nicaragua “se es poeta mientras no se demuestre lo contrario”.

Imposible no serlo por el legado que dejó Rubén Darío en el alma de su pueblo: “Darío siempre está en el aire”, expresó con alegría al referirse al fundador del modernismo literario en español, un auténtico renovador del lenguaje.  

Ramírez explica que al ingresar a estudiar Derecho en la Universidad Nacional Autónoma de León (1959) funda al año siguiente la revista Ventana, en la cual escribían poetas y cuentistas.

De esta época es su poema Solteronas que expresa “la inclinación que yo tenía. Desde entonces siempre he visto la escritura como una necesidad de contar a otros las historias que a mí me parecen singulares” y no se siente satisfecho si los demás no ver el germen de esta singularidad.

“El espíritu consiste en comunicar una historia que los demás deberían saber. La literatura, lo que uno percibe, viene de la observación, de lo que se ve como singular en la realidad que lo rodea”.

En el caso de este poema, lo singular vino de observar en las casas  de León a mujeres solas, y no por propia decisión: correspondía a las que se debieron quedar con sus padres, a cuidarlos, porque era tradición que alguna de las hijas asumiera el cuidado de los padres mayores.

“Me impresionaba verlas en salas enormes: rezando, meditando… y bueno la impresión que me causaba esa soledad, me motivó a escribir ese poema”.

El autor compartió con el público y autografió libros

De esta tertulia nacieron frases que son el inicio o el final de un libro. Es casi seguro. Prosas de un pensamiento que a nadie deja indiferente:

Utopía y libertad son conceptos asociados. Es difícil que la utopía no tenga una sustancia juvenil: uno cree en lo imposible y esto es una utopía. La utopía puede no ser posible hoy y sí mañana, por eso tiene esa sustancia de realidad. Pertenezco a una generación utópica: la de los años 60 del siglo XX. Es un fenómeno universal, el de las calles de París del 68, el de la plaza de Tlatelolco en México, el que luchó por los derechos de los negros en Estados Unidos, o en contra de la guerra de Vietnam. Era una generación que contemplaba los sueños íntegros: había una unidad en los sueños de transformación porque era el sueño de transformar una sociedad en sus consecuencias sociales, económica y políticas”.

Siente, por el contrario, que las utopías se han fragmentado: no hay idea de unidad de pensamiento; hay fragmentación.

Por ejemplo, se lucha por los derechos de la mujer o las causas ambientales “pero no se cree en la integridad”.

Al reflexionar sobre el oficio del escritor, señala que a veces se inicia una novela y aparecen muros “que no se pueden traspasar”. Recomienda, más que decir “me quedé en blanco”, iniciar un nuevo proyecto, “sin salir del cuarto donde uno está encerrado” para evitar distracciones.

Sobre la tensión política-literatura, reflexionó que la literatura “tiene sus obligaciones propias” y no está obligada por la política. Sin embargo, habla y eleva su voz, como persona, por las causas que considera justas.

Esta semana estará en ciudad de Panamá, entre palabras, melodías e historias porque Centroamérica ha decidido contar.

Por: Violeta Villar Liste | [email protected]