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El libro La torre pájaros fue presentado en el lugar donde surgió la inspiración, la urbanización Sucre de Barquisimeto,

Violeta Villar Liste

Escritor, docente e investigador, volvió un rato a Venezuela,  procedente de México, y lo hizo con un cargamento que se agradece: de palabras y cultura. La presentación de su libro La torre pájaros y del  II Festival de Literatura Crepuscularia son prueba del resultado maravilloso de este viaje memorioso

Escribir es siempre una manera de volver. Pero a veces también se vuelve y si este desandar, para volver, es con las palabras que construyen memoria, ocurre la magia.

Luis Manuel Pimentel (Barquisimeto, Venezuela, 1979) es poeta, narrador, editor, docente universitario y magíster en Literatura Latinoamericana. Editor de la revista Filigramma, es también director editorial de Ablucionistas y director general de la revista digital El Signo inVisible.

Nació en Venezuela pero ahora vive en Puebla (México). 

Y volvió.

Lo hizo un rato: eso sí cargado de palabras y con tres misiones en mano: ver a su familia, presentar su libro La torre pájaros, en el lugar donde surgió la inspiración, la urbanización Sucre de Barquisimeto, y convertir la cultura en una fiesta, con el II Festival de Literatura Crepuscularia. 

El ser barquisimetano

-¿Qué significa ser barquisimetano?

-Viví los primeros once años de mi vida en Barquisimeto. Mi padre es de Trujillo y mamá de San Cristóbal, así que me fui un tiempo y luego volví. Trabajé en la Universidad Centro Occidental Lisandro Alvarado (UCLA), ,donde impartí Semiótica de las Artes en el Decanato Experimental de Humanidades.

Participé de lo que significa ser  barquisimeto más allá de sus símbolos, de su onda musical y crepúsculos y esa interesante forma de la cotidianidad barquisimetana.

Ser barquisimetano tiene un sentido especial en mí porque es familia; toda la familia reunida junta y significa mucho. Barquisimeto es una gran ciudad que nos cobija. Es un espacio que nos permite unión y fraternidad.

-¿Cómo los paisajes de la ciudad van a estar reflejados en la creación?

-El clima ayuda a escribir y, más allá, las distintas formas en las cuales se presenta en la mente y en el recuerdo la ciudad.

Ventanas panorámicas, su libro de cuentos editado el año pasado, es un ejemplo de esta construcción, con una sucesión de nombres comunes para quienes viven en la ciudad: la avenida 20, la carrera 19, la zapatería Minerva o el liceo Lisandro Alvarado… referencias reales y narrativas que sostienen el discurso ficcional.

Del lado poético, explica que la experiencia es más sensitiva y menos descriptiva desde el punto de vista de la atmósfera, buscando la conexión con elementos como la luz, los crepúsculos o la Divina Pastora. 

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“Viví un tiempo en Cabudare y de allí nació Espejismos de Cabudare que también tiene que ver con esa recreación del espacio”. 

La etapa mexicana

A Puebla (México) llega en el año 2016 debido a la situación de la crisis venezolana. Era la época de no existir “ni un atún, ni una harina… era una especie de frustración con dolor y con ganas de moverse para poder seguir insistiendo en la vida”.

Puebla ha sido una ciudad generosa conmigo, con mi familia y  mi escritura”.

-¿Cómo es el país del reencuentro cuatro años después?

-Hay una actividad constante que sí se nota en el espacio de la recuperación económica y lleva al uso del dólar como una moneda no oficial. Vi una Caracas activa, con la gente en los parques y también en Barquisimeto,  pero también vi a esa otra gente que no le llega y no le podrá llegar nunca y es la parte crítica: la de quienes están desesperanzados. Hay una pujanza pero también una falta de ayuda a estos sectores más desprotegidos. 

-¿De qué manera resiste el sector cultural para no caer en la desesperanza?

-Sentí que la gente está desencantada aun cuando hay ganas de hacer cosas. En estos días murió un poeta: le faltaban $280 para sus medicamentos. El dinero no llegó ni por el Estado ni por los amigos. Hay una especie de pesadez: para quien está inmerso en la cultura, la vida le cuesta más que a la persona que se dedica al comercio.

