fbpx
Una dieta equilibrada y adecuada juega un papel fundamental en la prevención y el manejo de diversas enfermedades crónicas

Por: Dra. Karen Courville, FACP, SNI

La Dra. Karen Courville es egresada de la Facultad de Medicina de la Universidad de Panamá. Realizó estudios en Medicina Interna y Nefrología en el Complejo Hospitalario Dr. Arnulfo A. Madrid.  Tiene un Fellow en Investigación Renal del Instituto Mario Negri en Bérgamo, Italia.  Investigadora del Instituto de Ciencias Médicas de Las Tablas. Miembro del Sistema Nacional de Investigación (SNI)

La dieta se refiere al conjunto de alimentos que una persona consume habitualmente. Sin embargo, su significado trasciende la mera ingesta de calorías; abarca la calidad, variedad y equilibrio de los nutrientes que proporcionan la energía y los elementos esenciales para el correcto funcionamiento del organismo. Una dieta adecuada no se trata de restricciones extremas, sino de una selección consciente de alimentos que promuevan la salud y prevengan enfermedades.

Explorando los grupos alimenticios en la Pirámide de Alimentación

La pirámide de alimentación es una guía visual que nos ayuda a comprender las proporciones relativas de los diferentes grupos de alimentos que deben conformar una dieta equilibrada. Tradicionalmente, se organiza en varios niveles, donde la base representa los alimentos que deben consumirse en mayor proporción y la cúspide, aquellos con un consumo más moderado. Si bien los modelos pueden variar ligeramente, los grupos principales incluyen:

  1. Cereales, granos y tubérculos (Base de la pirámide): Estos alimentos, como el arroz, la pasta integral, el pan integral, la avena, el maíz y las papas, son la principal fuente de carbohidratos complejos, que proporcionan energía sostenida. Se recomienda que constituyan aproximadamente el 40-50% de la ingesta calórica diaria total.
  2. Frutas y verduras (Segundo nivel): Ricas en vitaminas, minerales, fibra y antioxidantes, estos grupos son cruciales para la protección contra enfermedades y el mantenimiento de diversas funciones corporales. Idealmente, deberían representar alrededor del 20-30% de la dieta diaria.
  3. Proteínas (Tercer nivel): Este grupo incluye fuentes animales como carnes magras, aves, pescado, huevos y lácteos, así como fuentes vegetales como legumbres, tofu y frutos secos. Las proteínas son esenciales para la construcción y reparación de tejidos. Su ingesta recomendada se sitúa en torno al 10-15% de las calorías diarias.
  4. Lácteos (Tercer nivel, a menudo junto a las proteínas): Fuentes importantes de calcio y vitamina D, fundamentales para la salud ósea. Se recomienda optar por opciones bajas en grasa. Su contribución calórica puede variar, pero generalmente se considera dentro del rango de las proteínas.
  5. Grasas y aceites (Cúspide de la pirámide): Si bien son necesarias para diversas funciones, como la absorción de vitaminas liposolubles, deben consumirse con moderación. Se prefieren las grasas insaturadas (aguacate, aceite de oliva, frutos secos) sobre las saturadas y trans. Su ingesta debe ser limitada, representando aproximadamente el 5-10%de las calorías diarias.

Es importante recordar que estos porcentajes son orientativos y pueden variar según la edad, el sexo, el nivel de actividad física y las condiciones de salud individuales.

Beneficios de una dieta saludable en enfermedades crónicas

Una dieta equilibrada y adecuada juega un papel fundamental en la prevención y el manejo de diversas enfermedades crónicas:

  • Enfermedades Cardiovasculares: Una dieta rica en frutas, verduras, granos integrales y grasas saludables, y baja en sodio, grasas saturadas y colesterol, puede ayudar a reducir la presión arterial, los niveles de colesterol LDL («malo») y el riesgo de ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares.
  • Diabetes Tipo 2: Una dieta controlada en carbohidratos, rica en fibra y con un índice glucémico bajo, es esencial para mantener niveles estables de glucosa en sangre y mejorar la sensibilidad a la insulina.
  • Cáncer: Si bien la dieta por sí sola no puede curar el cáncer, ciertos patrones dietéticos ricos en antioxidantes y fitonutrientes (presentes en frutas y verduras) se han asociado con un menor riesgo de desarrollar algunos tipos de cáncer.
  • Obesidad: Una dieta equilibrada y controlada en calorías, combinada con actividad física regular, es la piedra angular para lograr y mantener un peso saludable, reduciendo así el riesgo de numerosas complicaciones asociadas con la obesidad.

