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Por: María Mercedes Armas (Psicóloga)

La licenciada María Mercedes Armas Barrios es psicóloga egresada de la Universidad Central de Venezuela. Es integrante del Observatorio Venezolano de los DDHH de las Mujeres y del Centro de Investigación Social Formación y Estudios de la Mujer.
@psico.mm.armas
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Esta publicación es un alerta: Cuando queremos ver cambios en la conducta de nuestros niños necesitamos entender que los que tenemos que cambiar somos nosotros como padres, madres y cuidadores.

Venimos conversando sobre la comprensión de los comportamientos inadecuados en los niños, niñas y adolescentes y cómo podemos lograr cambios positivos y significativos en su conducta. Pretender cambios en este sentido, sin comprender el origen de dichos comportamientos, es inútil; para ello en muchas ocasiones se recurre al castigo, sin embargo esto tiene efectos contraproducentes y muy negativos a la larga.

Como padres, madres y cuidadores, debemos reconocer que no somos perfectos,  necesitamos revisarnos y  hacer la reflexión de cuáles son los objetivos  que persiguen dichas conductas para así poder incidir de manera efectiva y positiva, sin causar daños y fortaleciendo la dinámica familiar.

En la publicación anterior  hablamos acerca de los objetivos de la búsqueda de atención y poder. Ahora trataremos el tercer objetivo: la revancha o venganza. Recapitulando tenemos que podemos aprender a diferenciar cada objetivo al observar las creencias erróneas que tiene el niño; las emociones que sentimos como padres/madres ante su comportamiento; las reacciones que tenemos para intentar corregir el comportamiento y las reacciones del niño/a ante los intentos de corrección.

“Sólo pertenezco cuando hiero a otros como me hieren a mí. No puedo ser amado”.

Esta es la creencia errónea del niño que maneja un sentimiento de revancha o venganza hacia sus padres; debido a que se siente profundamente herido y quiere desquitarse. Recordemos que estas creencias no son conscientes; ellas surgen como resultado de patrones de crianza muy negativos con abuso, maltrato, ausencia de apoyo y amor hacia el niño; que va acumulando dolor, impotencia y resentimiento.

Esto comienza a drenarlo a través de conductas que producen algún daño a objetos, animales o personas; bien sea verbal o físicamente. Por ejemplo: dañar un objeto de valor para los padres, ser muy descuidado con sus cosas generando pérdidas materiales, maltratar mascotas o a sus hermanitos o compañeros del colegio y,  además,  pareciera que no le importa y así lo expresa cuando es regañado o reclamado por algo.

Las reacciones comunes de los padres son sentirse heridos y sentir deseo de desquitarse del niño, por lo cual se crea un círculo vicioso, en el cual el niño es aún más maltratado y acumula más resentimiento. Es importante destacar que cuando hablo de maltrato ni siquiera me estoy refiriendo a maltratos extremos, sino a conductas cotidianas que se van normalizando, como por ejemplo: no expresarle amor a los niños, ignorar sus necesidades o exigirle posponerlas de manera exagerada; centrarse en sus fallas y errores, manejando un discurso de constante reclamo y regaño; expresiones verbales ofensivas y que van lastimando su autoestima; hasta llegar al maltrato físico como golpes, empujones, correazos, cachetadas, haladas de cabello. Ante todas estas respuestas el niño resentido y revanchista intensifica el comportamiento inadecuado mediante más revancha o escoge otras armas.

Este cuadro es bastante desalentador y triste, donde la parte más vulnerable la tiene el menor. Es necesario ayudar al niño a salir de él para evitar efectos perdurables a nivel emocional y recuperar la relación con sus padres. Lamentablemente muchos padres, madres y cuidadores no reconocen su responsabilidad ante esto y le echan toda la culpa al niño, sin entender que su comportamiento es una respuesta a la crianza tan negativa que han recibido.

Las alternativas positivas para los padres/madres:

Para aquellos padres/madres que toman conciencia de esto y están dispuestos a hacer cambios, les doy las siguientes recomendaciones:

  • Evite sentirse herido.
  • Evite el castigo, la revancha y el desquite.
  • Construya relaciones sinceras basadas en la confianza.
  • Convenza al niño/a de que Ud. lo ama.

Para cerrar, considero necesario hacer un llamado de atención sobre la importancia de identificar y aplicar, cuanto antes,  soluciones a este tipo de situaciones que son riesgosas para la salud tanto emocional como mental.

Convencer al niño/a de que Ud. lo ama incondicionalmente es, quizás, lo más difícil, porque a estas alturas de la relación no se siente amado ni aceptado como es, se siente dolido, herido y su defensa es creer que ya no le importa.

Básicamente la solución a este nivel de complicación en la conducta  es la demostración de amor aplicado con límites firmes. Si Ud. reconoce que está manejando una situación como la descrita, le recomendaría revisarse profundamente y buscar ayuda profesional a la brevedad posible para evitar que el deterioro de la relación parental y el patrón de comportamiento inadecuado sigan avanzando.

Por: María Mercedes Armas (Psicóloga)