Un libro, una memoria

Cuando llegué a Venezuela a pasar las navidades, siempre creí que un acto simbólico y afectivo era presentar mi libro La torre pájaros directamente donde surgió: en la Urbanización Sucre, de Barquisimeto”, escribió Luis Manuel Pimentel en ese gran libro colectivo llamado Facebook.

El libro lo escribió en México, antes de la pandemia, pero de manera curiosa inicia con una pandemia.

“Fue como una especie de reencuentro a distancia con mi madre, porque es casi un homenaje a ella. Incluso en la portada de la edición está ella retratada con un pájaro en la cabeza y detrás los edificios de la torre en esa onda simbólica del bloque 25 donde nacimos. Está ilustrado por mi hermano, Ramón Pimentel, y es una memoria afectiva”.

Los personajes son reales: algunos viven; otros se han mudado o fallecido.

En este cuento largo ocurren situaciones extrañas: esta pandemia se expresa en tos, fiebre… la gente no aguanta y empiezan a vomitar y, cuando lo hacen, de sus cuerpos salen pájaros.

“Quería conectar la ciudad con la naturaleza y que los pájaros fueran el vínculo entre la ciudad, la naturaleza y la torre”.

Un segundo momento del libro se vincula con los sucesos violentos de 2016 que tendrán en la Urb. Sucre una particular significación. Utiliza los símbolos del poder, de la resistencia y de la liberación para ilustrar estas tensiones.

-¿Cómo lo recibió la gente de la Urbanización Sucre durante la presentación?

-Ellos no habían leído el libro y leí una buena parte, de la primera parte: cuando nombraba a la señora Adela, a la señora Fanny o a mi madrina se sentían halagadas, pero había otros que no estaban y reclamaban: ¿Cómo no voy a estar?

“En torre pájaros, desde lo burdo del concreto se añora lo originario, la simbiosis de la vivencia social y el realismo mágico. Con un poderoso verbo y un impecable tratamiento semiótico, nos va introduciendo en un mundo que, aunque se nos parece, nos rebasa la cotidianidad, incurriendo incluso en la tentativa poética de transfigurar la emocionalidad pura y enferma de las circunstancias más sórdidas en los delicados amigos de Ramos Sucre, es decir, los pájaros. Vaya giro que nos permite abrirnos a varias perspectivas del proceso catártico y sanador del hecho artístico….”
De la escritura Kelly Sabrina Pacheco, a propósito de La Torre de Pájaros

Lo tomaron de una manera muy interesante por ser partícipes de esa historia que se conecta con la ficción. Nada pertenece a esa realidad: excepto los nombres; es autoficción.  La torre es un símbolo universal igual que los pájaros. Descubrir esa parte de la universalización a través de esa localidad, y que sea la ficción la que engrane las ideas, para mí fue un ejercicio interesante en particular porque me gusta la conexión entre los espacios reales y la ficción. 

La torre pájaros
Wafi Salih (*)
 
