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Después de una dura semana de trabajo, nada mejor que arrancar el fin de semana con el “viernes cultural”, esa reunión de amigos en las esquinas del barrio presagiando ya el descanso y la fiesta. Esta sección pretende hacer eso, arrancar nuestro fin de semana desde esta esquina virtual con cuentos y poemas de autores panameños para que los conozcan y los disfruten. Así que, ¡feliz fin de semana!, con sabor a literatura panameña de la buena.

Pedro Crenes Castro, coordinador del Viernes Cultural: Literatura Panameña [email protected]
Diseño: Carlos García Ponte

Carta a mamá, cuento de Isabel Burgos

Isabel Burgos


Isabel Burgos (Panamá, 1970), es dramaturga, actriz y cuentista. Ha ganado dos veces el Premio Nacional de Literatura Ricardo Miró en la categoría de Teatro. Ha publicado Letras minúsculas y Segunda persona. También un libro de poesía, Las letras de tu nombre. Su ágil manejo de las imágenes y la concisión, hacen de su narrativa breve un intenso itinerario hacia una mirada interior muy enriquecedora.

Carta a mamá

De: Mayte Morris

Para: María Gabriela Morris (Mamá)

Asunto: Urgente – Necesito hablarte, mamita

Mamá:

Te escribo este correo confiando en que te conectes esta noche y lo leas a tiempo. Sé que no te llamo muy seguido, pero necesito hablar con alguien. Perdóname, porfa.

Mamita, ¿recuerdas cuando era niña y lo único que quería era jugar al teatro? ¿Recuerdas cómo sentaba a mis muñecas para que fueran mi público y te hacía iluminarme con dos linternas? En ese momento el teatro era solo una ilusión, porque yo quería ser actriz, pero no sabía lo que eso significaba. Tanto esfuerzo, mamá, tanto estudio, tanto arrastrarme por los pisos sucios de la facultad, tantos extras que he tenido que hacer, para que al fin, al fin, mamita, me dieran mi gran oportunidad.

Y justo ahora que las cosas parecían marchar bien, sucede esto.

Durante los ensayos todo fue miel sobre hojuelas, el director es un señor muy serio y muy estricto, pero es un maestro y he aprendido muchísimo. Mis compañeros de elenco son espectaculares y Charlotte, la maquillista, me ha tomado bajo su protección.

La obra estaba corriendo muy bien, el vestuario es hermoso mamita, ojalá pudieras verme en esos trajes de época con engañadora y peluca. Me transformo, soy otra, mamá, lo que siempre soñé. Estaba total y completamente feliz. Hasta que entramos al teatro

Vas a creer que estoy loca. Pero lo que te estoy contando es la verdad y tú sabes que yo no miento. El primer día que ensayamos en el teatro fue raro, porque estábamos acostumbrándonos al espacio. Cuando terminamos ya era tarde, y todos, más experimentados que yo, tomaron sus cosas y se fueron rápido. Mamá, no me vas a creer, pero me quedé encerrada en el edificio.

Cuando salí de mi camerino, todo estaba oscuro y silencioso. Los teatros son lugares extraños. Hay ruiditos, hay cosas que cuelgan, protuberancias en el piso, en fin, casi no podía moverme entre la oscuridad, el miedo y los obstáculos. Ahí fue donde vi donde la vi por primera vez. Fue solo una impresión, o una sensación, no sé bien cómo describirlo.

Sentí que alguien pasó detrás de mí. Más bien oí que alguien pasó detrás de mí. Sí, escuché claramente el sonido que provoca la seda al rozar los alambres de las engañadoras. Lo reconozco perfectamente, porque es el sonido que hace mi traje.

Se me erizó la piel, pero deseché pronto el pensamiento, primero porque era absurdo y segundo porque estaba tratando de no entrar en pánico y quería conservar la cordura. Llamé por celular al director de escena, que me prometió venir lo más pronto posible y se disculpó por no haber comprobado que el teatro estuviera vacío antes de cerrar. Aquel día la cosa no pasó a mayores.

Pero a partir de ese momento empecé a verla. Si estaba esperando mi turno para entrar a escena, veía con el rabito del ojo algo pasar tras de mí. O al quitarme el maquillaje en el baño del camerino, si levantaba la vista del lavabo y me miraba en el espejo, veía en el reflejo, un celaje, algo que pasaba rápido. Charlotte trató de darme confianza, diciéndome que cualquier teatro que se respete tiene su fantasma y que solo los actores con mucha sensibilidad podían verlo.

Pero, mamita, anoche, la noche del ensayo general, la vi de espaldas. Claramente. No huyó ni se escondió. Se quedó de pie, en la trasescena. Su traje era igual al mío, de seda color melocotón. Los rizos de su peluca caían rubios sobre su espalda. Era igual a mí, mamita, igual a mí. Dicen que morirse en escena da mala suerte. ¿Será ese mi fantasma?

De: Roberto Morris

Para: Robertito Morris

Asunto: FWD: Urgente-Necesito hablarte Mamita

Tito, tu mamá está en cama desde que algún imbécil le envió esto ayer. Por favor, fíjate si alguno de tus amigos cibernéticos puede encontrar de qué computadora salió este mail. Y a ver si vienes a ver a tu mamá un rato. Desde que tu hermana murió no puede dormir por las noches. Y ahora esto.

Papá.

Tomado de Segunda persona

Coordinador del Viernes Cultural Literatura Panameña:
Pedro Crenes Castro

[email protected]
(Panamá, 1972), es escritor. Columnista y colaborador en varios medios panameños y españoles. Ha ganado dos veces el premio Nacional de Literatura Ricardo Miró de Panamá y dicta talleres literarios. Vive en España desde el año 1990.