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Dra. Rocío Alurralde

“Más que sobrevivir al COVID-19, yo diría aprender a vivir con el COVID-19”, explica la médico psiquiatra y psicoterapeuta Rocío Alurralde  Miranda, quien invita, en estos tiempos difíciles, a desarrollar la resiliencia, es decir «crecernos en las dificultades  y aprender de ellas», en un mundo tan cambiante, donde lo que es hoy no será tal vez mañana. 

-¿Cuáles son los principales trastornos, desde el punto de vista de la salud mental, que están observando los especialistas, asociados con la pandemia del COVID-19?

-Ante una situación inédita como es la pandemia COVID-19, se han desencadenado trastornos emocionales y conductuales, que van desde el miedo como síntoma hasta cuadros sindromáticos como los siguientes:

-Síndrome de pánico agudo.

Tristeza, que pasando a depresión reactiva, puede llegar a depresión endógena

-El síndrome de confinamiento o de la cabaña, al sentirse privado de libertad. Los síntomas son: Inquietud, ansiedad, irritabilidad, violencia, al sentirse privado de libertad.

También se ha detectado aumento de la violencia familiar y de las adicciones.

Estas son las alteraciones más frecuentes.

Es la consecuencia de la relación mente-cuerpo: «Pasa por el cuerpo, pasa por la mente».

-¿Principales causas que generan estos trastornos?

– Las causas desencadenantes son muchas, varían de país a país. Dependiendo de la situación socioeconómica y la respuesta que estén dando a la pandemia. Enumero las más frecuentes a nivel mundial:

-Sentir que la vida está en riesgo, amenaza de muerte, cambio de rutinas de vida, confinamiento y aislamiento social, pérdida de empleo, economía  mermada, sedentarismo y la sensación  de perder autonomía. 

En general son los desencadenantes más frecuentes a nivel mundial.

«Al sentir la amenaza, todo me apunta «

-¿Cuál puede ser el impacto en nuestra vida diaria de este tipo de sentimientos?

-El impacto de la situación que vivimos frente al COVID-19, tiene dos fases: La reactiva es la que describiré  y a largo plazo. Esta última se detectará en el tiempo. 

La fase reactiva, tiene tres dimensiones:

Dimensión económica: Al interrumpir el trabajo, no tener entradas y no poder dar respuesta a las demandas, surge, desde la creatividad, como el trabajar desde casa, lo opuesto: La preocupación excesiva. Al ver que la economía mundial también está golpeada, hay incertidumbre y sensación  de inutilidad  en general.

Dimensión social: el distanciamiento social es perturbador. El hombre es gregario por naturaleza y al estar en confinamiento, no socializar le causa desasosiego y desesperanza. En general, en el mundo hay sensación de soledad y vacío.  Se necesita más de otro y de los afectos. Las rutinas cotidianas del hogar, parecen no ser suficientes. 

Dimensión física y psicológica: Se produce desde estrés normal, que lleva  a responder de forma  adaptativa, al distrés en el que ocurre desequilibrio metabolismo  y una adaptación  física y mental patológica. 

El mayor impacto del COVID- 19, en la actualidad  es el riesgo de muerte.  Ver diariamente los fallecidos prende las alarmas, esto genera una respuesta innata, adaptativa: Protegerse ante la amenaza.

«Prevenir es vivir»

-Por grupos de edad, ¿cómo lo viven los niños, los adultos y los adultos mayores?

– Según los grupos etarios la experiencia varía. Los niños, por ejemplo, lo viven como su entorno lo viva. Si percibe miedo, irritabilidad y el ambiente es perturbador, recordemos  que no puede a cabalidad interpretar lo que pasa, junto al aislamiento  y confinamiento, tarea excesiva, cambios de rutina.. surge el desconcierto, pudiendo  presentar alteraciones  de sueño, atención,  inquietud  e irritabilidad.  Sudoración.  Pérdida o aumento del apetito. Ansiedad y miedo. Todo esto se presenta en mayor o menor grado. 

En el adulto, que es la etapa más productiva, donde hay planes y proyectos, los que se ven súbitamente interrumpidos, responde con impotencia y frustración académica y laboral. Anhedonia o dificultad para experimentar placer.

