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Los metales pesados ​​como el plomo y el cadmio pueden dañar directamente los tejidos renales e interferir con su capacidad para filtrar desechos y regular el equilibrio de líquidos y electrolitos en el cuerpo

Por: Dra. Karen Courville, FACP, SNI

La Dra. Karen Courville es egresada de la Facultad de Medicina de la Universidad de Panamá. Realizó estudios en Medicina Interna y Nefrología en el Complejo Hospitalario Dr. Arnulfo A. Madrid.  Tiene un Fellow en Investigación Renal del Instituto Mario Negri en Bérgamo, Italia.  Investigadora del Instituto de Ciencias Médicas de Las TablasMiembro del Sistema Nacional de Investigación (SNI)

La enfermedad renal es un problema de salud pública creciente en todo el mundo, y la contaminación ambiental y del agua juega un papel significativo en su incidencia y gravedad. En Latinoamérica, donde la calidad del agua y la gestión ambiental pueden variar ampliamente, la comunicación sobre estos riesgos es importante para proteger la salud renal de las comunidades.

La contaminación ambiental abarca una amplia gama de contaminantes, que van desde productos químicos industriales hasta desechos domésticos y agrícolas. Estos contaminantes pueden ingresar al agua y al suelo a través de diversas actividades humanas, como la agricultura intensiva, la industria manufacturera y la eliminación inadecuada de desechos.

Contaminación del agua

Uno de los principales peligros de la contaminación del agua es la presencia de metales pesados ​​y sustancias químicas tóxicas y productos químicos orgánicos persistentes, que son particularmente preocupantes debido a su capacidad para acumularse en el medio ambiente y en los tejidos biológicos. Estos contaminantes pueden ingresar al cuerpo humano a través del consumo de agua contaminada, la ingesta de alimentos cultivados en suelos contaminados o la exposición directa a través del aire y la piel. Una vez dentro del cuerpo, pueden ejercer efectos tóxicos directos sobre los riñones y otros órganos, y como sabemos, la enfermedad renal crónica se caracteriza por la pérdida progresiva e irreversible de la función renal a lo largo del tiempo, y puede ser causada o exacerbada por la exposición a toxinas ambientales, lo que se conoce como enfermedad renal de causa no tradicional.

Los metales pesados ​​como el plomo y el cadmio pueden dañar directamente los tejidos renales e interferir con su capacidad para filtrar desechos y regular el equilibrio de líquidos y electrolitos en el cuerpo. Además, ciertos productos químicos orgánicos, como los pesticidas y los hidrocarburos aromáticos policíclicos, pueden alterar la función renal al interferir con los sistemas hormonales y enzimáticos responsables de la desintoxicación y el metabolismo celular.

La contaminación del agua también puede contribuir a la proliferación de enfermedades infecciosas, como la leptospirosis o enfermedad de Weil, que es una infección causada por bacterias, además de otros microorganismos presentes en el agua contaminada, y que pueden provocar daño renal agudo e incluso la muerte si no se tratan adecuadamente.

Contaminación del aire

Las partículas finas de polvo, hollín, suciedad y humo, conocidas comúnmente como material particulado (PM por sus siglas en inglés), pueden afectar negativamente la salud renal de varias maneras. Estas partículas son diminutas y pueden penetrar profundamente en los pulmones cuando se inhalan, y a través de allí, pueden ingresar al torrente sanguíneo y afectar otros órganos, como los pulmones, corazón y los riñones.

Las partículas finas inhaladas pueden desencadenar una respuesta inflamatoria en el cuerpo. La inflamación crónica puede contribuir al daño renal al alterar los procesos fisiológicos normales y aumentar la producción de radicales libres, que pueden dañar las células y tejidos, incluidos los riñones. Además, estas partículas finas contienen una variedad de compuestos químicos tóxicos, incluidos metales pesados ​​y compuestos orgánicos, que pueden generar estrés oxidativo en el cuerpo.

