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Amigos lectores:

Comienzo por el final: trae la página 10 un ensayo peculiarísimo de Edgar Cherubini Lecuna. Nos remite a un libro y a su autora, de los que no tenía noticias hasta ahora: Col Ibri: voz hebrea. Raíces del idioma hebreo en los nombres autóctonos de Venezuela, de Ana Botbol de Alfon (1930-2009). En la primera parte del texto, Cherubini Lecuna nos recuerda algunas referencias de quienes sostenían “la tesis del poblamiento judío antes de la llegada de Colón”.

Establecido ese marco, a continuación comenta el libro: “Durante treinta años exploró las voces de las diferentes regiones del país en busca de las claves que forman parte de esta reveladora investigación de lingüística comparada. Sobre este compendio de nombres indígenas en estrecha relación con el idioma hebreo, la autora descubre que, al traducirlos, la mayoría de los vocablos tienen una relación directa con los significados que ellos expresan o cuando se trata de lugares geográficos están acordes con la ubicación de estos”. El autor consigna algunos reveladores ejemplos del estudio de lingüística comparada que hizo Botbol de Alfon: Autana, Caura, Churuata, Casiquiare, Orinoco, Duida, Mavaca y otros más.

Mis siguientes palabras son de gratitud a Antonio López Ortega y a Diómedes Cordero, quienes coordinaron el dossier que ocupa las páginas 1 a la 9, homenaje a la memoria del escritor argentino, Sergio Chejfec (1956-2022), que vivió casi 15 años en Venezuela (1990-2005), y donde además de trabajar, escribir y hacer amigos, hizo sentir, a todos los que le conocieron, su sello interior: un natural don de gentes, la irradiación de un ser delicado, caballeroso, ajeno a cualquier forma de exhibición o desplante.

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Chejfec fue ensayista, poeta, autor de un par de libros de cuentos y, sobre todo, un novelista que difícilmente podría compararse con otro: en sus novelas lo narrativo aparece indisociable del impulso ensayístico. Chejfec alcanza su culmen en esas páginas siempre excepcionales, en las que el lector olvida los hilos de la trama y se adentra en los pasillos del pensamiento: son páginas irreproducibles, incomparables. Nos conduce a una zona que ni es novelística ni ensayística, sino una oscilación, un entreverado entre ambas: la prosa Chejfec, la escritura Chejfec.

El dossier está conformado por 11 textos producidos con esmero y gratitud. Hablan de la experiencia de proximidad, de su literatura, de los momentos compartidos. Tienen en común un aura de sincero respeto hacia la dignidad de Chejfec. Escriben Antonio López Ortega (Sergio Chejfec: retrato incierto), Victoria de Stefano (Verdadero amigo), Enrique Vila-Matas (Dramas de lo accesorio), Ednodio Quintero (Un viaje), Leopoldo Tablante (Chejfec, o el filtro de la percepción), Daniela Alcívar Bellolio (Imagen de Sergio Chejfec), Igor Barreto (que contribuyó con un poema dedicado a Chejfec, Kosmos), Guillermo Saavedra (Cómo narrar la perplejidad de estar vivo. Apuntes sobre una obra y una amistad), Huáscar Robles (El poder mnemónico de los pies), Juan Luis Landaeta (La memoria nunca es obediente) y Víctor Gomollón (Cómo sumergirse en un gran lago). Se incluye un fragmento del ars narrativa que Chejfec leyó en la II Bienal de Literatura Mariano Picón Salas, en 1993.

No me limitaré a recomendar la lectura exhaustiva y morosa de este dossier. También quiero añadir que en la revista digital Latin American Literature Today, además de artículos de Victoria de StefanoMatías Serra Bradford y Arturo Gutiérrez Plaza, hay una recopilación de textos muy breves, Entre amigos, donde se despiden Agustín Fernández MalloMartín KohanPablo OrtizRoberto BrodskyPatricio PronCynthia Rimsky y Mercedes Roffé.

Para terminar, este párrafo de Sergio Chejfec, una elucubración de sí mismo: “Un escritor es alguien que está sometido a un ejercicio permanente de inestabilidad. Yo por lo menos no me siento un escritor profesional, un escritor que acumule capital simbólico. Para mí la idea de ser escritor está permanentemente puesta en duda. Entonces yo trato de representarlo de esa manera: ya sea a través de la indecisión respecto de lo que se percibe como también de esa identidad social un poco amorfa. Los escritores que en general me interesan como lector son escritores con identidades bastante amorfas, y que han tenido siempre una relación bastante poco natural con su propia escritura y con la idea de ser escritor” (proviene de una entrevista concedida en diciembre de 2015, en París, a Benoît Coquil; la encontré en la revista Cuadernos Líricos, en el que hay un espacio titulado “El acontecimiento Chejfec”, que reúne más de cincuenta textos; entre ellos una preciosa despedida de Rafael Castillo ZapataUna instantánea, que también merece buscarse y leerse).

Nelson Rivera, director del Papel Literario del diario El Nacional

Edición completa del Papel Literario: