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Composición: Dra. Claudia de Suárez

Resumen de la investigación El Beato José Gregorio Hernández: Precursor del primer grito de alarma sobre la alta frecuencia de la infección bilharziana en Venezuela. Patología histórica desde el beato José Gregorio Hernández hasta el siglo XXI, autoría de la Dra. Claudia Blandenier Bosson de Suárez, del Dr. Enrique López-Loyo y de la Dra. Eliana Rísquez Cupello 

A un siglo del alerta pionero del Dr. José Gregorio, la también llamada fiebre del caracol persiste debido a las condiciones sociales y sanitarias en el país

Las schistosomiasis o bilharziosis, constituye la segunda endemia parasitaria mundial después de la malaria o paludismo.También se le conoce como fiebre de Katayama o fiebre del caracol y en Venezuela se le atribuye al beato José Gregorio Hernández dar el primer grito de alerta sobre la alta infección bilharziana en el país.

En pleno siglo XXI, este grito de alerta del Dr. José Gregorio se vuelve necesario por las condiciones sanitarias y de servicios que mantienen la prevalencia de esta parasitosis en el país.

Es una enfermedad tropical parasitaria aguda y crónica causada por duelas sanguíneas platelmintos (trematodos) del género Schistosoma. 

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), hay 200 millones de personas afectadas, de las cuales 120 millones presentan la enfermedad, se documenta en la investigación El Beato José Gregorio Hernández: Precursor del primer grito de alarma sobre la alta frecuencia de la infección bilharziana en Venezuela. Patología histórica desde el beato José Gregorio Hernández hasta el siglo XXI.

Este estudio acaba de ganar el Premio José Gregorio Hernández, concedido por la Fundación José Gregorio Hernández y la Academia Nacional de Medicina de Venezuela.

Son sus autores:

Dra. Claudia Blandenier Bosson de Suárez 

Anatomopatólogo cardiovascular. Profesor Titular. Facultad de Medicina de la Universidad Central de Venezuela. Individuo de Número de la Academia Nacional de Medicina Sillón XXI. 

Dr. Enrique López-Loyo

Anatomopatólogo. Profesor de la Cátedra de Anatomía Patológica. Escuela de Medicina José María Vargas. UCV. Individuo de Número de la Academia Nacional de Medicina Sillón XXXI. Presidente de la Academia Nacional de Medicina 

Dra. Eliana Rísquez Cupello 

Magíster inmunólogo clínico. Instituto de Inmunología UCV. Miembro Titular Sociedad Venezolana Alergia, Asma e Inmunología. 

Enfermedad endémica

En Venezuela, la Schistosomiasis es producida por el S. mansoni. Es una enfermedad endémica calificada como una Enfermedad Tropical “Desatendida” (ETD) o en inglés (Negreced Tropical Diseases, NTD) por la Declaración de Londres, WHO-Ginebra, desde el año 2012 y desestimada desde el punto de vista de la Salud Pública venezolana, con una prevalencia en las comunidades del centro norte de Venezuela

Las ETD son causadas por diferentes patógenos, consideradas como incapacitantes, deformantes o estigmatizantes, comunes en las regiones de bajos ingresos como África, Asia y América del Sur.

Estas enfermedades afectan más de mil millones de habitantes del planeta y tienen repercusiones permanentes a nivel sanitario, social y económico, señalan los investigadores.

Según Traviezo Valles (año 2014), el S mansoni, persiste en Venezuela, en una franja endémica de unos 15.000 Km2 en la zona centro-norte costera formada por los estados: Miranda, Carabobo, Vargas, norte de Guárico y el Distrito Capital. 

“Es una enfermedad silenciosa y crónica, que depende no solo de los factores del medio y de la frecuencia de baños en aguas  infectadas, sino también de la susceptibilidad/resistencia intrínseca de cada individuo, la cual puede a su vez depender, de una inmunidad innata o adquirida”.