La dieta y la enfermedad renal según estadío:

En la enfermedad renal crónica (ERC), la dieta juega un papel crucial en el manejo de los síntomas, la prevención de complicaciones y la ralentización de la progresión de la enfermedad. Las recomendaciones dietéticas varían significativamente según el estadio de la ERC:

  • Estadios 1 y 2: En las etapas tempranas, el enfoque principal suele ser el control de la presión arterial y la glucemia (si están elevadas), así como la restricción moderada de sodio. Se puede recomendar una ingesta adecuada de proteínas de alta calidad.
  • Estadio 3: A medida que la función renal disminuye, puede ser necesario comenzar a controlar la ingesta de fósforo y potasio, además de la restricción de sodio. La ingesta de proteínas puede necesitar ser moderada para reducir la carga de trabajo de los riñones.
  • Estadio 4: En esta etapa, las restricciones dietéticas suelen ser más estrictas. El control de fósforo, potasio y sodio se vuelve aún más importante. La ingesta de proteínas puede ser limitada y se debe prestar atención a la ingesta de líquidos.
  • Estadio 5 (Diálisis): Las necesidades dietéticas cambian significativamente una vez que el paciente comienza la diálisis. Si bien la restricción de potasio y fósforo sigue siendo importante, las necesidades de proteínas suelen aumentar para compensar las pérdidas durante la diálisis. La ingesta de líquidos también debe controlarse cuidadosamente.

Es fundamental que los pacientes con enfermedad renal trabajen en estrecha colaboración con un nefrólogo y un nutricionista especializado en enfermedad renal para desarrollar un plan de alimentación individualizado que se ajuste a su estadio específico y a sus necesidades individuales.

¿Cómo sugerir cambios en la dieta para mejorar los objetivos?

Para lograr beneficios con la dieta, hay necesidades diferentes en los pacientes que se pueden identificar siguiendo algunas recomendaciones.

Es importante la escucha activa, que permite que el paciente exprese sus preocupaciones, hábitos alimenticios y posibles barreras para el cambio, a veces son sociales, a veces económicas. El paciente debe entender que el equipo quiere apoyarlo a lograr sus objetivos.

Luego de los datos objetivos, es decir, las medicas antropométricas de peso, talla y cálculo de índice de masa corporal IMC, es importante realizar una evaluación integral: preguntar sobre comidas típicas, horarios, preferencias, aversiones, alergias, intolerancias y cualquier restricción cultural o religiosa; nivel de actividad física, trabajo, rutinas diarias y apoyo social; y las indicaciones de la dieta, para mantenerse saludable, por condiciones cardíacas, endocrinológicas, ortopédicas o renales.

Es importante educar de forma clara y sencilla, explicar los beneficios, proporcionar información práctica, evitar la jerga técnica, responder a las preguntas o dudas. Aunque esto no asegura el cumplimiento de una dieta, mejora la adherencia cuando el paciente entiende por qué algunos alimentos no le producen beneficio o cuando al disminuir la cantidad del consumo, se le permiten seguir disfrutando de los mismos.

Se deben establecer metas realistas y graduales, comenzando con pequeños cambios, en lugar de una revisión drástica, para que las modificaciones graduales sean más fáciles de mantener a largo plazo (ej: «Vamos a intentar añadir una porción de fruta en el desayuno esta semana») y celebrar los logros, haciendo reforzamiento positivo en cada pequeño paso hacia una dieta más saludable.

Cumplir las recomendaciones dietéticas no es tarea fácil, pero si se trazan objetivos a corto, mediano y largo plazo, entendiendo los beneficios para la salud, seguro se transformará en una tarea alcanzable. La educación es la clave.

Por: Dra. Karen Courville, FACP, SNI