Cuando la ficción es tan evidente, se hace más notoria la realidad.  ¿A quién no le ha dado por vomitar pájaros alguna vez en la vida? Sacar lo bueno y darle fuerza desde lo más hondo, y verlo batir las alas. La torre, como en el ajedrez, y en los castillos,  guarda y resguarda. En el caso del largo cuento que es esta novela, a los seres alados que brotan de la  intrínseca  necesidad de libertad, de quienes la habitan.  
La genialidad de Luis Manuel Pimentel de cruzar dos historias, y hacerlas una, parte del nombre del libro, “La torre pájaros”  no tiene un conectivo que unifique el título, es decir son dos en uno, estrategia de escritor experimentado en las artes del narrar, y en la semiótica.  Nada es gratuito, cada palabra es un símbolo, meditado hasta el hartazgo, pero sin perder la gracia y el aire de desparpajo que caracteriza a nuestro autor.  
La valoración de un texto literario pasa por varios cedazos, al momento de someterse a la crítica. Luis Manuel lo sabe, y cernió con el sedal más fino dando niveles de lectura, capaz como una cebolla,  para cada lector, según su entendimiento. Trabajo de maestría que podemos percibir  en otras universales  que al igual que la de luz, consienten las múltiples interpretaciones: Las mil y una noches, El principito, y Alicia en el país de las maravillas son ejemplo de esta sencillez con profundidad  infinita. La aparente ingenuidad de las imágenes,  y las frases cortas y sin artilugios retóricos, ni grandilocuencias verbales, nos  deslizan como en el tobogán de la torre pájaros, al paraíso de la utopía. Y es que los grandes textos, tienen pasadizos con carteles invisibles solo aptos para quien pueda ver más allá, en el lumínico  silencio que  entre las líneas, completa el decir del que escribe. 
A las acciones concatenadas al ritmo de un caballo de paso, prosiguen  sutiles descripciones, que no enlentecen el hacer dinámico de la trama, esto logra que la atención no decaiga en ningún momento. Ingenio del escritor, llevarnos de la mano,  sobre, por debajo, y dentro de cada palabra. 
 Denuncia. Pero sagazmente universaliza la denuncia,  Quienes tienen el poder ejercen el control, de los pájaros, es decir de los sueños, acá y en cualquier parte del mundo. 
La pajarera es espejo de otros en cautiverio, pero no por su voluntad como los de la torre, con nombre de Mariscal que sirve de referencia al autor. Otras pajareras también son acosadas por el terror de los enemigos históricos de los seres alados.  
Son muchos las claves a descifrar, en sus escasas sesenta  páginas, pero no quiero cerrar sin hablar del afuera y el adentro que aun cuando parece algo sin mayor importancia, es todo un panorama que se avecina con el nuevo orden mundial y las tecnologías emergentes. Hijos del realismo mágico, exageramos para hacernos notar, pero en este caso no es así, pues el confinamiento y la nueva normalidad reducirán nuestra movilidad al exterior de nuestros hogares. Ojalá que los seres almados que somos emulemos a la señora Fanny  y ampliemos la capacidad de nuestros pensamientos para recuperar,  llevados por la alfombra emplumada, de  la adormecida, imaginación, el derecho a existir. 

(*) Poeta y docente, magíster en Literatura Latinoamericana, estuvo presente en la presentación de La Torre Pájaros y comparte este escrito que es su mirada personal al texto

II Festival de Literatura Crepuscularia

El Festival de Literatura Crepuscularia tuvo su primera edición entre los años 2016 al 2017, cuando María Fernanda González ( Mafer Bandola) se presenta en la oficina de Luis Manuel Pimentel en la UCLA y le dice: “Quiero hacer un recital de poesía”.

Esta idea se convierte en algo mayor: un festival interuniversitario con talleres, diálogos, narrativas, poesías y homenajes, que involucró a la UCLA, a la Universidad Pedagógica Experimental Libertador (Upel), a la Universidad Fermín Toro (UFT) y a la Universidad Yacambú. 

“Se generó una gran hermandad y tuvo una aceptación muy buena. Nos quedamos con la emoción prendida”. 

Esta segunda edición, como le dijo una amiga a Pimentel, sirvió para “recargar las energías que ya teníamos bajas”. 

Fue un encuentro más modesto, reunión de poetas y sensible homenaje a dos grandes intelectuales fallecidos:Freddy Castillo Castellanos y Jesús Enrique Barrios.

La tercera edición se vislumbra con Barquisimeto como sede física, y los países donde existan autores venezolanos e invitados, en calidad de subsedes virtuales.

Pimentel, ya de vuelta, luego de esta sucesión de emociones venezolanas y larenses, reconoce que el de México es un mundo literario más amplio, con más escritores,  revistas, grupos, talleres… “una especie de bola de fuego que no para todo el día y se vincula con la escritura”.

Solo en 2021 logró publicar tres libros: Estuvieron cerca los almendrones mientras creímos haber amado (editorial Ablucionistas), con el apoyo de la Junta de Gobierno del Estado de Hidalgo, el libro de cuentos, Ventanas panorámicas (Colección de Narrativa Al lado del camino) y La Torre Pájaros que lo autoeditó con su proyecto Elsignoinvisible que nació como una revista de semiótica, con la Federación Latinoamericana de Semiótica, y ahora pasó del PDF al .com “con el mundo de la significación y la semiótica, tema que me apasiona y me lleva de la mano”.

Hacia el futuro reflexiona que la opción es soñar, darle forma al estar en el mundo y de este modo también enseñar a las generaciones que vendrán, quizás a volar como pájaros: con la lección aprendida de la libertad.

Violeta Villar Liste
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