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Abordarlas es esencial para mejorar la salud cerebral de las mujeres en el sur global, exhorta el estudio Mejorar la salud cerebral en el sur global desde una perspectiva de sexo y género, el cual se acaba de publicar en Nature mental health

Por: Violeta Villar Liste con información del estudio Mejorar la salud cerebral en el sur global desde una perspectiva de sexo y género

En el estudio se aboga “por incorporar consideraciones de sexo/género en la investigación, la política y la práctica clínica para mejorar las intervenciones de salud cerebral en el sur global”.

Menor nivel educativo, ingresos reducidos, regulación inadecuada del embarazo, mayores responsabilidades de cuidado y acceso limitado a la atención médica, en el sur global, son desafíos que las mujeres enfrentan y se expresan en peor salud mental, más riesgo de deterioro cognitivo y demencia.

A la desigualdad y las brechas se suman las condiciones asociadas al sexo: por ejemplo, el embarazo desencadena trastornos hipertensivos, mientras la edad cerebral “más acelerada que los hombres” o la transición a la menopausia vuelve a la mujer más vulnerable a la enfermedad de Alzheimer (EA).

Otro factor que pone en riesgo la salud mental de las mujeres es el de los roles de género. Algunas culturas normalizan que sea la mujer quien use estufas contaminantes, cargue agua o asuma de manera desproporcionada ciertas tareas domésticas y de cuidado.

Acentúa la realidad de la mujer el desequilibro de poder de género que puede desencadenar el sexo forzado y los embarazos no deseados.

“Abordar estas disparidades generalizadas de género es esencial para mejorar la salud cerebral de las mujeres en el sur global”, exhorta el estudio Mejorar la salud cerebral en el sur global desde una perspectiva de sexo y género, el cual se acaba de publicar en Nature mental health, con autoría, por Panamá, de la Dra. Gabrielle B. Britton, del Centro de Neurociencias del Instituto de Investigaciones Científicas y Servicios de Alta Tecnología (Indicasat AIP).

La Dra. Britton impulsa junto con su grupo la iniciativa de investigación PARI–HD (Panama Aging Research Initiative–Health Disparities)  que estudia el envejecimiento en Panamá y las disparidades en salud.

De igual modo contribuyeron a este estudio, Sandra Báez (Universidad de los Andes, Bogotá, Colombia); Laura Castro-Aldrete, autora correspondiente (Instituto de Salud Cerebral Global (GBHI), Trinity College Dublin, Dublín, Irlanda), Agustín Ibáñez (Instituto de Salud Cerebral Global (GBHI), Trinity College Dublin, Dublín, Irlanda, Instituto Latinoamericano de Salud Cerebral, Universidad Adolfo Ibáñez, Santiago de Chile, Chile y Centro de Neurociencia Cognitiva, Universidad de San Andrés, Buenos Aires, Argentina) y Antonella Santuccione-Chadha, por la Fundación Cerebro de la Mujer, en Basilea, Suiza.

En el estudio se aboga “por incorporar consideraciones de sexo/género en la investigación, la política y la práctica clínica para mejorar las intervenciones de salud cerebral en el sur global”.

Y llama a fomentar “la colaboración internacional y la acción local” en el desarrollo de “estrategias eficaces basadas en evidencia para mejorar la salud cerebral de las mujeres y crear sociedades más justas y equitativas”.

Ver enlace:

https://www.nature.com/articles/s44220-024-00339-6

Sexo biológico y enfermedad

El estudio aborda algunas relaciones entre sexo y ciertas condiciones que afectan el estado de salud.

En el caso del embarazo si bien hay teorías que asocian el dar a luz con signos menos pronunciados de envejecimiento cerebral “múltiples estudios han reportado hallazgos contradictorios y la multiparidad se asocia con un riesgo mayor de demencia”.

“Además, la exposición al estrés experimentado por las madres durante el embarazo puede afectar el desarrollo del cerebro de la descendencia, causando alteraciones en el crecimiento de regiones cerebrales específicas, el plegamiento cortical, el metabolismo, la microestructura y la conectividad funcional”.

Los trastornos hipertensivos del embarazo “que afectan a 12% de los embarazos, tienen la prevalencia más alta en regiones de África y el sudeste asiático” y hay estudios que relacionan este tipo de trastorno con un mayor riesgo de atrofia cerebral y deterioro cognitivo décadas después.

“Las diferencias de sexo también son evidentes en los factores de riesgo de EA y las presentaciones clínicas. Ha habido un debate sobre si estas diferencias se deben a la mayor esperanza de vida de las mujeres, pero la evidencia muestra que el sexo influye en los factores de riesgo y los mecanismos potenciales que pueden causar la Enfermedad”.

De hecho, “dos tercios de las personas que viven con EA son mujeres”.

