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Fotos: Francisco "Larry" Camacho
Alirio Díaz cumplió sus sueños; burló las orientaciones absolutas de su maestro Cecilio sobre la determinación de ser un gran guitarrita –de excepción, lo fue- y logró ser periodista como articulista, historiador y escritor

Por: Carlos Giménez Lizarzado Fotos: Francisco «Larry» Camacho

El autor es historiador y editor [email protected]

“A los 16 años ya había escrito la historia de La Candelaria (…) escrita a mano con letra de molde. Me movía un gran deseo de saber, de averiguar lo que había sucedido en mi aldea (…)”; así, lo confiesa Alirio Díaz a Milagros Socorro (“Alirio Díaz un asunto de pulsaciones”, Revista Bigott/ numero 46, julio-agosto-septiembre, 1998); el joven,  además  de cumplir las labores domésticas y del trabajo rural, disfrutaba de las fiestas patronales de su pueblo, entraba en contacto con los músicos populares y observaba con deleite los bailes de la cultura campesina, con su padrino Tita Verde ejercitaba la guitarra y cuanto instrumento musical pasaba por sus manos; del abuelo materno heredó el libro Método de Guitarra de Fernando Carrulli.

Leía la Divina Comedia de Dante y al Marqués de Santanilla; en sus vueltas a Carora a unos treintas kilómetro de camino se trae además de los encargos familiares, la espiritualidad de la ciudad que, en los años 40 del siglo XX gozaba de un ambiente literario y cultural motivado por los periódicos locales; en esta misma entrevista dada a Milagros Socorro, dejar ver su atracción e interés por la urbe del río Morere iluminada por el magisterio de Ramón Pompilio Oropeza, y en la que  respiran los aires de la incipiente democracia, permitiendo el auge de la organizaciones políticas, culturales y gremiales, y con ello el   periodismo se reafirma como medio cultural y educativo;  es la época de  Cecilio Zubillaga Perera y de los periódicos  creados por  José Herrera Oropeza(1885-1936).

Buscando su progreso personal resuelve permanecer en Carora hacia 1939, esta decisión no solo le permite ingresar a la Escuela Montesinos para alcanzar el sexto grado; ocurre el encuentro maravilloso de quien será su dupla musical, Rodrigo Riera, apenas con un mes y once días de diferencia en el año de sus nacimientos van a convertirse en una referencia universal por la música y la guitarra, (sobre estas vidas paralelas y conectadas puede verse: Páez Ávila, Juan: Dos Guitarra de Carora y del Mundo, Segunda edición,  Barquisimeto, Dirección de Cultura, UCLA, 2002).

Otra circunstancia extraordinaria, es el encuentro con el gran inductor intelectual y cultural, Cecilio Zubillaga Perera; “Don Cecilio decretó mi destino” es la revelación dada a la periodista y escritora Milagros Socorro.

“Me recomendó irme a Trujillo para prepararme con Laudelino Mejías. Yo le había dicho que quería estudiar humanidades, pero él me dijo: No hagas eso, tu eres guitarrista… Dedícate a tu guitarra, porque ese va a ser tu futuro” (Alirio Díaz “Me habría gustado ser periodista o literato”, en El Impulso, Barquisimeto, 8 de julio de 2001, pág. D-9). Esta nueva mudanza también será definitiva en su horizonte musical ya iniciado en su aldea natal fortalecido con su vocación de lector.

Su estadía en Trujillo le permite ingresar a una banda local de la mano del autor de Conticinio, pero además de aprender el saxofón y clarinete, aprende el inglés, idioma para abrir las puertas en Caracas y en el exterior.  

Si con Laudelino Mejías reafirma la vocación musical, con Luis Beltrán Guerrero reafirma su otra gran vocación: la escritura de la historia y el amor por las letras y por los libros. En tierras trujillanas, Beltrán Guerrero no solo ejercía la docencia en el campo del derecho o responsabilidades en la administración pública; también motivó tertulias literarias reflejadas en el semanario Presente, figuras como Arturo Cardozo, Víctor Valera y Ramón González Paredes, entre otros motivaban conversaciones sobre las artes, la literatura y la historia, en este ambiente Alirio Díaz, termina por consolidar su pasión por las humanidades.  

La revista Cultura Universitaria editada por la UCV, y los periódicos, El Nacional de Caracas y El Diario de Carora les servirán de medio para dar a conocer las reflexiones de sus investigaciones históricas musicales; así encontramos entre 1966 y 1980, las siguientes publicaciones: “Pesquisa histórica sobre El Diablo Suelto”, “Sobre la Marisela de Sebastián Díaz Peña” “El primer estudiosos de nuestros cantos populares” (se refiere a la contribución de Adolfo Ernst), “Nuestra música tradicional en Peonía” Nuestra música popular en las memorias de un oficial británico” Fastos del bandolín y la bandola”, Fastos de la serenata caroreña”, Antonio Lauro sesenta años de una vida musical total”, Ensayos sobre el arte en Venezuela de Ramón de la Plaza aspectos positivos de esta obra”, “La música popular larense”; gran parte de estas publicaciones aparecen editadas en la obra: Alirio Díaz: Ensayos sobre la música venezolana. Música en la vida y lucha del pueblo venezolano. Primera edición ampliada en Monte Ávila Editores Latinoamericana, Caracas, 2023.

La primera edición de este libro es 1980, con un exordio de Miguel Acosta Saignes, editado por el Instituto Latinoamericano de investigaciones y Estudios Musicales Vicente Emilio Sojo.

Antes en 1971, la Facultad de Humanidades y Educación de la Universidad del Zulia le publica el ensayo:  Vestigios artísticos de los siglos XVI y XVII vivos en nuestras músicas folclórica, trabajo de investigación con el cual obtiene el segundo galardón en un concurso de literatura convocado por la misma Universidad editora.; en 1984, publica Al divisar el Humo de la Aldea Nativa, una especie de autobiografía en donde logra esbozar sus apreciaciones y descubrimientos de la musicalidad rural y urbana desde Carora y el estado Lara.  Estudios de mayor profundidad sobre la obra de Alirio Díaz puede verse en:  Alejandro Bruzual: La Guitarra en Venezuela desde sus orígenes hasta la actualidad, Caracas, Primera edición en español: Banco Central de Venezuela, 2012 y Alirio Díaz Guitarra de tierra profunda, Caracas, Monte Ávila Editores, 2023. 

Del exordio de Miguel Acosta Saignes, quien denominó a nuestro guitarrista descubridor de orígenes, merece la atención el siguiente extracto: “… los intereses intelectuales y nacionalistas de Alirio Díaz van mucho más allá del ámbito musical (…). Realiza descubrimiento de orígenes musicales, correlaciona los fenómenos de la cultura musical con las de otras significaciones sociales; relata biografías de personajes olvidados; se refiere a las características adquiridas en nuestro país por rasgos venidos de otros mundos, contribuye al estudio de la formación mestiza de la cultura nacional”

Alirio Díaz cumplió sus sueños; burló las orientaciones absolutas de su maestro Cecilio sobre la determinación de ser un gran guitarrita –de excepción, lo fue- y logró ser periodista como articulista, historiador y escritor, sin decir, del magisterio y pedagogía de la guitarra en Venezuela y en el concierto universal.  Nos quedó en el tintero Rodrigo Riera, Jesús Soto, Carlos Cruz Diez y Humberto Fernández- Morán, también de centenario por sus natalicios.     

Por: Giménez Lizarzado Fotos: Francisco «Larry» Camacho