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La publicación del primer libro de cuentos de Carmen de la Guardia Abadía ha sido una fiesta personal, familiar y en la querencia de sus amigos. Amigos como el editor, escritor y maestro, Enrique Jaramillo Levi, quien recuerda que la autora de Sola en Bella Vista y otros cuentos, tomó el primer Diplomado en Creación Literaria en 2001, y luego varios talleres particulares. A sus 87 años decidió no demorar más el proyecto de poner en el papel, que siempre es una memoria, sus relatos, al cuidado de Jaramillo Levi, quien la convenció de publicar el libro de la mejor manera que lo puede hacer un autor: escribiendo una carta. Esta carta que inicia con un fraterno «Estimada Doña Carmen», también integra este libro y es parte del camino de lo real que se vertebra con lo ficcional para recordarnos que la vida es el mejor relato contado. Por cortesía del editor se reproduce la carta que finalmente la animó a la travesía de la palabra a lo largo del papel:

 

Estimada Doña Carmen:

Me encanta sobremanera su libro de cuentos y hay que publicarlo cuanto antes. Los buenos lectores, los sensibles, los inteligentes, los curiosos, no pueden perderse por más tiempo su exquisita prosa, amenizada por innumerables detalles pintorescos, por el despliegue de esa mezcla imposible de separar de una fertilísima imaginación y una memoria prodigiosamente fecunda.

En lo que escribe hay largos tramos que son poesía pura, y otros en que el narrador hace gala de una capacidad de hilar fino y, además, de intuir situaciones y hechos antes de que ocurran. 

        También suele haber en su prosa humor y malicia de la buena, además de una gran capacidad sugestiva, un mérito muy carmendelaguardista en su virtud de no decaer en todo el libro, sostenido siempre por sus vivencias reales y su necesidad de reconstruir para las nuevas generaciones de lectores panameños los atributos memoriosos de una sensibilidad a prueba de balas. 

        No importa si al principio usted solo escribía para su yo interior: para afianzar recuerdos, para rescatar convicciones, para empaparse de los secretos de la escritura creativa; lo importante es que al lector sensible también le van a interesar sus historias por lo mucho que tienen de bien relatadas, de humanas, de emociones positivas y negativas que de alguna manera todos compartimos, y sin duda por el infrecuente rescate de un Panamá memorable que con usted vuelve a vivir. 

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         Como verá, las poquísimas observaciones que le he hecho a sus cuentos son apenas detalles de carpintería, en realidad intrascendentes; sobre todo porque usted ha resultado ser una versátil ebanista fogueada en el oficio de la paciencia y la callada autocrítica; y eso es muy significativo, créame.

Este primer libro suyo parece el tercero o el cuarto: por su naturalidad; por su asidero profundo en las contradicciones y paradojas de la vida; por su capacidad de expresar hondos sentimientos difíciles de poner en palabras.

Estoy convencido de que es inútil saber escribir si antes no se sabe sentir, recordar, reconstruir, hibridizar momentos reales con imaginaciones igualmente verdaderas, añadiendo así nueva vida a la vida que alguna vez fue; logrando que a través de los muchos sesgos de la buena escritura los lectores vivamos como propias sus experiencias. 

       De permitirme el honor de escribirle unas palabras al inicio de esta colección de fascinantes cuentos, empezaría -si le gustan- con los párrafos anteriores.

De cada cuento aquí reunido diría que me parece una muestra de capacidad narrativa poco común para quien antes no ha publicado una obra de ficción, y que sin embargo sabemos que se alimenta de fragmentos fascinantes del pasado de un Panamá que solo cabe hoy en la no muy fértil memoria de algunos.

Además, diría que no es poca cosa que una señora de su meritoria edad se anime a publicar un primer libro que condensa años de callada escritura memorística con una versatilidad literaria que sin duda procede de lecturas muy variadas -en varias lenguas-, a la vez que de experiencias personalísimas; y todo ello con una virtuosidad sorprendente al revelársenos en medio de los  claroscuros de este conflictivo Siglo XXI que vivimos o nos vive a mansalva. 

        Desde que Ud. tomó la primera versión del Diplomado en Creación Literaria, que fundé en un ya lejano año 2001 en la Universidad Tecnológica de Panamá, y más adelante participó en diversos talleres que cursó conmigo, supe que en usted había una escritora nata, literariamente dotada en busca de un camino, sin saber que ya lo tenía muy bien trazado. Solo le faltaba emprender la marcha.

Enrique Jaramillo Levi

Ciudad de Panamá, noviembre de 2021