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Por: Dra. Marta Illueca

La autora es médica pediatra, investigadora científica y teóloga. Este artículo fue publicado de manera original en el diario La Prensa de Panamá, sección Opinión del 2 de octubre de 2023

En los últimos tiempos, se ha debatido la propuesta de «legalizar» el uso de la cannabis, mejor conocida como la «marihuana,» sustancia de alto consumo recreativo con reconocido potencial adictivo. Por ser un tema tan controvertido, quiero ayudar a educar al público, resaltando su compleja conformación química y el conocimiento que tenemos los pediatras de sus efectos dañinos en los cerebros en desarrollo desde el nacimiento hasta la adolescencia.

Resulta que, periódicamente, se le atribuyen propiedades extraordinarias a compuestos que no cumplen con el rigor de un desarrollo farmacéutico responsable y cuidadosamente regulado. Este es el caso de la planta de la cannabis o marihuana, conocida por varios otros nombres, como cáñamo índico, y mal llamada «medicinal» por tratarse de un coctel de más de cien ingredientes, en su mayoría no bien estudiados. La marihuana, pues,  se ha convertido en la panacea del momento. Sus plantas más conocidas son la Cannabis sativa y la  Cannabis indica (cáñamo índico) por sus apelaciones científicas.

Y sin querer minimizar su potencial terapéutico, hay que ser cuidadosos al respecto. Mucha gente considera la cannabis una fuente de alivio «medicinal» por ser una droga que puede ser relajante, o estimulante y que produce efectos recreativos de euforia.

Pero en realidad, teniendo tantísimos componentes de la familia de «cannabinoides,» no sería extraño que tenga, por ejemplo, un potencial analgésico o anti-epiléptico. Sin embargo, debido a que la planta de cannabis en crudo, es un sancocho químico gigantesco, es muy difícil puntualizar el componente que tenga tal o cual efecto. Y el tema se complica porque la cannabis contiene sustancias “psicoactivas” (léase, con efectos en el cerebro) que tienen un impacto psicológico inmediato, como sensación de bienestar y relajación, aparte de su conocido potencial adictivo.

De especial consideración, es su efecto dañino reportado en cerebros de jóvenes adolescentes, así como también un detrimento en los recién nacidos de madres que lo usan porque cruza la placenta y se excreta en la leche materna. Se han reportado defectos congénitos y también un desarrollo atrasado de recién nacidos expuestos a la droga.

Mas recientemente, el 12 de septiembre, los «National Institutes of Health» (NIH por sus siglas en ingles) reportan en los Estados Unidos, data fresca publicada en el renombrado Journal of the American Medical Association (JAMA), indicando que el uso de la cannabis en el embarazo temprano esta asociado con problemas cognitivos, sociales y de comportamiento en los recién nacidos, mismos que se extienden hasta casi los 12 años de edad (véase https://www.nih.gov/news-events/news-releases/prenatal-cannabis-exposure-associated-mental-disorders-children-persist-into-early-adolescence).  

Este informe esta alineado con la posición de la Academia Americana de Pediatría que se resiste la legalización de la marihuana sin el debido control para proteger las edades pediátricas.

La cannabis por su popular uso recreativo siempre será un aliciente para desarrollar negocios que lo vendan. Pero es imperativo, separar los productos purificados y debidamente evaluados por entes reguladores con beneficio medicinal, de las mezclas comerciales menos puras y mas problemáticas.

Hasta la fecha, no hay estudios rigurosos bien diseñados para demostrar efectos terapéuticos específicos de la cannabis en pacientes con condiciones como la artritis reumatoide y otras condiciones de dolores crónicos. Sin embargo, hay datos científicos tempranos, a nivel del laboratorio, pero sin evidencia clínica controlada, que sugieren que algunos ingredientes actúan como anti-inflamatorios.

Igualmente, por su efecto psicotrópico, de euforia o por el efecto placebo, muchas personas reportan alivio a sus dolores crónicos. Se requiere un  trabajo exhaustivo y cuidadoso para extraer los ingredientes terapéuticos, purificarlos y estudiarlos más extensamente con el debido enfoque a los síntomas para los que se desea aplicar su uso. Y lo que es más urgente, se necesita data confiable de sus efectos adversos para evaluar su balance riesgo-beneficio en áreas de la salud.

Pero no todo es negativo y la otra cara de la moneda es que sí hay algunos estudios que han derivado en la debida aprobación de unas pocas medicinas con ingredientes puros de la cannabis, con efecto terapéutico pero cuyo conocimiento esta velado en beneficio del potencial económico de las siembras a gran escala de la planta cruda.

Los únicos derivados naturales de Cannabis sativa mejor estudiados y ya aprobados en EE. UU. por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA por sus siglas en inglés) son para tratar casos raros de epilepsia en pediatría (Esclerosis Tuberosa compleja, Síndrome de Lennox-Gastaut y Síndrome de Dravet) y también aprobado en Europa. Y en adultos, se han aprobado derivados sintéticos, c sustancias psicoactivas para las náuseas por quimioterapia y la anorexia en pacientes con SIDA (Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida). En Canadá, y no en EEUU.

Teniendo entonces, algunos productos debidamente autorizados, con claras indicaciones de salud y un adecuado control de calidad, será muy decisivo el futuro análisis y monitoreo de esta nueva área terapéutica. La cannabis, la panacea del momento podría beneficiar a pacientes con ciertas enfermedades de difícil control, pero se debe garantizar la protección de la salud y el desarrollo cognitivo de nuestra juventud.

Por: Dra. Marta Illueca