Ciclo y abordaje

La fuente de infección primaria, la constituye el hombre enfermo (reservorio). Los niños y adolescentes son los principales diseminadores del parásito, ya que son los que están más en contacto con las aguas contaminadas. 

Los huevos viables del S mansoni son eliminados en las heces del individuo portador de la infección (puerta de salida) y penetran por la piel del individuo sano (hospedador susceptible) (Puerta de entrada)”. 

Los investigadores señalan que en esta última década, “mediante programas que han aplicado el fármaco antiparasitario Praziquantel y otras estrategias de control, se ha logrado obtener avances en la reducción de la morbilidad de la esquistosomiasis.

Sin embargo, la mayoría de expertos coinciden que una reducción sostenible y significativa en la morbilidad y la transmisión, sólo sería posible a través del despliegue de una vacuna aplicada” en conjunto con estrategias de control.

En la región de las Américas, Brasil y Venezuela, son los únicos países que necesitan en principio el tratamiento farmacológico preventivo. 

Por otra parte, Santa Lucía y Surinam requieren actualizar la información que tienen para planificar y redefinir los objetivos hacia la eliminación de la enfermedad.

Antigua, República Dominicana, Guadalupe, Martinica, Montserrat y Puerto Rico, deben verificar si la interrupción de la transmisión fue alcanzada. 

Actualmente, los enormes movimientos de refugiados y la migración hacia las ciudades, están introduciendo la enfermedad en nuevas zonas. El aumento de la población y las correspondientes necesidades de energía y agua, también ocasionan modificaciones ambientales que contribuyen a aumentar la transmisión”.

1910: El alerta que dio el Beato

“En Venezuela, la bilharzia se conoce desde 1906, pero fue cuatro años más tarde, en el año 1910, cuando el Beato Dr. José Gregorio Hernández, en una acción que podríamos calificar de pionera, puso en alerta a sus colegas, sobre la alta frecuencia de esta enfermedad  en nuestro medio”, argumentan los investigadores.

De hecho, el Dr. Hernández describió los primeros siete casos en Venezuela. 

En ese año, 1910, mes y medio después de la IV Reunión de la Conferencia Sanitaria Internacional de Costa Rica, el Dr. José Gregorio Hernández publica un folleto sobre la bilharziosis en Caracas. 

El trabajo De la bilharziasis en Caracas, se presenta como parte de la serie Estudios de Parasitología Venezolana, editada por empresas El Cojo en la ciudad de Caracas. 

En la misma se hace la presentación del autor como “profesor de la Universidad Central. Miembro de la Academia de Medicina. Director del Laboratorio Nacional de Bacteriología”. 

Para esa época, el Dr. Hernández tenía más de 19 años de docencia en la Facultad de Medicina de la Universidad Central de Venezuela y un año de haber abandonado el primer laboratorio por él fundado en la sede de la Universidad en San Francisco, reseñan.

También era el director del Laboratorio Nacional de Bacteriología, ubicado en un anexo del Hospital Vargas. En ese laboratorio, el Dr. Hernández, realizaba estudios de heces de pacientes con cuadro clínico de diarrea y disentería

“Lamentablemente, varios autores que publicaron sus experiencias sobre esta materia, no mencionan este importante aporte del beato Hernández, trabajo pionero en los estudios de bilharzia en nuestro país. Después de la publicación de su trabajo, el Dr. Hernández impulsó a tres de sus discípulos a seguir investigando la bilharzia en las autopsias. Podríamos asegurar que su trabajo y el de sus discípulos, dispararon la cascada de observaciones científicas”.

“A partir de 1915, destacan los aportes del Dr. Jesús Rafael Rísquez, discípulo del Dr. Hernández, sobre la Schistosomiasis mansoni, especialmente sobre la patogenia, anatomía patológica y las complicaciones. 

