Por: María Mercedes Armas (Psicóloga)
La licenciada María Mercedes Armas Barrios es psicóloga. Egresada de la Universidad Central de Venezuela. Es integrante del Observatorio Venezolano de los DDHH de las Mujeres y del Centro de Investigación Social Formación y Estudios de la Mujer.
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Del latín “resilio”, la palabra resiliencia prácticamente significa “rebotar, volver atrás de un salto”; con ella se describe la capacidad de los materiales para doblarse sin romperse y recuperar su forma original. Es interesante revisar la aplicación de este término en el ámbito psicológico, el cual ha ido evolucionando y se ha ido enriqueciendo con los aportes de diversos autores. Es importante destacar que su uso aplicado a la psicología se inicia con John Bowlby a partir de los trabajos de Boris Cyrulnik, el cual es considerado como un referente internacional en el desarrollo de este término.
Básicamente la resiliencia se refiere a la capacidad de las personas para afrontar de manera flexible y adaptativa aquellas situaciones adversas y traumáticas presentes en su vida, logrando desarrollarse normalmente, reponerse a ellas y continuar a pesar de las mismas, con una proyección fuerte y sana hacia el futuro.
Ante el reconocimiento de esta capacidad potencial humana, se abre una nueva perspectiva en campos como la psicología, la psiquiatría e incluso la educación, con el objetivo de expandirla y aplicarla de manera consciente en dichos procesos, porque aprovecha y estimula el uso de recursos internos de la persona y en su capacidad de resistencia, afrontamiento y adaptación.
Algunos aportes del enfoque de resiliencia son:
- Se contrapone a la visión determinista de que los eventos traumáticos y las desventajas en la vida, necesariamente van a conducir a la desgracia de las personas o al padecimiento de trastornos y problemas psicológicos o ser personas desadaptadas a la sociedad.
- Ha influido en las investigaciones basadas en desarrollo evolutivo que intentan explicar los comportamientos y cambios adaptativos, tanto a nivel personal como interpersonal.
- Ha permitido detectar los factores de riesgo y aquellos que pueden afectar a poblaciones vulnerables, con el objetivo de fortalecer y potenciar los factores de protección.
- Se diferencia de los enfoques psicopatológicos, reconociendo el potencial positivo de las personas y su capacidad de recuperarse, fortalecerse, crecer y desarrollarse sanamente, utilizando mecanismos de adaptación y compensación.
- Ha permitido redimensionar los procesos que experimentan las personas para afrontar y resolver dificultades extremas, apelando al potencial humano tan reconocido por la Psicología Humanista como la fuerza interna del individuo que le permite superarse y autorrealizarse.
Considero que esta manera de enfocar la experiencia de la vida humana es más realista y útil, en tanto que no existe una vida perfecta y sin sufrimientos. Toda experiencia humana implica algún tipo de sufrimiento y se hace necesario potenciar las capacidades internas para afrontarlos, seguir creciendo y desarrollándose positivamente; extrayendo lo positivo de cada experiencia con el objetivo de ser personas más completas, capaces y dueñas de nuestra propia experiencia vital.
En próxima publicación hablaremos sobre algunos desarrollos y aportes del enfoque de resiliencia a nivel de los procesos psicoterapéuticos, de cuales son las características de las personas resilientes y de cómo podemos apoyarnos para desarrollar estas capacidades.
Por: María M. Armas (Psicóloga)