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Hisvet Fernández

Hisvet Fernández es psicóloga social, feminista, activista de los DDHH de las Mujeres y los Derechos Sexuales y Reproductivos, directora del Centro de Capacitación para la Vida (Cecavid). Integrante de la Alianza Salud Para Todas. Coordinadora del Observatorio Venezolano de los Derechos Humanos de las Mujeres, núcleo Lara. 
@psicosexualhisvetf 
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@psicohisvetfernandez

Para las mujeres es muy “natural” hablar de cuidados, pero de cuidados para otros: cuidamos a los niños/as, a la familia, a la casa, a los esposos, a la pareja, a los animales, a los ancianos/as, en fin…

Cuidar es nuestra “especialidad”.

Pero hablar de autocuidados es realmente una negación introyectada en la identidad femenina.

Las mujeres no hablamos de nuestros cuidados y de hacerlo podríamos ser catalogadas de un tanto “egoístas”.

La mayoría de los valores asociados a la feminidad, como algo natural, tienen relación directa con darnos a otros y con las características que hay que tener para cuidar a otros, sin pedir nada a cambio: dulzura, ternura, entrega, sacrificio, abnegación, paciencia, tolerancia, aguante, manejo de conflictos, empatía, disponibilidad, sentimentales, no racionales, disposición a colocarnos de últimas y mucho más.

Las mujeres son socializadas y sexualizadas de estas maneras como característica moral y ética desde la cual quedan anuladas como individualidad y se entregan al cuidado de los otros, olvidando su propio cuidado; entrega total e incondicional para los otros.

Tomar consciencia de esta realidad es un paso necesario para poder agenciar nuestros cuidados.

No es lo mismo ser cuidada que dar cuidados y las mujeres estamos preparadas y con una subjetividad proclive a ser cuidadoras no a ser cuidadas. Y tampoco a cuidarnos nosotras mismas.

Desvincularnos, como nuestra responsabilidad exclusiva y natural por ser mujeres, de las tareas domésticas y entenderlas como trabajos de cuidados, que deben ser asumidas de manera colectiva y en su gran mayoría como asuntos públicos y no privados, puede abrir el camino de nuestra liberación de estos trabajaos del cuidado que tanto nos limitan como personas.

Las mujeres-madres, en particular, viven con una triple carga de trabajos correspondientes a la reproducción social ampliada que incluye: trabajo doméstico, trabajo insertado-remunerado y trabajo de la reproducción biológica, (embarazo, parto, amamantamiento y crianza), sometiendo a nuestro cuerpo y nuestra mente a una sobrecarga de estrés. (Jaime Breili 1991).

Nos queda muy poco tiempo, o ningún tiempo, para nuestros propios cuidados.

Las mujeres en su proceso de empoderamiento tienen que hacer consciente este aspecto de sus vidas para poder admitir sus necesidades de cuidados y luego organizar los trabajos de auto- cuidados que sean necesarios y posibles.

Las necesidades nos remiten a los derechos y estos a nuestra relación con el Estado, la familia, las parejas y familiares.

Como ciudadanas de derechos tenemos derecho a ser cuidadas y a cuidarnos nosotras mismas con autocuidados femeninos.  

Cuando nos dicen que debemos cuidarnos para poder cuidar bien a los otros, se ratifica nuestro rol de cuidadoras como lo primordial. Parece ser, esa, la más potente motivación para, en alguna medida, mirar hacia nosotras mismas. Nuestros cuerpos son sólo instrumentos para los otros.

Además el autocuidado de la salud se asocia con el cuidado solo de la salud física, de ahí que lo que abunda son recomendaciones para comer saludable, tener una rutina de sueño, hacer ejercicio y una serie de actividades que tienen como único propósito mantener tu cuerpo en óptimas condiciones.

Quedan por fuera tanto la salud mental como la salud sexual, aunque sabemos que van juntas y son inseparables de la salud física.

Somos seres integrales y sexuales, tenemos una personalidad siempre sexuada y por lo tanto todos los aspectos de la sexualidad están en juego cuando hablamos de la salud física y la salud mental.

La Sexualidad es un eje transversal a la unidad bio-psico-social que somos.

Por eso nuestros autocuidados deben ser integrales y que atiendan todos los aspectos de la salud. Aquí tenemos tres cuidados cortos integrales, que toman máximo 15 minutos y que nos sanan, para iniciar hábitos diarios de Autocuidados.  En otras entregas hablaremos de otros autocuidados:

Aprendiendo a recorrer y conocer nuestro cuerpo

Toma un momento para ti: encuentra la manera de estar sola y piensa solo en ti, en tu cuerpo, cierra los ojos y trata de explorarlo poco a poco, vas tocando cada parte de ti y vas conociendo tus sensaciones. Descubre todo lo que puedes sentir por ti misma. Haz este ejercicio cada vez que puedas: podrías colocarte frente a un espejo, si tienes, y observarte con detenimiento, conócete tal como eres, eres única y mereces ser apreciada por ti, por todas las personas.

Tomando aire

Toma un momento para respirar, inspira aire, por la nariz y déjalo dentro por unos segundos para luego dejarlo salir poco a poco por la boca. Hazlo varias veces y piensa en cada parte de tu cuerpo, donde quieres enviar aire, respira pensando en ese lugar de tu cuerpo y deja el aire allí, en ese lugar pensado, un rato, luego suéltalo poco a poco. Así respirando puedes recorrer todo tu cuerpo: piensa tu cuerpo parte por parte y siente la tranquilidad que te dan esas respiraciones dirigidas a tu cuerpo.

Poniendo límites

Toma un momento para reflexionar sobre las cosas que no te agradan y que has aceptado contra tu voluntad. Piénsalas y comienza a expresar ese sentimiento en voz alta y no aceptes realizar nada que te desagrade. Mereces ser respetada en tus sentimientos. Utiliza la asertividad comunicacional para hacerlo. Expresa lo que sientes y tus derechos sin agredir a las otras personas, pero hazte respetar.

Fuente: Autocuidados tomados de Cartillas para Mujeres, Autoestima y Autocuidados. Autoras: Hisvet Fernandez P. y Dhayana Fernandez M. Hias-Venezuela 2020