De una vida agitada a una confinada es un paso que se asimila con dificultad, en particular en sus primeras etapas, los primeros 21 días de confinamiento. 

El adulto mayor, en etapa apacible, al irrumpir la pandemia, tiende a sentir su vida amenazada, aumenta los apegos y necesidades de atención.  Los miedos inconscientes se hacen más conscientes. 

Si no tienen pareja, se sienten melancólicos y deprimidos. La soledad es más evidente. 

«Cada etapa tiene sus encantos  y sus desafíos”

-¿Cómo debemos actuar los adultos en relación con los niños y jóvenes para ayudarlos a mitigar su ansiedad?

– Para actuar ante los niños y jóvenes en esta situación, la premisa en el adulto es pensar que esto es transitorio y mantenernos en salud.  Tener una buena relación consigo mismo, partiendo de que no se puede dar lo que no se tiene. 

Una vez en optimismo y apegado a la experiencia de aprender, transmitir el valor de la salud en la vida…así todo será más fácil de la mano del amor y la experiencia compartida, escuchar sus inquietudes y darle respuestas.  Enfocarles lo transitorio y el propósito.. Establecer rutinas y horarios. Ejercicios y juegos que los distiendan … Alentarnos a contar con nosotros. Darles su espacio y libertad de expresarse. 

Evitar sembrar miedos innecesarios, las noticias, el fantasma de la muerte, y la cantidad de mensajes que circulan generando pánico…

«La experiencia compartida es una experiencia de vida, amor y aprendizaje»

-¿Cómo debe ser el trato con las personas mayores que además son más vulnerables al virus?

– El adulto mayor requiere reafirmación y atención.  Evitando las dependencias excesivas. Es una etapa de vulnerabilidad física y mental. Atenderle con comprensión y afecto, le genera confianza y sentimiento de pertenencia.  Explicarles acorde a sus preguntas y evitar exceso de noticias.

Expresar sus temores al COVID-19, le dará  alivio y distensión.  Tomar el sol, aunque sea por el balcón o la ventana.  Caminar 10 minutos.  Y expresar agradecimiento de lo que de él se ha recibido.  Si el cuidador o acompañante no se siente bien, evite acercarse hasta que esté de buen humor.  El adulto mayor es muy sensible  al rechazo. 

«La vida es valiosa en toda las etapas, después de los sesenta, la sabiduría se hace evidente»

-En general, ¿recomendaciones para lograr “sobrevivir” desde el punto de vista mental al COVID-19?

-Más que sobrevivir al COVID-19, yo diría aprender a vivir con el COVID-19, como hemos aprendido a vivir con tantos desafíos  y los hemos  superado, cada vez en menor tiempo. Tenemos la capacidad de desarrollar  la resiliencia, es decir «crecernos en las dificultades  y aprender  de ellas», en un mundo tan cambiante, donde lo que es hoy no será  tal vez mañana. 

Aceptar la situación, como una experiencia  de vida y no como un castigo, no la decidimos, es universal y nos dejará enseñanza.

Entender que es transitorio, apelar al «sabio interno» nos lleva a valorar lo que estamos preservando con esfuerzo y valor, la vida.

El instinto de vida saldrá fortalecido  y lo transmitiremos a futuras generaciones. Tenemos inteligencia inmunológica, apelemos a ella, a través de la meditación y aceptación.  La adaptación nos traerá fortalezas inmunológicas y salud.

Escuche el cuerpo, sus demandas, es su vehículo de vida.. ha vivido en él. ¿Solo lo ha atendido cuando padece?  Agradezca lo que hace por usted; es el momento. 

El COVID-19 es todo un desafío y a la vez una oportunidad. 

Se ha desarrollado una investigación productiva en tan solo tres meses. Nos hemos unido  en medidas y acuerdos  mundiales para sobreponernos a un reto. La solidaridad y generosidad  humana se ha evidenciado en todo sus ámbitos.

Un enfoque de logros y el propósito de vida saludable es la forma de sobreponerse  a la experiencia COVID-19.

«No es lo que nos pasa, es la interpretación que hacemos de lo sucedido, lo que marca el rumbo»

Dra. Rocío Alurralde Miranda 

La doctora Rocío Alurralde Miranda es médico psiquiatra – psicoterapeuta

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