Por: Dra. Karen Courville, FACP, SNI
La Dra. Karen Courville es egresada de la Facultad de Medicina de la Universidad de Panamá. Realizó estudios en Medicina Interna y Nefrología en el Complejo Hospitalario Dr. Arnulfo A. Madrid. Tiene un Fellow en Investigación Renal del Instituto Mario Negri en Bérgamo, Italia. Investigadora del Instituto de Ciencias Médicas de Las Tablas, es presidenta de la Sociedad Panameña de Nefrología e Hipertensión. Miembro del Sistema Nacional de Investigación (SNI)
Los virus y las bacterias tienen un tamaño microscópico, están en casi todas las superficies y son la causa de muchas infecciones. Pero no son iguales y no causan las mismas enfermedades, por ende, no se tratan igual. Prevenir es una tarea fundamental para evitar sus consecuencias en nuestra salud.
¿Qué son las bacterias?
Las bacterias son organismos unicelulares que obtienen sus nutrientes del ambiente en el que viven y pueden encontrarse tanto en el exterior y como en el interior del cuerpo humano. La mayoría de las bacterias no causan daño y algunas hasta son beneficiosas, como, por ejemplo, contribuyen al buen funcionamiento del sistema digestivo, ayudando a procesar y obtener los nutrientes de los alimentos e impidiendo que entren bacterias nocivas en su interior. Algunos tipos de bacterias son utilizados para fabricar medicamentos o vacunas que salvan vidas.
Otras son patogénicas y pueden causar enfermedades infecciosas, como las caries y abscesos dentales, las infecciones del tracto urinario, de oído, de la faringe, neumonía o meningitis. Las personas pueden entrar en contacto con bacterias procedentes de otras personas, de los alimentos, del ambiente y de las mascotas.
¿Qué son los virus?
Los virus son más pequeños que las bacterias. No son células completas: sólo son material genético empaquetado dentro de una cubierta de proteína que necesitan otras estructuras celulares para reproducirse, lo que significa que no pueden sobrevivir por sí solos y necesitan un huésped u organismo vivo como humanos, plantas o animales.
Algunos virus pueden matar bacterias o combatir virus más mortales y se les conoce como bacteriófagos. Pueden encontrarse en la membrana mucosa que reviste los aparatos digestivos, respiratorios y reproductivos, y se alimentan exclusivamente de bacterias. Otros virus, una vez que se introducen en el cuerpo de una persona, proliferan rápidamente y pueden enfermarla. Causan algunas enfermedades de poca importancia, como el resfriado común, y otras graves, como la viruela o el SIDA, provocado por el virus de inmunodeficiencia humana (VIH).
Con el tiempo los virus pueden “mutar” o cambiar su material genético o estructura de su genoma viral ubicado en el interior de la partícula que puede ser ADN (ácido desoxirribonucleico) o ARN (ácido ribonucleico) sin que esto necesariamente signifique que sea más agresivo. Además, los virus también presentan un alto poder de contagio, llegando a provocar pandemias, como sucedió con la enfermedad COVID-19.
¿Cómo podemos prevenir las infecciones?
Para prevenir infecciones es importante seguir algunos consejos:
- Lavarse las manos con agua y jabón.
- Siempre lavar los alimentos que se van a ingerir, como las frutas y verduras.
- Mantén buenos hábitos de limpieza en casa, sobre todo en los baños y la cocina.
- Evite tocarse la cara con las manos y procure cubrirse la boca al toser y estornudar con el codo, además de usar un cubreboca si se mantiene en un lugar poco ventilado.
- Tenga cuidado con las bacterias que las mascotas pueden llevar al lugar donde vives o dejar en las manos, es importante mantener sus vacunas y dosis antiparasitarias al día y lavarse las manos frecuentemente.
- Tome medidas para prevenir las infecciones de trasmisión sexual.
- Evite estar con personas enfermas o con otras personas si está enfermo: recuerde que debemos cuidar a los pacientes con sistemas inmunes debilitados.
- No tome antibióticos si no son necesarios, puede acabar con bacterias amigas que ayudan en la digestión intestinal.
- Las vacunas nos protegen de las infecciones virales y bacterianas, es importante mantener al día las vacunas sobre todo en niños y adultos mayores.
- Usar el antibiótico o el antiviral indicado según sea el caso, por el tiempo indicado. Esto evitará la creación de resistencia por los virus o bacterias.
¿Cómo les damos tratamiento?
Bacterias
Para conocer qué tipo de infección tiene el paciente, se requiere una buena historia clínica y un hemograma para evaluar los glóbulos blancos y ver el diferencial, para entender qué glóbulos blancos aparecen para defendernos, si los asociados a un cuadro bacteriano (neutrófilos) o viral (linfocitos, monocitos).
Una vez identificamos que el proceso de infección es por una bacteria, debemos prescribir antibióticos. Es importante dar el antibiótico adecuado por el tiempo recomendado, a la dosis recomendada. Así aseguraremos la resolución del proceso y disminuiremos el riesgo de resistencia y efectos secundarios.
Las bacterias disponen de medios genéticos naturales para evitar ser eliminados por los antibióticos. Las bacterias que permanecen vivas y activas después de ser tratadas con antibióticos se conocen como bacterias resistentes a los antibióticos. Si las bacterias que causan enfermedades se vuelven resistentes a los antibióticos, el tratamiento de las enfermedades se puede dificultar en el futuro.
La resistencia a los antibióticos puede significar que las personas estén enfermas durante más tiempo. Algunas personas podrían incluso morir a causa de infecciones que solían tratarse fácilmente en el pasado. Hay personas que pueden depender de los antibióticos más que otras, debido a que su sistema de defensa es débil, como los pacientes que padecen de enfermedades crónicas, pacientes en diálisis, los diabéticos; los pacientes con trasplante de órganos y los pacientes que reciben tratamiento contra el cáncer.
Virus
Si la historia clínica y el examen de sangre nos indican que estamos ante un cuadro viral, debemos evaluar qué tipo de infección tiene el paciente. Si el paciente tiene un cuadro de resfriado leve, usualmente se manejarán los síntomas, como la fiebre, la congestión nasal, tos, estornudos y malestar general con medicamentos dirigidos a los síntomas hasta que nuestro sistema inmune logre erradicar la infección y crear anticuerpos.
Si estamos en temporada de influenza al inicio de las lluvias, por ejemplo, se utilizan medicamentos conocidos como antivirales. En general, estos medicamentos impiden que el virus haga copias de sí mismo, o que el virus entre en una célula o salga de ella.
Muchos antivirales se elaboran para atacar al virus y no a la célula huésped. Por este motivo, los medicamentos antivirales suelen necesitar que el sistema inmunitario de la persona ayude a eliminar la infección y tienen una indicación de uso según los días de inicio de infección. No todos los virus tienen un antiviral, debido a que no se han podido elaborar.
Los virus tienen una capacidad natural para escapar al control de los medicamentos antivirales. Pero esta resistencia es más probable en personas con respuestas inmunitarias debilitadas, como los pacientes con trasplante de órganos, cáncer o enfermedad renal crónica, lo que permite al virus copiarse a sí mismo con más frecuencia y durante más tiempo. Esto aumenta la probabilidad de que desarrolle resistencia o la infección sea más severa.
Por: Dra. Karen Courville, FACP, SNI