“La transición a la menopausia, marcada por una disminución de la memoria verbal, reducciones en los volúmenes cerebrales en regiones vulnerables a la enfermedad de Alzheimer  y un aumento de la deposición de amiloide-β, está asociada con estas diferencias sexuales”.

La reducción de estrógeno en las etapas de premenopausia, perimenopausia y posmenopausia pueden conducir a irregularidades metabólicas, “aumentando el riesgo de estrés celular y enfermedad”.

“Además de la EA, otras afecciones de salud cerebral tienen causas, manifestaciones o respuestas a tratamientos que difieren entre sexos”, refleja el estudio.

Los cambios hormonales asociados a la fase premenstrual o perimenopáusica generan más ansiedad y depresión en las mujeres.

El estudio analiza que se pudiera afirmar que los resultados de salud relacionados con el sexo biológico podrían dar lugar más a diferencias que inequidades.

Sin embargo, “reconocemos cómo las normas y desigualdades de género pueden afectar a las mujeres, las personas transgénero y no binarias en el sur global”, precisan.

Lo biológico no ocurre de manera aislada así que llaman a abordar “cómo el sexo por sí solo y en interacción con otros factores contribuye a mejorar los resultados de salud cerebral en estas poblaciones”.

Normas de género y otras desigualdades

Dra. Gabrielle B. Britton, investigadora por Panamá en el estudio

Más allá del sexo biológico, el estudio se detiene en otros determinantes que comprometen la calidad de vida de las mujeres y las exponen a deterioro cognitivo.

Entre otros aspectos a considerar:

-El acceso limitado a la atención preventiva, la educación y los recursos para un estilo de vida saludable generan mayor prevalencia de afecciones vinculadas con la salud cerebral y los riesgos de demencia.

-Desde la perspectiva laboral, “la segregación laboral persiste, y las mujeres a menudo desempeñan roles no remunerados o de bajo estatus, incluidas las ocupaciones de cuidado o servicio”, con riesgos para la salud cerebral.

-En algunos países de África e incluso de la región, las mujeres “principalmente recogen agua y leña, lo que las expone no solo a enfermedades infecciosas y lesiones, sino también a mayores riesgos de violencia física y sexual, lo que afecta la salud cerebral”.

-Las mujeres también se ven afectadas por sus roles en el cuidado de los demás.

“La pobreza, los conflictos armados, las tradiciones culturales y la infraestructura educativa inadecuada aumentan el riesgo de exclusión educativa para las niñas. Además, las normas y estereotipos de género a menudo restringen el acceso de las mujeres a la educación y sus logros académicos”.

-Ciertas normas de género, en algunas cultura, impiden que el hombre coopere en el hogar. Situaciones como el sexo forzado y los embarazos no deseados afectan la salud mental de las mujeres.

Atención en salud e investigación

El estudio también advierte que “los sesgos y estereotipos de género influyen considerablemente en la atención al paciente, lo que lleva a resultados dispares en la salud cerebral para hombres, mujeres e individuos de minorías de género”.

Por ejemplo, ciertos síntomas neurológicos en las mujeres pueden ser descartados como psicológicos, “lo que resulta en un diagnóstico y tratamiento inadecuados”.

También advierten sobre la discriminación de género en la investigación: en los estudios clínicos, “históricamente, las mujeres han estado notablemente subrepresentadas, afectando la generalización de los hallazgos, particularmente en lo que respecta a la dosis y la seguridad en el desarrollo de fármacos”.

“Además, la investigación preclínica utiliza predominantemente animales machos, incluso cuando las enfermedades afectan principalmente a las mujeres”.

Hacia una estrategia integral

El estudio es concluyente: “Abordar la desigualdad de género es esencial para mejorar la salud cerebral de las mujeres en todo el mundo”.

Esta afirmación se sustenta en “pruebas sólidas de la interacción de los factores genéticos, ambientales y de estilo de vida en la salud mental y cerebral que subrayan la necesidad de estrategias integrales para reducir las disparidades de género en las condiciones de salud cerebral”.

Reconocen avances pero son más los desafíos para las mujeres, en particular si forman parte de grupos vulnerables y marginados.

Proponen estrategias de prevención e intervención específicas que incorporen perspectivas de la creciente investigación basada en el sexo y el género a nivel mundial; reformas de políticas que prioricen la igualdad de género y cambios estructurales en el acceso y la calidad de la atención médica».

“Los estudios longitudinales ambiciosos basados ​​en la población con una visión integrada también son fundamentales para comprender los perfiles de riesgo únicos de las mujeres en el sur global y para desarrollar intervenciones culturalmente relevantes”, proponen en esta investigación que es un llamado en alta voz a favor de las mujeres y en general de los grupos cuyas vidas están silenciadas.

Por: Violeta Villar Liste con información del estudio Mejorar la salud cerebral en el sur global desde una perspectiva de sexo y género