El estrés oxidativo se produce cuando hay un desequilibrio entre la producción de radicales libres y la capacidad del cuerpo para neutralizarlos. Este estrés puede dañar las células renales y contribuir al desarrollo de enfermedades renales.

Estas partículas finas pueden dañar el revestimiento interno de los vasos sanguíneos, conocido como endotelio. La disfunción endotelial puede contribuir a la hipertensión arterial y otras enfermedades cardiovasculares que a su vez aumentan el riesgo de enfermedad renal. La exposición a partículas finas puede estimular el sistema nervioso autónomo, que regula funciones corporales involuntarias como la presión arterial y la función renal. La activación excesiva del sistema nervioso autónomo puede contribuir a la hipertensión arterial y a la disfunción renal.

Medidas para disminuir la contaminación desde la cultura individual y familiar

Existen prácticas que podemos realizar todos desde casa y la comunidad para ayudar a minimizar la contaminación del agua.

  • En casa podemos optar por productos de limpieza y cuidado personal que sean biodegradables y respetuosos con el medio ambiente, que puede ayudar a reducir la cantidad de contaminantes que se descargan en las aguas residuales.
  • Desechar adecuadamente los productos químicos, como pinturas, solventes, aceites usados ​​y medicamentos vencidos, en los lugares designados por las autoridades locales en lugar de verterlos por el desagüe.
  • Reducir el consumo de agua en el hogar mediante la reparación de fugas, la instalación de dispositivos de ahorro de agua y la adopción de hábitos conscientes de consumo, como tomar duchas más cortas y utilizar lavadoras y lavaplatos con carga completa.
  • En la comunidad, se pueden utilizar métodos de jardinería y agricultura sostenibles, como la rotación de cultivos y el compostaje, puede ayudar a reducir la necesidad de pesticidas y fertilizantes químicos, que pueden contaminar las fuentes de agua subterránea y superficial, de la cual se obtiene agua para beber.

El Estado debe velar por la realización de pruebas de control de pesticidas y metales pesados en las fuentes de agua utilizadas para beber y regar.

  • Es importante tratar de evitar tirar los desechos y plásticos a ríos, podemos utilizar las distintas estaciones de reciclaje que existen a nivel nacional. Unirse a actividades de limpieza de playas, ríos y áreas costeras puede ayudar a prevenir la acumulación de desechos plásticos y otros desechos en los cuerpos de agua.
  • Para disminuir la contaminación del aire, se debe tratar de mantener los vehículos en buen estado: realizar un mantenimiento regular de los vehículos, incluida la verificación de emisiones y el reemplazo de filtros de aire y aceite, puede ayudar a reducir las emisiones contaminantes.

El Estado debe continuar promoviendo sistemas de transporte masivos para disminuir el uso de automóviles, como sistema de buses eléctricos, aumentar las líneas del metro.

  • Reducir el uso de productos que generan humo: evitar quemar desechos al aire libre y utilizar alternativas más limpias y eficientes, como la energía eléctrica o el gas natural, muy utilizados en otros países. Promover fuentes de energía limpia: apoyar y promover la adopción de energías renovables, como la energía solar y eólica, puede ayudar a reducir la dependencia de combustibles fósiles y las emisiones de gases de efecto invernadero.

En caso de situaciones de contaminación del aire, tomar medidas para proteger su salud, como limitar las actividades al aire libre y usar máscaras faciales protectoras si es necesario.

En resumen, la contaminación ambiental y del agua representa una seria amenaza para la salud en general en todo el mundo. Los contaminantes presentes en el agua y el aire pueden dañar los riñones de diversas maneras, aumentando el riesgo de enfermedad renal aguda y crónica, así como complicando las condiciones médicas preexistentes como la diabetes y la hipertensión arterial. Es importante fomentar la conciencia pública sobre los riesgos para la salud y al tomar estas medidas a nivel individual y comunitario, las personas pueden contribuir significativamente a la reducción de la contaminación del agua y del aire, protegiendo así la salud humana y preservando el medio ambiente para las generaciones futuras.

Por: Dra. Karen Courville, FACP, SNI