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Cortesía: VOA

Hisvet Fernández

Hisvet Fernández es psicóloga social, feminista, activista de los DDHH de las Mujeres y los Derechos Sexuales y Reproductivos, directora del Centro de Capacitación para la Vida (Cecavid). Integrante de la Alianza Salud Para Todas. Coordinadora del Observatorio Venezolano de los Derechos Humanos de las Mujeres, núcleo Lara. 
@psicosexualhisvetf 
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@psicohisvetfernandez

Es necesario recordar el origen y razón de esta fecha. A finales del invierno de 1857 las jornadas laborales eran de más de 12 horas a cambio de salarios miserable.

Las obreras de una fábrica textil en Nueva York, salieron a reclamar por sus derechos laborales un 8 de marzo y fueron atacadas y reprimidas por la policía. Medio siglo más tarde, en marzo de 1908, 15.000 obreras marcharon por la misma ciudad de Nueva York al grito de ¡Pan y Rosas!, como consigna por sus demandas de aumento de salario y mejores condiciones de vida.

Luego en 1909– también en marzo – más de 140 mujeres jóvenes obreras, murieron calcinadas en la fábrica textil donde trabajaban encerradas en condiciones inhumanas.                      

Con estos antecedentes en 1910, durante un Congreso Internacional de Mujeres Socialistas, la alemana Clara Zetkin propuso que se estableciera el 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, en homenaje a aquellas que llevaron adelante las primeras acciones de mujeres trabajadoras organizadas contra la explotación del sistema económico-social, en el que aún vivimos.

Siete años más tarde, cuando se conmemoraba este día de las Mujeres en Rusia en 1917, las obreras textiles tomaron las calles reclamando Pan, paz y libertad, marcando así el inicio de la más grande revolución del siglo XX, que desembocara en la toma del poder por la clase obrera, en el mes de octubre del mismo año. Hecho histórico que ha sido burlado y traicionado en el tiempo.

Es por esta razón que en el marco del 8 de Marzo Día Internacional de las Mujeres Trabajadoras, es importante reivindicar el contenido político de esta fecha histórica, para la lucha de las Mujeres por sus Derechos y por el reconocimiento de su condición de trabajadoras, de triple jornada, y de ciudadanas de derechos.

Es obligatorio para las mujeres, y para las mujeres feministas en particular, convertir hoy nuestra lucha como Mujeres en un grito de Rebeldía Compartida, contra la Violación de los Derechos Humanos de las mujeres en el mundo, aún en pleno siglo XXI.

Si hacemos un balance de la situación de las mujeres, por ejemplo en Venezuela, nos encontramos, impactos sobre ellas derivados de la grave crisis humanitaria compleja, de derechos humanos y de la democracia que atraviesa el país: la precariedad de la vida, con salarios de hambre que no cubren ni siquiera la canasta alimentaria, feminización de la pobreza, aumento de la mortalidad materna y las complicaciones obstétricas, cifras altas del embarazo adolescente y de enfermedades de transmisión sexual (sífilis congénita y VIH), abortos inseguros asociados a embarazos no deseados, hospitales colapsados, escasez de anticonceptivos y medicamentos o con precios elevados, graves problemas en el sistema educativo, en los servicios de agua, luz, internet, transporte, pensiones y jubilaciones miserables, genera naturalmente incremento, de manera alarmante de la pobreza y de la pobreza extrema, esclavitud sexual, feminicidios y otras manifestaciones de violencia de género contra las mujeres en el ámbito privado y público, así como numerosos obstáculos para el acceso a la justicia: económica, social y política.  

Esta situación de deterioro de las condiciones de vida afecta diferencialmente a las mujeres, ya que sobre ellas recaen la mayoría de las responsabilidades para mantener y cuidar de la vida y esta precariedad las hace vulnerables.

Se incrementa también en consecuencia, la migración forzada y con esto sube la incidencia de la trata, el tráfico y la prostitución de mujeres, niñas y adolescentes y los delitos de violencias de todo tipo y en particular las violencias sexuales contra las mujeres que se han visto incrementadas en los diferentes espacios por donde circula la vida de las Mujeres.

Las mujeres venezolanas organizadas, en este 8M tratan de dar respuesta a esta grave situación que las mantiene en modo sobrevivencia y han estado en las calles, con diferentes actividades para expresar su malestar y exigir el respeto de los Derechos Humanos de las Mujeres y como trabajadoras exigir aumento salarial y de pensiones con referencia a la canasta básica y de alimentos.  

Hoy alzan sus voces contra la Violación de los Derechos Humanos en Venezuela y en el mundo ya que están conscientes que sin Democracia, sin Justicia, sin Progreso, sin Paz Verdadera y con Impunidad no avanzaremos en nuestras justas reivindicaciones como Mujeres trabajadoras.

Para esta fecha 8M-2022, 112 años después, las Mujeres siguen luchando por mejorar sus condiciones de vida y de la población en general, para no seguir siendo vulnerables y objetivo de todos los tipos de violencias.