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Por: María Mercedes Armas (Psicóloga)

La licenciada María Mercedes Armas Barrios es psicóloga. Egresada de la Universidad Central de Venezuela. Es integrante del Observatorio Venezolano de los DDHH de las Mujeres y del Centro de Investigación Social Formación y Estudios de la Mujer.
@psico.mm.armas
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Se han estudiado los efectos beneficiosos de los abordajes psico sociales en los trastornos de salud mental graves a partir de la exploración de nuevas líneas de intervención que antes no eran consideradas como opción de tratamiento. A partir de la aplicación de políticas comunitarias en salud mental y tomando en cuenta el impacto de los factores sociales y familiares en el desarrollo y evolución de estas enfermedades, se han reconocido algunos factores que afectan el proceso tanto del enfermo como de su núcleo familiar; tales como las actitudes, emociones y comportamientos hostiles; así como  el manejo del estrés asociado a la enfermedad.

En este nuevo escenario, los desarrollos realizados en el ámbito psicosocial, sobre todo, en relación a los programas de intervención con familiares, están haciendo la diferencia para las personas que sufren de trastornos mentales graves.

Hay diversos estudios que lo avalan científicamente; entre ellos la evaluación de la influencia de los factores sociales y familiares en el desarrollo y curso de la enfermedad mental grave (Vaughn y Leff, 1976); la influencia de las actitudes, emociones y comportamientos relacionados con comentarios críticos, hostilidad e implicación excesiva demostrados por los familiares (Brown y Rutter, 1966).

Uno de los ejemplos de aplicación que podemos citar, es la intervención familiar en el  Centro de Día de Alcalá de Henares, España, de cuyo trabajo surge  la “Guía de Práctica Clínica de Intervenciones Psicosociales en Trastorno Mental Grave”, publicada por el Ministerio de Sanidad de esa localidad.

Diversas organizaciones que atienden salud mental, como la Asociación Internacional de Psicosis Temprana y la Asociación Americana de Psiquiatría, entre otras,  consideran que las intervenciones con familiares deberían ser integradas rutinariamente como parte del tratamiento con trastornos mentales graves.

El éxito de las intervenciones de este tipo en comparación con el tratamiento solamente  basado en la medicación, consiste en que reducen significativamente las recaídas y las hospitalizaciones, mejoran la adherencia al tratamiento farmacológico, restablecen notablemente el funcionamiento social y laboral del paciente; a mientras que le permiten a las familias la adquisición de habilidades de afrontamiento que les ayudan a hacer frente a las dificultades asociadas a la enfermedad.

Estos modelos de abordaje parten del reconocimiento del impacto negativo que tiene el diagnóstico de trastorno mental en el grupo familiar, generando deterioro y conflictividad en sus relaciones, originado por la dificultad para comprender las conductas del paciente y el estrés que implica, debido a su  desinformación en cuanto a la enfermedad en sí, sus síntomas positivos (pensamiento desorganizado, alucinaciones, delirios, etc.) y sus síntomas negativos (falta de motivación, pasividad, retraimiento social, etc.).

Consisten en intervenciones aplicadas de manera complementaria al tratamiento farmacológico con el objetivo de influir positivamente en el conocimiento y manejo de la enfermedad, técnicas de afrontamiento y manejo del estrés asociado y entrenamiento en habilidades sociales basadas en Psicoeducación.

Uno de los principales beneficios de la Psicoeducación es que mejora  la actitud y el comportamiento frente a la enfermedad por parte del paciente y también de sus figuras de apoyo. Esto produce un efecto positivo en la motivación que impacta positivamente en su adhesión al tratamiento.

Podríamos decir que la Psicoeducación genera esperanza debido a que, al tener más claro el panorama de la enfermedad y su abordaje, se pueden ver vías de acción y de avance, debido a la mejor comprensión de la situación. Se experimenta un cambio en la visión que se tiene sobre la enfermedad o el problema, lo cual permite acceder a estrategias de afrontamiento más efectivas.

A nivel emocional, el proceso psicoeducativo ejerce un rol contenedor, generando la sensación de tener un espacio seguro y confiable, lo cual impacta positivamente al disminuir los niveles de ansiedad en torno al diagnóstico, permite mejorar las relaciones con el paciente y sus figuras de apoyo al desarrollar mayor empatía. El conocimiento adquirido a través del proceso de Psicoeducación,  aumenta el compromiso con el tratamiento y promueve el autocuidado, elementos fundamentales en el manejo de enfermedades crónicas.

Por: María Mercedes Armas (Psicóloga)