A partir de 1917, fueron numerosas las aportaciones de investigadores venezolanos sobre todos los aspectos de esta parasitosis: las complicaciones y secuelas, alergia, diagnóstico, epidemiología y estadística, patogenia, anatomía patológica, bilharzia infantil, profilaxis y tratamiento”. 

“González Tellez hace un recuento importante acerca de las medidas de control de la transmisión de la esquistosomiasis en nuestro país. Refiere que, en 1922, comenzaron las primeras medidas de control de la transmisión de la enfermedad con Rísquez, Soto y Scott y en 1943, comienza el Programa Nacional de Control de la Bilharzia, encontrando una prevalencia del 15,0% en un total de 87.689 personas examinadas. Para el período 1961- 1965, la prevalencia había bajado a 8,0%”, detallan en el estudio.

En la década del 80, la investigación destaca la importante contribución al estudio de esta enfermedad que constituyó el Grupo de Investigaciones de Esquistosomiasis (GIE).

En 1987, “los investigadores, esposos Noya y col, declaran la reactivación de un foco de Esquistosomiasis mansoni en nuestro país, de tal manera que, aunque la prevalencia había bajado a 0,6 %, entre 1985-1988, no se declaró la enfermedad como erradicada”.

“Más tarde, la aparición de focos de reinfección de esquistosomiasis en ciudades y medio rural de Venezuela (Los Cerritos, Manuare, Pao de Zarate, Caraballeda, Barrio Bicentenario, y Municipio Belén, Las Tucacas, Tarigua y Valle del Pino entre otras poblaciones endémicas) resulta una indicación clara del agotamiento de la estrategia de control utilizada”.

Al respecto, los investigadores consideran que al no haber existido una campaña de erradicación del caracol intermediario, ni tratamientos adecuados a la población infectada en los últimos 20 años en Venezuela, lo más probable es que la enfermedad haya aumentado, pero es subdiagnosticada. 

Siglo XXI: No debemos silenciar el grito del Beato

Los investigadores analizan que en pleno siglo XXI  se debería volver a dar un grito de alarma como lo hizo el beato Dr. José Gregorio Hernández para alertar sobre esta parasitosis, “debido a las condiciones deficientes de vida en todo el territorio nacional dada por la falta de luz eléctrica y de agua durante tiempos prolongados en la mayor parte del país”.

Advierten de la gravedad de utilizar el agua del río Guaire y ríos de zonas aledañas de Guatire, Guarenas, Cúa, Santa Teresa del Tuy y Valencia. 

“Estas zonas han sido reportadas como regiones infectadas de caracoles en forma endémica y, aunque habían disminuido mediante las medidas sanitarias, no existe hoy en día, la seguridad de su erradicación completa”. 

Las deficiencias en los servicios y el parcial funcionamiento de los laboratorios en los hospitales públicos del país, “explica en gran parte el desconocimiento etiológico de la mayoría de los síndromes diarreicos y disentéricos, especialmente de la población más desposeída y podríamos decir de toda la población en general. 

Las condiciones de pobreza, la inadecuada nutrición son hechos reales que sustentan la hipótesis de que la enfermedad puede haber aumentado en nuestro país”.

Actualmente, advierten, dadas las deficientes condiciones sociales y económicas en Venezuela, es común ver niños y jóvenes llamados “los mineros del Guaire”, pernoctando en las aguas negras del río Guaire de Caracas, en busca de objetos valiosos supuestamente drenados por los conductos de aguas servidas o sencillamente para bañarse o coger agua para sus viviendas. Lo más probable que en este ambiente acuático convivan aún los caracoles intermediarios del Schistosoma mansoni. 

En general, los investigadores advierten que la verdadera situación de la esquistosomiasis en Venezuela no se conoce. 

Este trabajo, en ese sentido, es un valioso aporte al recoger “la memoria histórica de los acontecimientos más importantes sobre una enfermedad que se estudió desde el año 1910 y que aún no ha sido exterminada en nuestro país un siglo después”. 

Ver la investigación completa: