“Usted (que concurre a la opción de leer estas líneas dedicadas a invocar pensamientos sobre lo abominable); yo (que las escribo con la garganta resquebrajada, ese silencio que proviene de entender, de cuánto horror somos capaces los hombres y las mujeres), y tantos otros ciudadanos del mundo (a quienes une la comprensión de que el campo de exterminio es el lugar de la repulsa plena de lo humano); insisto: todos nosotros hemos de reconocer una deuda moral con los sobrevivientes”
Por: Nelson Rivera, director del Papel Literario
Amigos lectores:
I
El 22 de enero de 2005 -se cumplían 60 años de la liberación de Auschwitz-, publiqué por primera vez en el Papel Literario un dossier sobre El Holocausto. Venía con textos de Marianne Kohn Beker, Reyes Mate, Antonio Sánchez García, una jovencísima Karina Sáinz Borgo, Manuel Felipe Sierra y Alicia Freilich. Desde aquella primera entrega, años tras año, el 27 de enero o en fecha próxima, he cumplido con el que siento como una causa de esta publicación: recordar a las víctimas del Holocausto. Pasó, además, que meses más tarde, en noviembre de 2005, la UNESCO proclamó el 27 de enero como Día Internacional en Memoria de las Víctimas del Holocausto.
II.
A lo largo de los años, además de mis notas, he publicado textos de Harry Almela (1953-2017), Andreína Guenni Bravo, Ana Nuño, Diajanida Hernández, Virginia Riquelme, Jacqueline Goldberg, Erika Roosen, Miguel Ángel Campos, Marina Gasparini Lagrange, Álvaro Benavides La Grecca, Atanasio Alegre (1930-2019), Isaac Nahón Serfaty, David de los Reyes, Cesia Hirshbein y Samuel Rotter Bechar (ojalá que no se me haya escapado nadie de este recuento).
III.
En noviembre decidí organizar un dossier que tuviese a los campos de exterminio como eje. Así, emprendí la lectura del enorme y creo que insuperable tratado de Nikolaus Wachsmann, Historia de los campos de concentración nazis, traducido al español en 2015. Pero me faltó tiempo para escribir, con el sosiego y concentración que el libro exige, un comentario que fuese útil para los lectores.
IV.
Así, armé un dossier que combina textos escritos recientemente, con otros publicados en las ediciones de estos veinte años, pero ahora corregidos, ampliados y, en un caso, el dedicado a Marguerite Duras (1914-1996) & Robert Antelme (1917-1990), reestructurado con respecto a su versión original. En él recorro la sólida biografía que Laure Adler dedicó a Duras, antes de llegar a mi asunto: el momento en que el excepcional Robert Antelme regresa con vida del campo de Buchenwald: un montón de huesos, irreconocible y sin poder sostenerse, salvada su vida por una arriesgada e insólita operación de rescate dirigida por Francois Mitterrand. De todo aquello surgió uno de los libros que más aprecio de la literatura testimonial de los campos de concentración: La especie humana.
V.
Escribí sobre David Rousset (1912-1997), político y periodista – amigo de Antelme-, autor de un ensayo breve y poderoso, El universo concentracionario. Se había formado en la izquierda, logró sobrevivir, y con la vida recién recuperada, entendió que no podía guardar silencio sobre el sistema de campos de los comunistas. Y se puso en campaña. Los comunistas y sus voceros -entre ellos Sartre-, se abalanzaron contra Rousset, que no se amilanó. Se batió en la opinión pública y en los tribunales. Y ganó. Más adelante sería diputado a la Asamblea Nacional de Francia.
VI.
Incluí notas sobre dos españoles sobrevivientes, Jorge Semprún (1923-2011), político, narrador, guionista, autor de singulares libros de memorias, ex ministro de cultura durante un gobierno de Felipe González; y sobre Mariano Constante (1920-2010), combatiente republicano. Tenía 21 años cuando ingresó en Mauthausen. Escapa a mi comprensión cómo alcanzó a vivir después de los atroces castigos a los que fue sometido. Comento Los años rojos, uno de sus seis o siete hirientes libros de memorias publicados.
VII.
También escribí una breve presentación del que debe ser el estudio pionero sobre el sistema de campos nazis, de Eugen Kogon (1903-1987). Periodista, sociólogo y activista católico, líder opositor al nazismo. En 1939 lo llevaron a Buchenwald. Cuando las tropas estadounidenses liberaron ese campo, las unidades de Inteligencia tenían el encargo de encontrar a Kogon. Ni siquiera pudo volver de inmediato junto a su familia. Lo trasladaron a Francia, donde se encerró a escribir las 120 páginas de un informe para los Aliados sobre el funcionamiento de los campos. El informe sería la columna vertebral de El Estado de las SS que publicó dos años después. Observación, orden y taxonomía durante 24 capítulos. Pero ocurre que, dejando atrás, rompiendo con la compostura del sociólogo, Kogon elabora una rotunda interpelación a sus compatriotas alemanes en el capítulo 25, el final del libro: ¿Cómo fue posible que no hubiese una reacción ante la atrocidad de lo ocurría? Hoy reproducimos un fragmento del capítulo 25.
VIII.
El artículo de Reyes Mate sobre Shoá -película de Claude Lanzmann-, está tomado de Por los campos de exterminio, colección de ensayos publicada en 2003. Lectura esclarecedora para quien ha visto la película, también para quien se dispone a verla. Invito: que a nadie desanime su duración (9 horas y media). Está disponible en YouTube. Y se puede ver por partes, de acuerdo al tiempo de cada quien, sin que pierda nada de su entidad fundamental. Hay que verla y hacerse cargo de esos relatos y de su inagotable significación.
IX.
Lo otro que reproduje en este PDF es un texto que Varlan Shalámov (1907-1982) dejó inconcluso al momento de su fallecimiento -estuvo internado dos veces en el GULAG-. Se llama Qué he visto y qué he comprendido en los campos. Está organizado en 46 frases. Dice el número 1: “He comprendido la extraordinaria fragilidad de la cultura humana, de su civilización. El hombre se convierte en una alimaña en tres semanas: si soporta un trabajo duro, el frío, el hambre y las palizas”. Shalámov es el autor de esa obra literaria-documental irremplazable que constituyen los cinco volúmenes de Los relatos de Kolimá.
X.
Les cuento de las cuatro columnas que ocupan la página 10:
–Mirla Alcibíades arranca con su columna Miradas sobre el continente. Su primera entrega la dedica al escritor y diplomático colombiano José María Torres Caicedo (1830-1889): “Torres Caicedo era bogotano. A los treinta años se establece en París. Para nosotros los venezolanos, este hombre porta enorme significación, por cuanto desde 1859 hasta 1864 fue el encargado de negocios de Venezuela en Francia. Por esa circunstancia, tenía audiencia entre nosotros. De manera que cuando llegó a Caracas el primer volumen de su poesía en 1863, el escritor local Miguel Carmona recordaba que cuando él estuvo en el París de 1857, Torres Caicedo hablaba de «Nuestra América» como sinónimo de Latinoamérica/América Latina”.
-La entrega de Tahía Rivero (La forma elusiva) se titula “Una educación sentimental”. Cuando habla del Instituto Armando Reverón, escribe: “Aun cuando vivimos en un espacio global, conectados digitalmente y con acceso a la inteligencia artificial, los métodos de enseñanza y aprendizaje siguen siendo básicamente iguales desde siglos atrás. En contraposición, la diferencia y el éxito alcanzados por el IUESAPAR fueron significativos, un salto sólido hacia una experiencia capaz de articular talleres prácticos a la par del conocimiento teórico”.
-“El evento tuvo lugar en las afueras de Madrid, en Casa de Campo, el 12 de febrero de 1855, por la mañana. Un frío gélido y los nervios inmovilizaban las extremidades de un joven insensato; está cumpliendo con un compromiso ineludible: duelo con pistola ante un adversario experto. Este joven insensato, de veintiún años, es Pedro Antonio de Alarcón, uno de esos escritores cuya obra terminó siendo la transición meridiana entre romanticismo y realismo. El oponente es un venezolano, descendiente del poeta Francisco de Quevedo, escritor y poeta, cercano a Zorrilla y, sobre todo, a la reina Isabel II. Su nombre: José Heriberto García de Quevedo”: a esto va la primera entrega de la columna de Juan Pablo Gómez Cova, cuyo nombre es El paso errante.
-Titulé El cuarteto de las miniaturas mi nota –Récipe para golosos- cuyo primer párrafo dice: “Llamo el cuarteto de las miniaturas a la tertulia integrada por Susana Benko, Rafael Castillo Zapata, Álvaro Mata y Humberto Ortiz, lectores e investigadores, autores, profesionales del hacer cultural, activos e informados profesores, cosmopolitas a punto siempre de una buena conversación. Son los conductores de Un minuto con las artes, emprendimiento de divulgación cultural que, entre sus buenos oficios, ha producido micros radiales que tienen como desafío decir bien y con juiciosa claridad, bajo el apremio del tiempo: en solo un minuto”. Y sigo para comentar las 120 miniaturas que contiene el volumen, cuidadas piezas, a razón de 30 por autor”.
XI.
Ojalá hayan tenido la paciencia de acompañarme hasta aquí.
Todo lo mejor.
Nelson Rivera.