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Violeta Villar Liste

La historia de Panamá, como la de muchos países, es la historia contada por una disciplina del pensamiento.

Ahora, ¿qué pasa si bajo el liderazgo de la Universidad de Panamá se construye el gran libro de la historia oficial de Panamá, como propone la Dra. Enilsa de Cedeño y el Dr. Arístides Isaac Gómez, también llamada una historia múltiple (no historia oficial) que recoja todas las miradas, como prefiere denominar a esta propuesta el Dr. Luis Pulido Ritter

“México lo tiene: su libro oficial de la historia de México. Hasta ahora, en Panamá, solo existe la historia que cuenta un sector de la sociedad”, explica el Dr. Arístides Isaac Gómez, director del Instituto de Estudios Nacionales (IDEN), como parte de las reflexiones que derivaron de  la Jornada Académica, Panamá: 200 años de Independencia de España, un diálogo fructífero desde diferentes miradas y con este aporte fundamental que incluyó la Dra. Enilsa de Cedeño.

“La Universidad de Panamá debe liderar una investigación que no esté solo a cargo de historiadores: necesitamos, como el resto de los países, un proceso de indagación con la participación de sociólogos, analistas internacionales, políticos y por supuesto también historiadores, que nos permita construir una historia oficial de Panamá”, destacó.

Doctora en estudios latinoamericanos, exdecana de la Facultad de Humanidades y exdirectora del IDEN, reflexionó que debe la UP unificar  las distintas especialidades y ofrecer una historia real y efectiva que interprete el devenir histórico del país, con la participación, en este nuevo constructo social, de la ciudadanía.

¿Qué falta por contar en esta gran historia?

El Dr. Arístides Isaac Gómez destacó que una historia oficial o historia múltiple, debe revisar más allá del relato consensuado e incorporar nuevas miradas.

Durante su conferencia, El modelo colonial latinoamericano y su incidencia en los Estados independientes hoy día, aportó varias dimensiones.

Con respecto a las diferencias del modelo colonial latinoamericano en comparación con el inglés, impuesto en Estados Unidos y Canadá, ofreció varias características a considerar:

Las comunidades indígenas, antes de la llegada de los europeos, producían un excedente que servía para el intercambio comercial, además lograron un nivel superior a las necesidades de subsistencia.

Este excedente permitirá una estratificación social. La sociedad autóctona o indígena estaba organizada desde el punto de vista económico y social.

Cuando se produce el proceso de conquista o imposición, los nacidos españoles en Latinoamérica tenían una cuota de poder, pero no los mismos privilegios o poder político del nacido en España.

Será la población criolla que además liderará los procesos de independencia en América Latina.

El director del IDEN observa que con el proceso colonizador, este intercambio comercial excedentario, en manos autóctonas, se convierte en un proceso centro-periferia desigual, con un modelo de acumulación de metales que se transferían a Europa.

“En América Latina no se vivió un proceso de mercantilismo como en Europa: las condiciones del modelo colonial eran de relación de dominio a favor del centro y no de la periferia, a diferencia de lo que ocurría en las naciones europeas”.

Observa que este sistema  fue concebido para explotar y transferir riquezas del continente americano hacia España, con grandes diferencias en relación con el  inglés: llegan al norte de América con técnicas modernas y una visión de formar un país y no de transferir riquezas a Inglaterra.

“Otro factor que cercena el posible desarrollo latinoamericano, fue  que los españoles prohibieron cualquier tipo de desarrollo manufacturero.

No había manera de hacer manufactura:  la industrialización,  base del desarrollo y la acumulación del capital, fue condenado por el modelo colonial”. 

De hecho, compara que el criollo inglés logra consolidar una sociedad fuerte, con industria, manufactura y mano de obra altamente calificada, con altos ingresos.

Reconoce que la incorporación de la población indígena en ambos modelos ocurrió de manera diferente: en América Latina fue diezmada o esclavizada, también ocurrieron los procesos de mestizaje, mientras en el modelo colonial inglés los indígenas se iban a las reservas: no los integraron a su proceso productivo.

Analiza que las favelas, ranchos o barrios de emergencia de las urbes latinoamericanas, reproducen el modelo colonial y equivalen a la población segregada o esclavizada,  mientras existen polos de desarrollo con cierto nivel tecnológico, cultural y social.

En relación con la población afrodescendiente, el Dr. Arístides Isaac Gómez señala que “durante el siglo XVI y parte del XVII, la población negra estuvo dedicada exclusivamente al trabajo minero.

A partir de la segunda mitad del siglo XVIII, los esclavos participaron en las actividades económicas más importantes de la agricultura, que adquirió auge por el agotamiento de los metales”.

También trabajaron en la producción de caña de azúcar y sus derivados, en el cuidado de grandes extensiones ganaderas y en oficios artesanales y domésticos. Tuvieron un papel central en el comercio.

Los colonos judíos y su llegada a Latinoamérica

El director del IDEN destacó en su conferencia el aporte de las minorías étnicas en Latinoamérica, en particular de los españoles judíos conversos, quienes emigran a América Latina, huyendo de la persecución en Europa y a buscar mejores condiciones de vida.

Considera que durante el proceso de conquista “llegaron cerca de 500 judíos, por lo tanto se estima que unos seis millones de habitantes de América Latina son descendientes de estos primeros colonos judíos”.

Los estudios recientes, precisa, demuestran la carga genética que cada panameño y latinoamericano tiene de los judíos, además de las influencias indígenas, negras, chinas y europeas.

Otro elemento, a propósito de la conmemoración del bicentenario de la independencia en América Latina, es que constituye “una extraordinaria oportunidad para realizar balances y demarcar los límites de la producción historiográfica concerniente a la participación de la masonería y las sociedades secretas en las guerras de Independencia”, dijo el investigador, quien resaltó la figura del Libertador Simón Bolívar, ordenado masón.

Una historia compleja

En esta revisión de la historia de Panamá y de la región a propósito del Bicentenario, la profesora Briseida Allard, profesora titular en la Escuela de Relaciones Internacionales de la UP, observa que en estos 200 años no tenemos con claridad todos los elementos que entrañan esa separación de España.

Considera que se debe evaluar el impacto de los afrodescendientes e indígenas en la construcción de esta libertad y evaluar de manera particular la influencia de la independencia de Haití y cómo la sublevación de los esclavos haitianos constituyó un momento crítico y de grandes cambios en ese periodo histórico. 

De igual modo, entiende el Bicentenario como una oportunidad para analizar al país en tanto recipiente de ideas, acciones e intereses y mejorar nuestro conocimiento de la nación.

El Dr. Carlos Castro, exdecano de la Facultad de Humanidades de la UP y profesor de Sociología, afirma que el Bicentenario “abre la posibilidad de una revisión crítica de los acontecimientos.

Para muchos la independencia, no es solo el desmantelamiento de la monarquía sino  la posibilidad de un sueño; de materializar la paz y sentar las bases de la libertad”.

Una contradicción que acompañará a las nuevas repúblicas y que destaca el Dr. Castro, es el temor a una revolución étnica “y si bien muchos negros acompañan la guerra de la Independencia, en el fondo hay una reticencia y es una de las contradicciones que pasará a lo largo de estos 200 años”.

Otro fenómeno es el cambio del concepto tradicional de política y cómo los Estados se achican e independizan, caso emblemático de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) que se dispersa y se convierte en estados más pequeños e independientes.

Estos aportes, globales y locales, concluyen en el eje vertebrador del diálogo Panamá: 200 años de Independencia de España, que conduce al planteamiento de un libro colectivo, común u oficial, bajo el liderazgo de la Universidad de Panamá, construido por pensadores y voces distintas de la sociedad panameña, llamadas a tejer ese relato donde todos se miren en el consenso de la identidad.